No es un tema nuevo, pero que por recurrente no deja de ser importante, para abordarlo desde esta columna editorial. Es más, en la medida que no se encuentren alternativas de solución, el problema sigue creciendo y profundizándose. Lo importante, lo dijo ya Albert Einsten: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo”. Dijo también: “Las crisis son la mejor bendición que puede sucederle a personas y a países porque las crisis traen progresos”. ¿Será que estamos realmente en crisis? ¿Será que lo que viene es el progreso? Advirtió también: “La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura” ¿Será que estamos en la más oscuro de lo noche, previo a que despunte el alba? ¿Somos realmente creativos?
Todos estos interrogantes tienen que ver con la sociedad cada vez más violenta en la que vivimos. Hasta no hace mucho tiempo atrás, los robos, los atracos, la delincuencia, entre otros delitos, parecían sucesos de las grandes ciudades.
Luego fuimos advirtiendo que estos flagelos comenzaron a llegar también a nuestras ciudades, preferentemente en dos barrios donde existe menor contención. El problema se fue extendiendo, llegó a la zona más céntrica y también a localidades con mucha menos densidad poblacional. Tampoco ya son hechos que se reducen o limitan a la noche, se van sucediendo a cualquier lugar y hora del día.
¿Quién no fue víctima de un robo, o tiene un familiar o amigo que lo haya sido en este último tiempo? Es más, en el último mes y quizá ya en la última semana. Los robos o delitos contra la propiedad se suceden cada vez con mayor continuidad y parecen no tener fin. Lo confieso con mucho pesar, ya el robo de una garrafa, una bicicleta, un celular y hasta una moto dejaron de ser noticia, simplemente porque son moneda cada vez más corriente. Lamentablemente, estamos naturalizando lo que debería ser una excepcionalidad o lisa y llanamente no debería existir.
Las cosas cambiaron, no hagamos siempre lo mismo. El problema es cada vez más profundo y complejo. Necesitamos imperiosamente tener una mirada diferente y desplegar nuevas acciones. Lo que resultó valioso en otro momento, puede que hoy ya no lo sea. Estuvo muy buena la convocatoria efectuada por el Jefe de la Unidad Regional IX de Policía, Comisario Director Julio César Lucero, a todos los actores involucrados con la seguridad, o en su defecto, la inseguridad. Es un buen principio, pero no autosuficiente. Fue solo el comienzo de una hoja de ruta a definir; y después debemos ir a la acción. Sí, debemos ir a la acción tan pronto sea posible.
La creatividad nace de la angustia. Toda persona o familia que es objeto de un robo, sufre un doble daño. Por un lado, lo material que le sustrajeron, pero lo más ruinoso, a no dudar es el daño moral que origina un delito de esta naturaleza. El miedo, la angustia, el temor, permanecen por lapsos de tiempo en todos los casos considerables. Me queda el relato de Javier, que contó en Vía libre Radio el robo que sufrió su hija, que a plena luz del día iba en su bicicleta rumbo al trabajo. Fue interceptada en Bv. Lovato y Olessio y los malhechores le sustrajeron el celular. ¿Sólo el celular? Sí, sí, pero el temor que le generó fue tal, que la joven se preguntó cómo ir al trabajo cotidiano sin deber exponerse a ese tipo de peligros. Es una pregunta que no encuentra fácilmente una respuesta valedera.
¿Estamos en una ola de robos y violencia? Todo parece indicar que efectivamente es así, a no ser que la gente ahora, ya cansada hasta el hartazgo, haya decidido hacerlo público a través de los medios de comunicación o por las redes sociales. Lo nuestro no responde a un dato estadístico, es en todo caso lo que marca la realidad, y atención no es ya una sensación. También muchos de ustedes señalan que muchas veces las denuncias no son debidamente tomadas en las sedes policiales. ¿Casualidad o estrategia?
Un problema que requiere una solución a nivel comunitario. Los actores actuales resultan insuficientes ante la gravedad de la situación. El trabajo articulado, en redes, en territorio, es más que necesario, pero en la práctica es puro relato por no decir que suena a cuento, o bien, no alcanza para establecer una estrategia y acciones capaces de poner freno a este flagelo. Es muy evidente, se trata de un problema multifacético, que requiere del compromiso de muchos actores, pero lo más importante: todos debemos sentirnos partícipes de esta gran pandemia que nos desafía, lo único que no debemos hacer, es no hacer nada. Es de desear que seamos comprometidos, creativos y que el progreso esté llegando. Nuestros hijos y nietos nos lo habrán de agradecer.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso
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