Esta semana que compartimos fue histórica, emocionante hasta las lágrimas, un hecho que no sucedía desde hace 36 años. El fútbol nos unió a todos los argentinos, la maldita grieta que nos divide debió suspender su impronta por algunos días.
Todo fue celebración sin banderías de ninguna naturaleza, la celeste y blanca volvió a brillar con todo su esplendor. El fútbol nos regaló un hermoso ejemplo, pero lamentablemente todo fue muy efímero, duró mucho menos de lo que al menos este periodista hubiera deseado.
La lección de los campeones:
Los campeones del mundo nos transmitieron una serie de lecciones, algunas de las cuales ya expresamos en artículos anteriores, pero vale recordar y debiéramos tener siempre presente. El valor del trabajo en equipo, del esfuerzo, del compromiso, de laperseverancia, de la unidad, de la humildad, y también del mérito, que no es pecado como algunos extraviadossostienen, sino el reconocimiento por el éxito logrado, a partir de todos los valores aquí enumerados.
Celebrar es parte del éxito:
Consagrados ya campeones y con la copa del mundo en las manos, se debió organizar el gran recibimiento en el país. Y allí volvió la confusión, reaparecieron las dudas y vacilaciones, y en ese contexto nada bueno puede suceder. Mucho se habla de los ingentes esfuerzos del gobierno, contactos, llamados y hasta algúnapriete para que el equipo salude desde el balcón y el presidente tenga la tan deseada foto con los jugadores de la selección. Hasta el Ministro del Interior, la Directora de Migraciones y una intendente de la provincia de Buenos Aires, se adelantaron y fueron a Ezeiza, pero no hubo recibimiento porque Messi y compañía no se prestaron a ello. Algún colega desbocado, desde un medio oficialista obviamente, llegó a calificar de “jugadores desclasados” por decidir no verse con Alberto. El presidente de las 3 copas, como el mismo se autotituló, sin ningún temor al ridículo, no consiguió lo que tradicionalmente sucede con los jefes de estado y los equipos que terminan de consagrarse campeones. El único que pudo darse el gusto fue el gobernador de Santa Fe. Omar Perotti recibió, saludó y abrazó a Messi y Di María, y dispuso un helicóptero que trasladó a las figuras mundiales hasta el lugar en el que se alojan durante estos días de gloria.
Del sueño dorado a la triste realidad:
«Vivimos horas imborrables, que habremos de atesorar por siempre. El mejor deseo era que este sueño sea eterno, o al menos dure por algún tiempo. Ver un pueblo movilizado como nunca antes en la historia, sin importar edades, genero, clases sociales; el padre y su hijo, el joven, la familia, el laburante y el más acomodado juntos, todos juntos en una marcha de 5 millones de almas, a pesar de algunas imperfecciones, no tienen precedentes en la historia argentina y muy pocos o ninguna tampoco en el mundo. ¡Que hermosa lección de nuestro pueblo!
La realidad pudo más que los sueños:
Paso este martes de gloria y ya los políticos se encargaron de indicarnos que el sueño había terminado, volvimos a la realidad y a la grieta.
La Cámara de Diputados de la Nación no pudo sesionar por falta de quorum, esto significa por falta de acuerdos entre las bancadas del cuerpo deliberativo. Para ser muy simples y concretos, porque no existió unidad ni siquiera para sesionar. Reproches mutuos, vuelta a los agravios y desatinos.
Gravedad Institucional sin precedentes:
El jueves fue la coronación que la realidad volvía a pegarnos de frente nuevamente, como si la consagración mundial fuera parte de la historia. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, máximo órgano de justicia, determinó que el descuento de la coparticipación nacional a la Ciudad de Buenos Aires en favor de la provincia gobernada por Axel Kicillof era inconstitucional y debía reintegrarse. Muchos funcionarios de este gobierno calificaron a la medida como “una inmundicia”, una aberración de “difícil cumplimiento” y demás agravios. Cabe recordar que esta misma Corte en su momento se expidió, por las retenciones indebidas durante el gobierno de Cristina a Santa Fe, Córdoba y San Luis, justo cuando Macri se aprestaba a asumir como primer mandatario.
La respuesta de Alberto y su sequito de gobernadores afines (menos tres del peronismo, entre ellos Perotti) se pintaron la cara y salieron a vociferar que la medida es de “imposible cumplimiento” y solicitar la recusación de los miembros del máximo tribunal.
En la práctica, esta actitud constituye un acto de sedición, de desacato para quienes no respeten lo que están obligados a respetar, estamos en una verdadera crisis institucional, que al igual que las guerras, se sabe como y cuando empiezan, pero no como terminan (y si no, preguntémosle a Putin, que pensaba en un paseo por Ucrania y ahora no sabe cómo finalizar con tanto despropósito).
En realidad, es un problema institucional sin precedentes, ni Videla se animó a no respetar un fallo de la Corte, pero que tendrá consecuencias en diferentes esferas. ¿Quién más pierde? Como siempre sucede, el hombre y la mujer de a pie, porque este desatino tendrá también consecuencias económicas.
No aprendimos nada de nuestros campeones, que se prodigaron por regalarnos días de inmensa gloria. Esta irracionalidad demencial hace que ya nadie hable de ilusión ni pueda seguir soñando. No aprendimos nada.
Les deseo una MUY FELIZ NAVIDAD.
Lic. José Carlos Odasso