María Galibert de Joffre representa a aquellas mujeres inmigrantes, escasas numéricamente que, por la instrucción recibida en su tierra natal, pudieron brindar servicios a esta joven comunidad que necesitaba no solo población apta para el trabajo rudo, sino también personas capacitadas para ocuparse de la educación y de la salud.
A través de Ángela Merini de Sánchez, doña María nos cuenta su historia:
“Nací hace mucho más de un siglo, en una pequeña aldea llamada Narbonne, al Sud-Este de Francia. La infancia pasó rápidamente y el amor llegó muy temprano a mi vida. Junto a mi esposo, Próspero Joffre, francés como yo, llegué en 1885 a este país, en el marco de la Ley de Inmigración y Colonización de 1876.
Buenos Aires, Jobson Vera y Reconquista fueron nuestras residencias sucesivas en Argentina.
A partir de 1905 me dediqué a la enseñanza. Instalé una escuela que llamé “Santa María”. Allí asistían niños de hogares muy conocidos: Elma Ittig, Ángel Capózzolo, Alberto Roveda y Homero Corti, entre otros, donde además de la enseñanza primaria recibían lecciones de jardinería, horticultura y francés.
Justamente las clases de francés, cuyo estudio era optativo, estaban a mi cargo.
Funcionó hasta que se creó la Escuela Normal en 1915.Mis pequeños alumnos, los que nombré antes, se convirtieron en sus primeros egresados como maestros. No pudo mantenerme alejada de la enseñanza, desvincularme de los niños y jóvenes que tanto amaba, por ello en su casa funcionó el Conservatorio Musical Argentino, adscrito al Conservatorio Fracassi de Buenos Aires cuyo director fue el Profesor José Gamba y yo me desempeñé como Secretaria desde su fundación en 1916 hasta el 20 de julio de 1935, cuando me sorprendió la muerte.
Hablo de la muerte física, porque esta querida ciudad me honra por la labor que realicé en favor de la educación y la cultura. Sólo puse mi ser en ello, nunca pensé en tener significación en el futuro, Sin embargo, la generosidad de ustedes me la dio.
Todos y cada uno de los días, muchos niños de blancos delantales se cobijan en la Escuela Nº 1305, que desde 1988, exactamente a 100 años de mi radicación en Reconquista, se llama MARÍA GALIBERT DE JOFFRE, por voluntad de su comunidad educativa.
Gracias por su generosidad. Aunque nací en Francia siempre me sentí reconquistense.
Gracias por dejarme cerca de los niños. Gracias por este y cualquier otro homenaje. No se si lo merezco. Gracias.”
El 20 de julio de 1935 Reconquista despidió a la “Gran Mere”, como la llamaban sus alumnos, con reconocimiento hacia su labor.
Colaboración: Ángela Merini. Texto escrito para la Muestra “Mujeres de
Reconquista”, en el Museo Histórico de la Ciudad. Año 1993′.
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