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MUJERES DE RECONQUISTA: LA HISTORIA DE MARÍA DOMINGA LOMBARDO DE CRIVELLO

Oraciones curativas:

Nació el 9 de febrero de 1908 en San Francisco, provincia de Córdoba. Sus padres fueron Ángela Salvay y Simón Lombardo, ambos piamonteses, venidos a la Argentina en viaje de boas, luego decidieron instalarse aquí. Hijos de este matrimonio eran Carolina, Francisco, Teresa, Ángela y María Dominga.

Esta mujer, como tantas de aquellos tiempos, había asistido a la escuela sólo dos o tres años, lo indispensable para aprender a leer, escribir y las operaciones básicas.

Después que falleció su padre hizo un viaje a Europa junto con su madre y el matrimonio integrado por su hermana Teresa y el esposo de ésta, cuyo apellido era Scaraffia para visitar a los parientes italianos, fueron en barco y ella solía recordar un hecho que le resultó impresionante, fue cuando arrojaron el cuerpito de una niña que había fallecido en alta mar. También contaba que en el zaguán de la casa hacían asado sobre un brasero para asombro de los italianos.*

En plena juventud se casa con Juan Crivello, ciudadano de San Francisco y comienzan a formar su familia con el nacimiento de dos niñas: Elba y Mirta.

En la década del cuarenta llegaron a Reconquista pues Juan fue enviado a trabajar en Teléfonos del Estado como jefe de Seccional Plantel, les gustó esta ciudad por lo cual se sintieron muy a gusto como para arraigarse en esta tierra litoraleña. Vivian en la casa que tenía la Telefónica, en calles 9 de Julio y Mitre. María ´cosía para fuera´ como se decía en referencia a las modistas, era muy compañera de su marido y de sus hijas. Católica practicante y generosa con los humildes.

Creo que a curar le enseñó su madre quien había traído esas creencias desde Italia. Ella lo hacia como un servicio a la gente que venia a pedirle ayuga ante alguna dolencia que sentía, tales como la ´culebrilla´o ´fuego de San Antonio´, el empacho, el hígado y ´los nervios´, todo en base a oraciones.

Por supuesto no cobraba nada y si alguien le quería dejar un dinero ella decía: “guárdelo y cómprele algo a sus hijos”.

También recuerdo cuando íbamos a San Francisco, a visitar parientes, en un Chevrolet 36, a la velocidad de 40 km/h, el asfalto de la ruta 11 llegaba sólo hasta San Justo, más de una vez mi madre quedaba en el volante mientras mi hermana, mi papá y yo empujábamos el coche en medio del barro. Esos viajes duraban un largo día por eso llevábamos una canasta con un pollo, huevos hervidos y frutas pues se hacía un picnic a mitad de camino.

Mi madre siempre conservó un espíritu algo aventurero. Con mi esposo y los chicos solíamos ir de vacaciones en una casa rodante, ella se anotaba siempre, aún cuando ya era bastante mayor y lo pasaba muy bien pues se adaptaba a todas las circunstancias. Fue muy compañera de los nietos quienes le decían ´la Tata´.

Tras una vida apacible falleció el 21 de enero de 2008, pocos días antes de cumplir los 100 años. La Extremaunción se la dio un sacerdote a quien ella le curaba el empacho cuando era niño.*

*Mirta Crivello de Corti: hija

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