Cada 30 de noviembre se reconoce el día Internacional de la lucha contra los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), que se identifica bajo el símbolo de un lazo azul.
A partir de esto, compartimos una interesante entrevista por la Universidad Católica de Santa Fe con la Licenciada en Nutrición Brenda Vanney, docente del establecimiento educativo y especializada en el tema, sobre algunos mitos, manifestaciones y causas de la problemática, así como modos de prevenir y acompañar estas realidades.
-¿A qué nos referimos cuando decimos TCA?
Los trastornos del comportamiento alimentario (TCA) son patologías mentales de origen multicausal que pueden afectar a cualquier persona independientemente de la edad, identidad de género y nivel socioeconómico. Las personas que lo padecen pueden presentar alteraciones en la percepción de la imagen corporal, ideas en relación a los alimentos, miedo a engordar, o al daño que pueda generar un alimento. Esto puede desencadenar conductas de restricción y/o a conductas compensatorias.
Me parece importante aclarar que las problemáticas alimentarias son una realidad actual y hay personas que quizás no cumplen con los criterios para un diagnóstico de trastorno, pero que pueden estar teniendo una relación disfuncional con la comida y el cuerpo y que necesiten acompañamiento.
Si bien lo primero que se nos viene a la mente al hablar de TCA es la anorexia y bulimia, es importante reconocer que no son las únicas problemáticas, y que incluso en nuestro país el trastorno que mayor incidencia presenta es el trastorno por atracón. Además, reconocemos que existen otro tipo de problemáticas como la vigorexia, que presenta una excesiva preocupación por la apariencia física y por generar masa muscular; la ortorexia, donde el comer de forma saludable se convierte en una obsesión; y otros como pueden ser la PICA (ingesta de sustancias no nutritivas), la rumiación y TERIA (evitación o restricción de la ingesta de alimentos).
-¿Por qué se habla de multicausalidad?
Al hablar de estos padecimientos mentales podemos identificar sus raíces en factores biológicos, psicológicos, interpersonales-familiares y socioculturales. Estos factores, llamados “de riesgo” no son una causa en sí mismos, pero aumentan la probabilidad de desarrollar un TCA.
En este sentido, las personas con TCA comúnmente presentan vías neurológicas específicas y rasgos de personalidad que las hacen más vulnerables a padecerlo. Existen además otros factores disparadores tales como la cultura dietante, los medios de comunicación, cambios o pérdidas significativas en la vida de la persona. Los patrones disfuncionales en el sistema familiar pueden también predisponer al desarrollo y mantenimiento de este tipo de trastornos.
-Ante la abundancia de información, se han creado algunos mitos alrededor de la problemática, ilustranos un poco sobre esto.
Este día es fundamental para generar conciencia e informar a la población sobre el sufrimiento al que se enfrentan las personas con TCA y quienes las acompañan. Por esto es importante comprender que no son un capricho o una moda, son problemáticas de salud mental donde la alimentación es el síntoma y por lo tanto requiere el acompañamiento y tratamiento de un equipo interdisciplinario especializado.
Estas problemáticas no se desarrollan de la noche a la mañana, por esto los procesos de recuperación son largos y más complejos que un simple “come y ya”. Me parece importante destacar que estar atravesando por un TCA no es necesariamente presentar una delgadez extrema. Estas patologías se presentan en todo tipo de corporalidades, y en muchos casos la persona no se habilita a pedir ayuda por “no tener un cuerpo de TCA”.
-¿Cómo podemos acompañar y prevenir?
La responsabilidad que tenemos como sociedad es mucha. En la cultura se encuentran muy normalizadas algunas conductas alimentarias de riesgo como realizar dietas, compensar, opinar sobre cómo debe ser el cuerpo o la alimentación de un otro, sumado a los ideales de belleza que se imponen especialmente a las mujeres, y que están asociados a la delgadez y juventud eternas.
Comer es un acto complejo, es mucho más que llevarse comida a la boca, y si bien es importante nutrir el cuerpo, no se debe olvidar que nuestra salud es un estado dinámico, que comprende lo biológico, mental y social.
Algunas prácticas que pueden cooperar en generar ambientes menos propicios para el desarrollo de TCA podrían ser dejar de lado los comentarios relacionados a la culpa y al comer, como así también las opiniones sobre el cuerpo de otras personas, ya sea por ganancia o pérdida de peso. A su vez, desde la sociedad y el sistema de salud, construir una cultura más inclusiva, compasiva y respetuosa con todos los tipos de corporalidades. Y desde el hogar y las instituciones educativas, trabajar con las infancias para que puedan crecer y desarrollarse con un ambiente seguro, que les permita tener una buena relación con la comida y con sus cuerpos.
En este día y todos los días, debemos hablar más sobre estas problemáticas porque, mientras más escondidas están, más peligrosas se vuelven.