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MUJERES DE RECONQUISTA: LA HISTORIA DE NÉLIDA TERESITA CAINELLI DE PAMPIGLIONI (MINÚ)

Nació el 1 de febrero de 1933 en el hogar formado por Enrique Cainelli, oriundo de Sopramonte, Italia y Ana Braccia, argentina, descendiente de italianos. Quienes formaron una familia con seis hijos: Alberto Luis, Carmelo Félix, Emma Catalina, Dora Yolanda, Livia María y Nélida más conocida por su apodo “Minú”.

Realizó sus estudios primarios en el Escuela Rivadavia y los secundarios en la Nacional de Comercio de donde egresó en 1951 como Perito Mercantil. En su promoción eran un total 17 de las cuales 4 eran señoritas.

Comenzó a trabajar como productora de seguros con su hermano Alberto en la oficina que ambos administraban y que además se ocupaba de la venta de fibra de algodón y derivados hacia las hilanderías de Buenos Aires o para la exportación.

El 8 de octubre de 1955 Minú contrae enlace con quien fuera su novio desde la adolescencia, Antonio Eugenio Pampiglioni, propietario de la Agencia Ford. A este hogar llegaron tres hijos: Eduardo Alberto, Roberto Carlos y Ana María.

Le pedimos a Minú que nos hable de la Comparsa Paranahiba.

Mi marido, Pichón, siempre recordaba con cariño a su abuelo que participaba en una murga de Santa Fe llamada “Los Negros Santafesinos”, mientras que en Reconquista, en cambio, no había nada. El decía que había que organizar algo para distraer y divertir a la gente. Finalmente, en el año 1968 Antonio junto a su amigo y vecino Raúl Caccia deciden disfrazarse para participar en el Corso como “El Quijote y Sancho Panza”. Es fácil deducir quien representaba a cada uno: Antonio, petiso y gordito era Sancho y Raúl, alto y flaco, el Quijote, montado en un “Rocinante” flaco que consiguieron prestado. Yo le había confeccionada el traje a mi marido y lo vestí de “Paje” a mi hijo Eduardo (que aún no me lo perdona). A la noche siguiente ya teníamos a la “Dulcinea” en una carroza, era Raquel Ríos, como embajadores iban Nidia Castets y otras chicas con trajes confeccionados con “chapitas de aluminio”, realizado por Eugenio Castets. Detrás seguían los “lanzallamas”. A la escuela de ritmo la improvisamos con los empleados de la Agencia Ford a quienes vestimos con camisa y pantalones blancos, agregándole algunos detalles rojos para simular el “estilo español”: fajas, bigotes y patillas y con algunos tambores y redoblantes que conseguimos marcaban el ritmo.

Al año siguiente ya teníamos a la comparsa bien organizada gracias al trabajo de mucha gente: Hugo Cardozo se había conectado con Bagual Fuentes, un bailarín de Resistencia que lo asesoró sobre coreografías, el artista plástico Norberto Fandos se ocupaba de diseñar los trajes y la carroza que luego Luis Longhi la realizaba y el músico de Avellaneda, Massey, dirigía la scola. El tema se llamó “Fantasía, color y alegría” y la reina fue Silvia Vera.

En 1970 se tomó como tema “Capricho tropical americano”, Reina Mabel Salame. Ese año se presentó también Paranahibita, a su carroza la diseñó Edith Jaureguiberry de Speranza destacándose por su estética.

Luego continuamos con otras temáticas como “África hechizada” y “Los signos del zodíaco”.

Las familias que apoyaban a Paranahiba eran muchas, pido disculpas porque sé que me voy a olvidar de numerosos nombres ya que el libro de actas vaya a saber en qué manos está; por nombrar alguna de las familias digamos: Rios, Oberti, Castets, Milocco, Borsatti, Firpo, Buyatti, Braccia, Bertucci, Ramírez y, por supuesto, todas las relacionadas con los integrantes, sean bailarines o músicos. Entre todos solventábamos los gastos y trabajamos en los trajes, que no era solamente “pegar lentejuelas” porque algunos iban totalmente bordados a mano, al igual que los zapatos de las principales figuras.

Entre las figuras femeninas más destacadas recuerdo como reinas, además de las ya mencionadas, a Enriqueta Destéfanis, Norma Aguilar, Laura Noemí Franzoy y Raquel Zanel. Como bailarinas recuerdo a Rosita Ruiz, Mary Cian, Susana Maglione, María Elena Bertucci, una chica de apellido Lacombe y Nidia Castets que siempre lucía trajes muy bordados que causaban admiración, por la confección de los mismos. Entre los jóvenes recuerdo a los “Dinámicos”, eran un grupo de baile formado por Víctor Sánchez, Orlando Sténico, Antonio Schmidt, Juan Cardozo y un chico de apellido Aranda. Después se llamaron los “Diabólicos”, se destacaban por los shows coreográficos. ¡Era fantástico observar la doble fila que hacían los muchachos con sus redobles de tambores para darle marco a la Reina, cada vez que ella bajaba de la carroza!.

Pero durante unos cuantos años la figura más destacada fue indudablemente Mary Gallo quien en cada presentación provocaba la ovación del público, especialmente del sector masculino, porque era muy sexi y contorneaba su figura de forma sensual. Ella primero integraba una escuadra, pero cuando vimos el éxito que tenia la ubicamos como embajadora. ¡Eso si era muy exigente con respecto a los trajes y zapatos que debía lucia, como correspondía a una Diva!

Hacia 1972 advertimos que no podíamos continuar solventando todos los gastos con dinero de nuestros bolsillos así que solicitamos a la Intendencia que, en los próximos corsos, dispusiera alguna entrada económica para los adultos, así se podría distribuir ese dinero entre las comparsas y aliviar la carga de los particulares que las sostenían.

Pero el intendente, se negó porque sostuvo que el Carnaval es una fiesta del pueblo y debía ser gratis. Nosotros, temporariamente nos alejamos de la conducción, la posta la tomaron otras personas, pero de cualquier manera nosotros seguimos apoyándola. Ahora que recuerdo esos años puedo decir que, además de trabajar, nos divertíamos mucho, vivíamos el Carnaval bien desde adentro y sentíamos cómo el pavimento de Patricio Diez vibraba cuando pasaba Paranahiba. ¡Era verdad! Se lo notaba en los pies de quienes caminábamos a la par de los bailarines. Era contagioso el entusiasmo que despertaba nuestra comparsa, recuerdo que la gente la aplaudía y entonaba sus cantos a viva voz.

Como sucede con todo en la vida también tuvimos algunos disgustos, por ejemplo, un año que la comparsa bailaba en San Francisco, Córdoba, estalló una bomba de las que se arrojaban adelante y resultaron heridos mi marido y mi nena que iban cerca y a un colaborador de apellido Guglielmi, debieron amputarle una pierna.

Además de la comparsa, Minú tenía otras actividades sociales porque su esposo estaba vinculado a varias instituciones y ella lo acompañaba. Por ejemplo, en el Rotary Club cuando se donaban camisones y pañales (de tela) al hospital, ella era la que confeccionaba los mismos, a veces eran piezas enteras que había que cortar y coser.

Junto a su hermano Alberti Luis y a su cuñado Juan Pedro Oberti, trajeron la primera línea aérea comercial a esta ciudad. Se denominaba NORSUR y cubría las ciudades del litoral.

Como servicio a la comunidad integró la primera comisión de Damas Voluntarias del Hospital, la que se fundó en 1969 y se llamó “Damas de Rosa” por el color de los guardapolvos que usaban. Trabajó también en el Circulo Trentino de Reconquista y, junto a otros, realizó la tarea de censar a los descendientes de italianos procedentes de esa región.

El 15 de agosto de 1978 falleció su esposo, Antonio Pampiglioni. Esta situación la obligó a sumar otro trabajo al que ya tenía, ingresa entonces al establecimiento “Princesita” cuyo propietario era su cuñado Héctor Castets, ocupándose especialmente de la decoración de tortas, allí también tuvo oportunidad de mostrar su creatividad.

En ese trabajo encontré muchas satisfacciones porque era un ambiente familiar con buenas relaciones hacia los empleados. Lamentablemente luego cerró sus puertas.

Mis hijos no viven en Reconquista porque trabajan en sus respectivas profesiones y en lugares distantes. Pero no estoy sola porque tengo conmigo a una familia del corazón que me ha dado otros hijos y otros nietos.

¿Cómo finalizamos la entrevista, Minú?

… y podemos finalizar diciendo que la Comparsa Paranahiba fue un capítulo feliz de mi vida, pero que también hubo otros capítulos: el estudio, el trabajo, el amor, la familia, ayudar al otro, superar múltiples dificultades …

En fin creo que mi vida ha sido rica y la sigo disfrutando cada día porque todavía tengo proyectos, ilusiones, energías y una mano que tender a los que la necesiten.

Entrevista a Nélida Cainelli de Pampiglione 19 de noviembre de 2014


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