En el hogar de Esteban Morzán y Lucía Vicentín, nació Magdalena cuando transcurría el año 1836. La localidad se llamaba Mariano del Friuli en la provincia de Gorizia, territorio que pertenecía al Imperio Austro Húngaro.
A los 22 años Magdalena se casó con Giovanni Batista Lorenzón y formaron una numerosa familia con nueve hijos: Antonio, José María, Juan, Catalina, Lucía, Luisa, María y Rosa. Todos nacieron en Mariano del Friuli.
Como tantos otros campesinos pobres de esa región decidieron emigrar. Realizados los trámites necesarios partieron del puerto de Génova en el vapor “Pampa”.
Usualmente las empresas navieras despachaban naves viejas para los viajes de inmigrantes. Con pasajes de tercera o cuarta clase, hacinados en bodegas malolientes, compartiendo esos mínimos espacios con otros desheredados como ellos, de variadas nacionalidades, penaron durante más de treinta días hasta llegar a destino.
En medio de la travesía se desató una tormenta muy fuerte. Las ráfagas de viento y agua sacudían al maltrecho “Pampa”. El capitán ordenó arrojar al mar todos los objetos pesados. Cuando le tocó el turno a la máquina de coser de Magdalena, ella se aferró a la misma en un desesperado intento de impedirlo. Y lo logró. La máquina era su herramienta de trabajo con la cual se aseguraba el pan de cada día en el futuro incierto del desconocido país al que se dirigían.
“Llegaron a Buenos Aires el 18 de marzo de 1879 y luego de pasar unos días en el Hotel de Inmigrantes, por vía fluvial vinieron a Goya y desde allí una barcaza los trasladó a Reconquista. Se instalaron en la colonia, donde el Coronel Manuel Obligado les adjudicó las concesiones Nº 48 y 54 y a los dos hijos mayores, media parcela a cada uno” (1)
Todos se dedicaron con gran empeño al trabajo de la tierra. El espíritu de esta familia, como el de tantas otras que arribaron a este norte, se caracterizaba por el valor del trabajo y del esfuerzo personal. Los hombres roturaban la tierra y manejaban el ganado, las mujeres desarrollaban su actividad en la cocina, considerada el centro del hogar.
Magdalena, además de esos quehaceres domésticos, pedaleaba sin descanso en su trajinada máquina de coser para vestir a toda su familia que, poco a poco, se fue ampliando con la llegada de nueras, yernos y nietos. La Singer a pedal era para todos ellos un símbolo de la tenacidad y resistencia de Magdalena ante la adversidad.
“Giovanni Batista junto a otros connacionales fundaron la Sociedad Austro Húngara de Socorros Mutuos el 18 de agosto de 1894. La confraternidad les permitía superar la diáspora y mantener viva la memoria y las tradiciones”.(2)
La Singer no descansa
no descansa Magdalena
piensa que bien vale pedalear
por los hijos, por el árbol,
por las mieses, por la tierra:
por los sueños que se hicieron realidad.
Pasaron los años entre cosechas, langostas, sequías, veranos y vivencias familiares.
Los hijos fueron formando sus propias familias lo que obligó a la subdivisión de la tierra y las generaciones posteriores debieron pasar por la experiencia de abandonar el campo en procura de nuevas perspectivas. Pero esto ya no lo vio Magdalena, que cerró sus ojos el 11 de julio de 1911.
Colaboraciones:
Adolfo Lorenzón: datos familiares.
Jorge Lorenzón. Tataranieto (1)
Hugo Escobar. Tataranieto (2)
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