Fue una semana que dejó muchos temas importantes: En el orden nacional – Código de Odio, proyecto de ley anti-Lawfare, principio de esclarecimiento del atentado a Cristina, Massa haciendo gestiones en Estados Unidos, y más intercambios de agresiones verbales de los que enarbolan el maldito flagelo de la grieta para beneficios políticos personales (no podrían existir sin ella)-; en el orden provincial se destacan la marcha de las paritarias gobierno-gremios estatales que ingresan en una semana decisiva, la homologación del acuerdo Nación-Provincia por la deuda de la primera para con Santa Fe que ratificó la Corte Suprema de Justicia, el caso Amalia Granata en diputados y el pedido de su desvinculación por parte del oficialismo que no prosperó; pero corresponde centralizarnos en la violencia ciudadana en nuestra comunidad, que no podemos ni naturalizar ni mucho menos restarle importancia.
La violencia es cosa seria. Esta semana dejó tres hechos muy preocupantes, aunque no nuevos es cierto, de los cuales debemos tomar debida nota: el hallazgo de un revolver en los sanitarios de una escuela primaria, la pelea entre dos jóvenes adolescentes en las adyacencias de un establecimiento educativo de nivel secundario, y las cuatro personas heridas de armas de fuego en las veredas de sus casas por disparos ejecutados desde un vehículo que se dio a la fuga.
El hallazgo de un arma en una escuela. No es un dato más, aunque alguien con razón podrá decir no es la primera vez que esto ocurre. Lo muy importante, sucedió y es grave, mucho más cuando el propio alumno que localizó el arma dijo ser objeto de amenazas por parte de sus compañeros. La violencia intraescolar es cada vez más preocupante y no podemos naturalizar y mucho menos minimizar lo sucedido. En todo caso, es una señal que se debe tomar nota y actuar en consecuencia.
Nuestro propósito siempre es por la positiva, construir y reclamar que quienes tienen responsabilidades sobre este tipo de situaciones lo hagan. Investigando el tema, llegamos a la conclusión que la violencia entre alumnos crece y que lamentable y penosamente hay alumnos en edad escolar de la primaria que ya lamentablemente consumen algún tipo de estupefacientes o algún semejante, pero con igual poder destructivo. Sucede que la droga no discrimina, tampoco edades y aquí surgen las consecuencias.
Dos jóvenes mujeres adolescentes se trenzaron en una feroz pelea. Sucedió en las adyacencias de un establecimiento escolar del nivel secundario. Alguien podrá decir, no es esto nuevo José, y es también absolutamente cierto. El video refleja palmariamente el nivel de agresividad, hasta que una chica estaba en el suelo y la otra le pateaba la cabeza. Pero no es todo, las personas que estaban presenciando este penoso suceso, en lugar de separar y hacer que todo termine, las alentaban a las circunstanciales gladiadoras al grito de “matala, matala, a esa hija de buena madre”. Cuánta violencia, cuánta agresividad descontrolada, a niveles muy difícil de haber visto hasta ahora. Miren, debatimos en el equipo periodístico si correspondía compartir el video y consideramos que no era pertinente su difusión, pero de algo podemos estar seguros, a todos nos llevó a una reflexión: ¡dónde estamos parados! Seguramente, acá también, el diablo que es la droga, metió su cola y tiene mucho que ver.
Los barrios son víctimas de la violencia. Partamos de una definición, no hay barrios malos, muchas veces se los estigmatiza injustamente, la inmensa mayoría de la gente que habita allí es muy buena gente, laburadora y que desea vivir en armonía y en paz.
Es inadmisible que cada uno de esos barrios tenga grupos de inadaptados sociales y violentos, aquí también la droga tiene mucho que ver, que mantienen en vilo al resto de esa buena gente. Es lo que sucedió esta semana en el asentamiento sur, donde un grupo de vecinos se sentó en la vereda y fue víctima de los disparos ejecutados desde un auto que se dio a la fuga. Muchos dicen: “ya no podemos sentarnos tranquilos en la vereda” tan patético como preocupante. Terminaron siendo atendidos en el hospital.
Es estado presente o ausente. Aquí se necesita imperiosamente la presencia activa del estado, acá es donde deben implementarse verdaderas políticas activas que devuelvan la tranquilidad social perdida o extraviada. La comunidad requiere y la realidad exige, menos conceptualizaciones meramente teóricas y muchos más compromisos. Son situaciones, en muchos casos nuevas, que demandan de nuevas estrategias. Puede que todo lo visto y tratado hasta acá ya no sirva y estos casos así lo demuestran. Basta de minimizar y naturalizar la violencia, antes que sea ya demasiado tarde. Rosario esta cada vez mas cerca, y no creo concienzudamente, que nadie quiera ser Rosario, una jungla de terror descontrolado. ¿Estamos a tiempo, me pregunto, estamos todavía a tiempo? Lo único que no podemos hacer es no hacer nada.
Les deseo una muy buena semana
Lic. José Carlos Odasso