Finalizamos una semana con elevadísimas temperaturas, por donde se las mire y no únicamente haciendo alusión a la cuestión climática. El epicentro de la hoguera política fue el Congreso de la Nación. Veníamos de jornadas frenéticas, y como sucede con el tiempo, finalmente llegó la tormenta y todo implosionó. Más que una tormenta, fue un verdadero tsunami con consecuencias todavía imprevisibles. Algo queda claro después de tanta improvisación, nada será igual luego que este gobierno sufriera la primera derrota a nivel parlamentario.
¿Autoflagelación? Es la gran pregunta que no resulta fácil de responder. A pesar de la aprobación en general de la Ley Ómnibus el viernes anterior, se dijo expresamente que se debía seguir dialogando y consensuando para que pueda ser aprobada en particular, porque había una serie de puntos por acordar. Esto es más o menos lo habitual en la tramitación de un proyecto de Ley hasta que logra su aprobación.
Milei estaba ya en Israel y desde tierra santa ordenó que el proyecto se retire y se termine todo allí. La vuelta a comisión significa volver a empezar de cero, la aprobación en general queda sin efecto. ¿Sabían esto los negociadores del gobierno? Significó perder más de un mes que se tira por la borda.
¿Fueron traicionados? Lo que les falta conocer en materia política y legislativa, les sobra al momento de apelar a un discurso antipolítico y al manejo de las redes. Con una salvedad, un país no se gobierna por las redes sociales y una cosa es estar en campaña para llegar al poder (lo que se llama faz agonal) y otra muy distinta es cuando ya se está en el poder (faz arquitectónica o estructural de la política). En síntesis, la campaña ya terminó y ahora viene lo más difícil que es gobernar un país indomable como la Argentina.
País arrasado. Milei recibió un país quebrado. No hay dudas de ello y mire por donde se lo quiera mirar. Con una inflación superior al 200%, somos campeones mundiales, los números 1. Ingrato privilegio si los hay y con una serie de atajos para que el despropósito no fuera todavía más importante y doloroso. La inflación en estos términos, se sabe, es pariente de la pobreza y la indigencia, que crecieron a valores de países históricamente muy pobres. Inadmisible para una nación como la Argentina, que tiene un potencial tan admirable como generoso, pero fuimos gobernados por una manga de rufianes ignominiosos.
¿Milei es la solución? Ese es el gran interrogante que muchos se plantean a dos meses de haber asumido la presidencia. Por el momento, y pese a alguna tendencia a la baja, mantiene cierto apoyo social, especialmente del núcleo duro (30% de la sociedad), el resto se irá irreversiblemente escurriendo si no logra cambiar ciertos indicadores económicos que impactan en lo social: inflación, tarifas, combustibles, etc.
La realidad mata relato. Aquí también, la gente y con razón exige comenzar a ver resultados y que este descomunal esfuerzo se justifique. Lo que si llama poderosamente la atención hasta el hartazgo es que los que dejaron el país en llamas, hoy tienen la solución para sacarnos de este descalabro al que nos llevaron.
Inmoralidad. Este adjetivo califica perfectamente a la dos veces presidente y una vez vicepresidente, Cristina. Ella presentó su declaración patrimonial correspondiente al año pasado, con un crecimiento del 100% en relación a 2022, totalizando ahora 250 millones de pesos. Cabe recordar que, en 2019, declaró poseer menos de 10 millones de pesos. Por lo visto, a algunos como Cristina, le sigue yendo más que bien en esta Argentina bondadosa. Atención, esto no lo dicen los medios ni los jueces, lo dijo la propia ex mandataria.
Pero hay más para este boletín, en esa misma declaración, Cristina reconoce haber invertido gran parte de ese dinero en acciones, entre otras empresas en Mercado Libre, a la que defenestró toda vez que pudo. “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.
El futuro de Milei. Algo está muy claro, no la tiene fácil y a su vuelta de Israel y el Vaticano, donde se reúne este lunes con el Papa Francisco, deberá “resetear” como dicen los chicos su propio gobierno. La derrota parlamentaria es una lección de la que deberá aprender y tomar sus enseñanzas. Se habla de una limpieza de su gabinete, que ciertamente no es numeroso, de aquellos funcionarios que responden a los gobernadores (especialmente al de Córdoba y Salta) que dice lo traicionaron. En esta lista están el titular de la ANSSES, de Transporte, el presidente del Banco Nación y la Secretaria de Minería, entre otros. “Si no se van, los rajo”, dijo en su particular dialéctica discursiva.
En las ultimas horas, y pese al desconcierto de muchos, se adelantó que Milei aprueba una fusión con el PRO, para tener mayor musculatura política en el congreso y seguramente algunos funcionarios con mayor preparación. Solo con voluntarismo, no se llega a nada. Desde esta misma columna ya lo habíamos advertido, puede que haya una reconfiguración del mapa político: estarán los de centroderecha y los de centroizquierda.
Una buena y otra no tanto. Lo bueno para el gobierno es que, a pesar de no lograr la aprobación de la Ley solicitada, la economía se encamina a enderezar los números y llegar al déficit cero, que dicen es la única medicina para terminar con la inflación.
Lo no tan bueno, es que se cortó absolutamente todo canal de dialogo con los gobernadores, y el costo de estas peleas la termina pagando la gente, por ejemplo, con el costo del transporte. Esto debe encontrar una solución. Los argentinos debemos encontrar caminos para el encuentro.
Y para ello vale destacar lo que acaba de suceder en los funerales del ex presidente Sebastián Piñera en Chile. “Siempre puso a su país por delante, nunca se dejó llevar por el fanatismo”, lo dijo el actual mandatario Gabriel Boric que encabezó las marchas estudiantiles contra el entonces presidente. “Su voz siempre fue escuchada y respetada, muchas iniciativas que fueron progreso para el país, llevan su impronta”, dijo Eduardo Frei, otro ex mandatario que estuvo en las antípodas políticas de Piñera. ¿Lograremos esto alguna vez nosotros?
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso