Juan y Teresa integraron el contingente de 200 familias que vinieron en 1879 para poblar la Colonia Nicolás Avellaneda. A alguna de ellas, Obligado las estableció en Reconquista. Ese fue el caso de este matrimonio. Con el trabajo duro se prosperaba en esta tierra, por eso lograron que también viniera la hija Judith con el esposo Marcos del Zotto y sus hijos Luis, Ana Maria, Atilio, Rosa y Jose. Se establecieron en las inmediaciones de Colonia Abipones. Allí nace Sixto, el hijo argentino de esta familia italiana.
Según un descendiente, Judith Buyatti había contratado a una indigena para que la ayudara en los menesteres de la casa. Esa mujer se había encariñado con el pequeño Atilio, que era su predilecto.
Un día, como tantos, Atilio salió al atardecer para arrear los animales hacia los corrales, tarea que siempre hacía, pese a su corta edad, cosa común en el campo, donde todos colaboran en el trabajo. Pero Atilio no volvió. Solo se encontró su yegua, con las riendas sueltas.
Hay distintas versiones sobre el hecho, pero se dice, aún hoy, que no hay dudas sobre la responsabilidad de la mujer indigena, que luego también desapareció.
Judith Buyatti, corajuda, desesperada, a diferencia de su esposo apocado y sensible, busco a su hijo sin descanso. Enfilo hacia el Sur, creyendo que allí se encontraba. Luego optó por el Norte, atenta a una menor versión sobre un cautivo rubio.
Así siguieron los días de Judith, entre la angustia y las oraciones. De vez en cuando se animaba cuando llegaban versiones sobre un cautivo rubio. Nunca dejaron de buscarlo. Nunca lo encontraron.
Judith Buyatti de Del Zotto falleció el 15 de mayo de 1918.
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