La historia de Beatriz María Azzarini: La profe de castellano.
Nació en Reconquista el 27 de abril de 1922, hija de José María Azzarini (farmacéutico) y de Ana Contepomi. Sus hermanas fueron: Ana, Clorinda, Berta, Elisa, Beatriz, Lucy y Delia.
Cursó la primaria en la Escuela Normal Nº 3, la secundaria en el Liceo de Señoritas de Santa Fe, y los estudios terciarios en la Escuela Normal de Paraná, donde obtuvo el título de Profesora de Castellano, Literatura y latín. De regreso a nuestro medio ejerció en la Escuela Industrial, en la Escuela Nacional de Comercio y en la Escuela Normal.
Para recordar a esta docente recurrimos a la mirada y a la reflexión de un escritor Reconquistense, Florentino Hernández, que fuera su alumno y así la recuerda:
“Yo fui su alumno en la primera de esas instituciones educativas en 1950, 1951 y 1952, en primero, segundo y tercer año respectivamente.
Aquellas mañanas del secundario, con el cielo al alcance de la mano y el ambiente quieto del pueblo, eran el marco ideal para las clases de castellano, al menos así lo veo a aquel tiempo en el paisaje de mi memoria.
La profesora Azzarini se dirigía a todos y a cada uno de nosotros con preguntas que en la labor diaria no eran pruebas decisivas para salvarnos o quedar aplazados sino una concepción característica que empleaba para matizar la tarea con eficiencia, ritmo y armonía. Sus clases tenían un interés especial que hacía que todos participáramos. Los diálogos eran vivos, coloridos de hechos cotidianos. El aula estaba colmada de la expectativa que guarda el misterio de la lengua.
Entre el estudio de los verbos, las oraciones y la semántica nos solía leer con voz diáfana y enfoque crítico pasajes literarios de grandes escritores y, a la par, comentaba aspectos reveladores de su pensamiento. Ella nos hizo conocer a Rubén Darío, José Hernández, José E. Rodó, Horacio Quiroga, Rudyard Kipling, Cervantes, Stevenson, entre otros.
En rigor, la profesora Azzarini no se limitaba sólo a cumplir con el programa, su afán iba más lejos: se preocupaba por darle formación a la personalidad del joven. Para ello se valía, en gran parte de la gramática y la literatura. Además de enseñarnos a usar con pulcritud y fidelidad nuestro idioma, nos hacía estar atentos a los nuevos giros renovadores para incorporarlos y vigorizar el lenguaje.
Había, muchas otras pequeñas cosas que no estaban ni el reglamento ni en los textos, sino más bien en el propio aire de exploración y hallazgo que educador y educando íbamos creando poco a poco en el salón. Nos enseñaba a leer y a reflexionar a internarnos paso a paso en el mundo fascinante de la literatura.
Ya por aquellos días a mí me gustaba incursionar en la creación literaria con mis primeras tentativas, las cuales no podían pasar por alto para una profesora tan dúctil como la señorita Beatriz. En todo momento me alentaba para que persistiera en ella. Sin duda sus palabras fueron verdaderos mojones orientadores fijados en mi primera juventud, “Florentino, frecuéntelos a los grandes escritores como Cervantes y Stevenson, en su literatura va a encontrar tesoros ocultos”, me dijo en su última clase.
Florentino Hernández.
Beatriz Azzarini contrajo matrimonio con Rodolfo Gómez Gigliani y tuvieron dos hijos. En 1956 se radicaron en Corrientes, donde ella ejerció durante años en el Colegio Nacional. Integró la Junta de Clasificaciones para las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones con Sede en Paraná.
Abatida por una larga y dolorosa enfermedad, falleció en Corrientes el 29 de junio de 1983, y sus restos descansan en el cementerio de nuestra ciudad.