Grande es el debate y las diferentes visiones que podemos generar sobre los productos enlatados, envasados tetrabrik, conservas. Ante esto, fortalezco la idea de que lo que tenga menos procesos -industriales- previos al consumo, es decir lo más natural, será lo más saludable.
Hay que reconocer que en ocasiones son una opción rápida que “salva el menú”, pero no hay que olvidar que abusar de ellas puede traer problemas a la salud – y no nos engañemos, no son tan ricas ni sabrosas como lo preparado con productos frescos de temporada-.
Si hablamos del alimento envasado, ponemos el ojo en el envase propiamente dicho y en los agregados que se necesitan para tener disponible ese alimento en cualquier momento que deseemos, por aproximadamente 5 años en “ese” envase; ¿cinco años un alimento? Sí, ¿qué te parece?… Hay algo que hace ruido.
Este mismo “ruido” que genera la cantidad de años de disponibilidad, podría ser una ventaja al momento de viajes largos donde no tenemos la comodidad de cocinar o en situaciones extremas, como confinamientos (con todos los cuidados de transporte o almacenamiento, claro).
La conservación de alimentos por largos períodos de tiempo implica minuciosos pasos: lavar, pelar, cortar, cocinar (todo el procesamiento), sellado del envase para que quede hermético (evitando que entre aire) y aplicación de calor (entre otros aditivos al envase y al alimento) para evitar posibles bacterias que nos causen enfermedades. Hasta ahí podrían ser cosas que vemos en el día a día de nuestra cocina; pero hay que tener en cuenta a nivel industrial todo lo que ello implica y que obviamente nada de todo eso podemos supervisar ni elegir nosotros mismos.
Con respecto al envase, desde su estructura (anillos, tamaño…) hasta el recubrimiento interno, todo tiene como fin CONSERVAR el alimento y que pueda soportar además de los procesos industriales, el transporte y manipulación hasta el momento de consumir: deben ser muy resistentes (cuidar de los golpes para que no se deteriore el alimento pero principalmente para que no se desprenda el barniz interno).
El interior del envase de hojalata se protege con barniz sanitario apto para el contacto con alimentos (generalmente: Bisfenol A), con el fin de preservar y evitar la oxidación de éstos, pero a pesar de esa aptitud, el exceso/acumulación se considera perjudicial para la salud (enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, entre otros) ya que, al estar en contacto directo con el alimento puede penetrar en el organismo. Si bien la cantidad de una lata no es muy elevada, la acumulación de éste, sí es dañina. Y continúo… se esconden varios aditivos, algunos impronunciables, claro que nada naturales, que tienen la función de preservar, pero también de dar olor, sabor, textura, color y buen aspecto al alimento. En muchos casos, son los principales sospechosos de contribuir o hasta de provocar enfermedades.
AZÚCAR Y SAL son los conservantes ancestrales, populares y más naturales, presentes en todas las conservas a pesar de que no seamos muy conscientes de ello. Por lo tanto, si tenés a los enlatados/tetrabrik como base de tu alimentación es probable que estés consumiendo cantidades de estos nutrientes muy por encima de las deseadas. Con respecto al sodio, si en el rotulado dice tener un 20% del total de agregados, lo recomendado es buscar alguna que tenga menos. La leyenda #sinsalagregada o #bajoensodio es una indicadora (pero leé y corrobora que así sea, comparándola con otras). La misma sugerencia para el azúcar, en todo tipo de alimentos, aunque no se trate de frutas enlatadas o postres. Es sabido que éstos nutrientes en exceso junto con la elección de otros hábitos poco saludables, colaboran con el aumento de la probabilidad de obesidad, enfermedades cardíacas, hipertensión, diabetes y otras crónicas no transmisibles.
En general, las proteínas, hidratos de carbono y grasas no tienen grandes modificaciones en el proceso de conservación. Tampoco los minerales y las vitaminas solubles en grasa, como las A, D, E y K. En el caso de las que se disuelven en agua, como las C y B, pueden deteriorarse y hasta perderse completamente, más aún en el momento que se someten a altas temperaturas. Por ejemplo, es sabido que la pérdida de vitamina C en zanahorias enlatadas alcanza un 90% del total de las que contienen crudas y recién cosechadas, (aunque también pierden vitaminas y minerales al ser cocinadas por nosotros mismos, esa pérdida es menor y puede variar según la técnica de cocción elegida).
Este dato de pérdida de nutrientes no es menor, ya que son primordiales en el proceso de conseguir tu salud.
No es lo último que comento sobre el tema, al contrario, pero por hoy remarco que consumir conservas/enlatados/tetrabrik: NO ES LO IDEAL
pero es preferible consumir -por ejemplo- verduras, legumbres y frutas en conserva,
antes que prescindir totalmente de ellas.
Hasta acá una introducción para que comiences a evaluar tus elecciones según tus tiempos, necesidades y contexto general. El próximo domingo te voy a comentar algunos consejos a tener en cuenta para cuando las circunstancias ameriten comprar enlatados, cuáles elegir, cómo guardarlos en tu casa y cómo utilizarlos para disminuir lo máximo posible el daño que pueden causar a tu salud.
Si tenés más dudas, espero tu mensaje privado al Instagram de @comemocion o @vialibrereconquista o mensaje privado en el WhatsApp del programa.
Lic en Nutrición
GONZÁLEZ, MA.DE LOS ANGELES
M.P.: 1615