MUJERES DE RECONQUISTA: LA HISTORIA DE NARCIZA MENDEZ: UN DESTINO INESPERADO:
«Paradójicamente, la oportunidad vino de la mano de una enfermedad: tuve peritonitis, me operaron y debí estar internada en el Hospital cerca de un mes, tiempo en que pude apreciar el trabajo de las enfermeras”.
Ejercer el cuidado del otro fue para Narciza un destino inesperado, cuando la enfermera empírica cobraba lugar en los ámbitos hospitalarios, pero anticipa la formación profesional.
Nació el 23 de mayo de 1932 en Villa Ana, uno de los pueblos del Norte santafesino que tuvo determinada por su historia por la empresa La Forestal. Sus padres fueron Narcizo Mendez y Salta Quintana, quienes formaron una familia numerosa de 12 hijos. El padre trabajaba de hachero en La Forestal. Narciza recuerda aun, con dolor, la precariedad de aquellas construcciones de lona y chapas con las que se armaba un provisorio refugio para vivir.
En la entrevista realizada a Narciza Mendez, el 12-09-2014, ella contó parte de su historia:
“En 1940 la Forestal le dio de baja a papa, vaya a saber por que, ahí fue que nos instalamos en un paraje llamado El Piave, cerca de Villa Ocampo, todos los mayores trabajamos en la caña de azúcar. Recuerdo que allí por fin, fui a la escuela cuyo maestro era Victorio Arzamendia. Vivíamos mejor que antes porque teníamos gallinas, una vaca, un caballo y una huerta con verdura”.
Por decisión de su padre, la familia se trasladó a la ciudad de Reconquista. En ese entonces, ella tenía 14 años. Ya no era tiempo de escuela, había que buscar trabajo, entonces se empleo “cama adentro” como se le decía al personal doméstico que dormía en la vivienda de sus empleadores, durante unos años, pero ella tenía aspiraciones de crecer.
Antes de completar el curso que dictaba el Hospital Central, se inauguró, en la ciudad el “Sanatorio Reconquista” y el doctor Guillermo Pietropaolo, convocó a 4 estudiantes de enfermería para comenzar a trabajar en ese centro de salud: las hermanas Yolanda y Belkis Martinelli, Amanda Silvia y Narciza.
“Comenzamos armando las camas y aseando todo hasta que quedó a punto, solo faltaban los pacientes y una tarde llegó el primero, don Esteban Suligoy, de profesión taxista. Era una emergencia pues había que operarlo de apendicitis… Además, esa misma noche se produjo el primer parto, la señora, de apellido Camano, fue atendida por doña Victorina Moglia de Pallares quien se encargó de anunciar: ¡es un varón!
Todos festejamos la llegada del primer bebe del Sanatorio. Hay que aclarar que en esos tiempos eramos pocos y nos sentíamos como una familia. Nos llevábamos bien y trabajamos de buen humor, aunque las tareas eran intensas: empezábamos el día haciendo la limpieza y también servimos las comidas. A los pacientes, los curábamos, controlábamos sus medicamentos, en fin, todo. Por la noche quedaba una sola enfermera de guardia, si había alguna emergencia se llamaba a doña Rosa y don Pancho Ugueruaga, que vivían allí mismo”.
Narciza o Tita, como todos la conocían, se casó en primeras nupcias con Eduardo Nardelli, y tuvo 2 hijos: Monica Alejandra y Sergio Eduardo, pero a solo 10 años de la boda, en 1969, el esposo falleció y quedó sola para educarlos y hacer frente a todas las deudas que habían quedado como resultado de la enfermedad del marido, además del préstamo para la casa, asi que se abocó a retomar su profesión de enfermera. No fue fácil.
Sin embargo, a los 6 meses fue convocada por el Hospital Central, donde se desempeñó en la Sala de Primeros Auxilios, luego en la Sala de Mujeres y finalmente en Maternidad. Se jubiló a los 57 años.
“Tengo numerosas anécdotas pues en Emergencias una enfermera no tiene tiempo de aburrirse. Recuerdo que una vez llegó un matrimonio, la señora manejaba el auto, el esposo estaba casi desvanecido. Venían desde el norte, pero tuvieron un percance: un guijarro de la ruta produjo la rotura total del parabrisas y para colmo de males una avispa entró al coche y pico a este señor que era muy alérgico. Le hice los primeros auxilios y fui corriendo a la casa del médico más cercano al hospital quien le aplicó una inyección de adrenalina directo al corazón. Al otro día le solucionamos el problema del parabrisas y esa gente se fue muy agradecida”.
Narciza Mendez tuvo un segundo matrimonio con Francisco Acuna, viudo también con 2 hijos, formando así una familia ampliada.
Hoy en día, Narciza ocupa sus días arreglando las plantas, cultivando amistad con sus vecinas y recibiendo a sus nietos. Pero también que cuando alguien necesita una enferma, ella siempre está dispuesta a ayudar.
¡FELICES 90 AÑOS, TITA!
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