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MÍRAME BIEN, PUEDO MORIR, Y UNA Y MIL VECES RENACER 🇦🇷

Al final hubo justicia. Y quizás, deba denominarse como justicia divina: cómo si fuera una nítida señal del destino, al final del camino, Lionel Messi lo logró. 

Si, finalmente venció a todos sus fantasmas. A todos los prejuicios. A todas las críticas. A todas las injusticias. A ese flagelo del argentino resultadista, que no se permitía disfrutar de su magnífica obra, la cual ya está escrita con letras de oro en el Olimpo de los Dioses del fútbol mundial. 

Desde sus primeros días en Barcelona, Messi empezó a reescribir la historia del deporte rey casi a piacere, mutando de un desequilibrante joven extremo, pasando por su etapa del goleador implacable -¡91 goles hizo solamente en 2012!-, hasta llegar por fin a la materialización del jugador de futbol total. 

Acaso por eso con 35 años aún se puede dar el gusto de ser el mejor del mundo: la gambeta de Maradona, la construcción de juego de sus amigos Xavi e Iniesta y las cifras goleadoras de Cristiano Ronaldo o Pele…

Es claro que llegar a esta versión le costó un desgaste anómalo respecto a su edad biológica: tal como expresó hace unos días el gran Jorge Valdano, Messi en este Mundial tuvo que “rascar hasta el fondo de la olla, explotar hasta su última gota de talento”. Era la única manera.

Y vaya si lo hizo: 7 goles en 7 partidos -habiendo marcado en todos menos contra Polonia-, jugando y haciendo jugar, rescatando a Argentina del abismo en los momentos críticos y hasta dándose el lujo de hacer 2 goles el 18 de diciembre, en la inolvidable final de la Copa del Mundo contra Kylian Mbappe, el villano ideal de esta película.

Sumando sus otros 4 Mundiales jugados, Messi sumaba 6 goles, los cuales fueron todos en fase de grupos: ninguno en las instancias definitivas. En Qatar, y con 35 años, hizo 7, de los cuales 5 fueron en las fases de knock-out, en las cuales hizo goles en todas (2 de ellos en la gran final). Implacable.

 

“Mírame bien, puedo morir, y una y mil veces renacer”

“Morella”, álbum “Verde paisaje del infierno”, Los Piojos, año 2000.

 

Lo quisieron hacer cenizas una y mil veces. Pero el Ave Fénix siempre respondió y renació: porque él sabía que lo tenía que seguir intentando. Porque en un lapso de 24 meses tuvo la desdicha de perder 3 finales con Argentina: la primera de ellas, la mítica Copa del Mundo de Brasil 2014, y luego 2 finales de Copas América, contra un rival históricamente de menor calibre como es la selección chilena.

En la segunda de ellas, él mismo fue quien malogró el penal en la definición continental, lo que significó un mazazo para un grupo que en los momentos difíciles depende casi en exclusividad de él. Esa noche en Nueva Jersey, hace 6 años y medio, anunció su retiro de la Selección Argentina, prometiendo no volver. 

 

Mírame bien, dijo al partir, no te sorprenda, volverme a ver.”

“Morella”, álbum “Verde paisaje del infierno”, Los Piojos, año 2000.

Automáticamente, en Argentina el dolor por perder la final de la Copa América 2016 dejó de existir y se transformó en el miedo de no volver a ver nunca más a Lionel Andres Messi con la celeste y blanca: uno no se da cuenta lo que tiene hasta que lo pierde. 

Personalmente, creo que ese día empezamos a valorarlo en su justa medida. Y Leo respondió: un puñado de meses después, el mejor de todos estaba de vuelta.

26 de junio de 2016. Messi erra el penal en la definición contra Chile, Argentina pierde su tercer final en 24 meses y el "10" termina renunciando a la Selección Argentina.

26 de junio de 2016. Messi erra el penal en la definición contra Chile, Argentina pierde su tercer final en 24 meses y el «10» termina renunciando a la Selección Argentina.

En línea con su carrera de ensueño, su legado trasciende lo deportivo: él sabía que tenía que ir en búsqueda de su sueño. Y lo intentó una y otra vez, hasta que terminó ganándole a su propia historia, la cual parecía que siempre quería impedir que logre su cometido. 

Cuántas veces habrá sonado el propio Messi con ese centro cruzado que conecta Mario Gotze, el cual significó la victoria de Alemania contra Argentina en el Maracaná, el título mundial para los teutones y la mayor frustración futbolística para nuestro país. El mismo dijo que muchas noches no podía dormir pensando en ese momento. 

Y cómo responde ante eso? Justamente como tenía que ser: en el segundo tiempo extra se encarga de realizar “su pequeño homenaje a Gotze”, el cual era el gol del campeonato. Había convertido su pesadilla en su mayor conquista. 

Pero ni así se pudo: en la violenta dinámica de la final de Mundial más impactante de toda la historia, una involuntaria mano de Gonzalo Montiel termina siendo sancionada como penal y cambiada por gol por Kylian Mbappe. Había que sufrir en los penales. 

Sin embargo, algo había cambiado: tal como se lo demostraron desde el primer momento, este grupo de jugadores iban a morir por él, iban a ayudarlo a lograr lo que la historia le debía, y que el destino le estaba queriendo arrebatar una vez más. 

Una vez más, se encarga de patear el primer penal y encaminar la serie. A diferencia del día de su retiro de la Selección, cuando en la Copa América de Estados Unidos 2016 tira su penal lejísimo del arco -en una clara muestra de nerviosismo- esta vez definió sutilmente, con la tranquilidad interior que él necesitaba para afrontar estos momentos cruciales.

Solo quedaba confiar: ya nada más podía hacer. Fuese cual fuese el resultado final, él ya era el mejor jugador del Mundial. Lo había dado todo. 

Finalmente, el “Dibu” Martinez, Paulo Dybala, Enzo Fernandez y Gonzalo Montiel le terminan dando la victoria que tanto merecía: se apoyó en el grupo y lo logró. Al final del camino, el mejor jugador de la historia le había ganado a su propio destino.

 

GRATITUD ETERNA A NUESTROS QUERIDOS PRÓCERES:

Llegó la hora de los homenajes, y hora de trazar la que (espero) sea una de las últimas comparaciones entre Lionel Messi y Diego Armando Maradona. 

Si algo bueno tuvieron los últimos años en vida de Maradona, fue su paso recorriendo el país como director técnico de Gimnasia Esgrima de La Plata: cada vez que el Lobo debía jugar como visitante, las canchas del fútbol argentino se rendían en un sentido abrazo a su gran ídolo, sacando sus últimas sonrisas en tiempos muy difíciles para el.

El Pelusa pudo despedirse con el clamor popular que siempre lo acompañó, y eso es lo único que quiero destacar como positivo de sus últimos instantes. Que su último momento en una cancha de fútbol haya sido en su querida Bombonera enfrentado a Boca es un cierre correcto de la vida y obra de tamaña leyenda.

¿Y todo esto que tiene que ver con Messi? Mucho. Porque no se sabía que iba a ser de su futuro en la Selección Argentina después de Qatar 2022. Sin embargo, Leo confirmó ayer que seguirá jugando unos partidos más en la Selección Argentina, por lo que él también recorrerá las canchas de nuestro país escuchando el merecido “Dale Campeón, Dale Campeón”.

Merecido para ambos: tanto para Diego como para Leo. No los comparemos más, disfrutemos a ambos. Abracemos a Leo cómo hicimos con Diego en sus últimos días en vida, al ritmo del “Dale Campeón”, que tanto se merecen.

Permitámonos disfrutar, como lo debe estar haciendo el Diego desde el cielo, con Don Diego y con la Tota, por toda la eternidad.

Muchachos, ahora solo queda festejar,

ya ganamos la tercera, ya somos campeón mundial

Y al Diego, le decimos que descanse en paz,

con Don Diego y con La Tota,

por toda la eternidad».

Muy feliz navidad a todos. Seamos felices por que lo merecemos. Finalmente se nos dio. ¡SOMOS CAMPEONES DEL MUNDO!

Un abrazo grande,

Gianluca Odasso.

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