En esta semana que finalizó, resolvimos abordar la salud pública y la atención en los Centros de Atención Primaria para la salud, los CAPS, aunque en el ideario social siguen siendo los dispensarios. El cambio de nombre apuntó también a introducir modificaciones en el sistema prestacional, pero en la práctica muchos de los beneficios quedaron en expresiones de buenos deseos. Es más, terminaron agravando la situación ya existente.
Esta semana, la situación deficitaria de la salud pública ganó en visibilidad, cuando la vecinal del puerto local resolvió cortar la ruta de acceso al lugar. Muchos podrán decir, a esta gente cualquier colectivo le queda bien, y justo realizan este reclamo a días del Concurso del Surubí. Alguien podrá decir es una práctica tan remanida como extorsiva. No es la intención de este columnista, en esta oportunidad, detenernos en la situación de esa comunidad y la socialización de la gente del puerto, porque sería motivo para otro editorial exclusivo. Vayamos al meollo de la cuestión que propusimos abordar en esta oportunidad y que es la atención primaria de la salud.
Qué paso en el Puerto. Hubo hasta agosto pasado dos médicos que atendían por la mañana. Desde hacia un tiempo, se sabía que hasta agosto pasado trabajaba el Dr. Vela, como efectivamente sucedió. La directora de la Región de Salud, Dra. Leira Mansur, confirmó en Vía Libre Radio, que desde abril impuso de esta situación a las autoridades sanitarias a nivel provincial. Pasados 6 meses, el reemplazante del médico ahora jubilado, sigue sin ser designado. Sucede que cuando la única médica destinada a ese CAPS no puede asistir, como en este caso por participar en un Congreso para Médicos Generalistas, la comunidad se queda sin atención médica.
Ello es de por sí preocupante, teniendo en cuenta que están a 14 kilómetros de la ciudad, pero no es todavía lo más grave. Si alguien decide venir hasta el Hospital, le dicen que sin derivación del primer nivel -CAPS- no pueden ser atendidos. Allí, el paciente pasa a ser una pelotita de ping pong, lo tiran de un lado para el otro, y nadie se ocupa de su salud, que es lo único que le preocupa a la persona, que llega a un centro de atención porque está o al menos se siente enfermo.
Son ya historias recurrentes. Lo que sucede por estas horas con el CAPS del puerto, se reitera en infinidad de lugares. Por citar, en Barrio Ombusal se da exactamente la misma situación, tras el acceso al beneficio jubilatorio por parte de la Dra. Noemí Piazza. Pero en realidad, sobran los ejemplos y lo que faltan son las respuestas. Duele y pega mucho, que la gente sea tratada como una misera pelotita de ping pong, que la inoperancia y falta de compromiso de quienes deben de brindar una respuesta satisfactoria ante esta demanda, se hagan los distraídos o no se les caiga ni siquiera una idea para acercar una solución. Esto es mucho más caro que la inversión que se debe practicar, mucho más si coincidimos que se trata de salud, y la vida de un paciente realmente no tiene precio.
Con absoluta honestidad profesional, debemos señalar que este problema no nació con este gobierno, pero indiscutiblemente el simple paso del tiempo hace que el sistema se recienta cada vez más.
La Ministra de Salud de la Provincia, Sonia Martorano, terminará su función a cargo de esta cartera, con muchos más puntos en el debe que en el haber. La visita de un funcionario no resuelve todo de buenas a primeras, pero al menos es un gesto, y ella solo vino una sola vez a la zona, también es una realidad, resulta mucho más difícil que acerque una solución, quien no conoce la realidad de la zona. Su gestión fue, para este norte, muy pobre y con sabor a nada.
Para una muestra sirve el hospital. También en este efector, proyectado para un tercer nivel de complejidad en cuanto a la atención de la salud, tiene más sombras que luces, y si continúa en pie, es más por la decisión de parte de su personal (no digo todos en absoluto) que por las directivas y recursos que recibe.
Hay varios temas que merecen ser atendidos y solucionados. No puedo soslayar mencionar uno en particular, el hospital no tiene atención programada para el control oftalmológico. La única profesional con que se cuenta, tras la renuncia del resto de los oftalmólogos, solo se encarga de las urgencias. La dilación de la solución a este tema puntual va generando una cantidad cada vez más enorme, de pacientes que reclaman por una atención y nadie los atiende. Increíble, pero realmente a este extremo es al que se llegó.
Otro punto que siempre es un problema, sin solución en el horizonte, es el servicio del SIEM 207, para las derivaciones a otros centros de mayor complejidad, la capital provincial en la mayor parte de los casos. No hay móviles en funcionamiento, la mayor parte de ellos son un cementerio de vehículos inutilizados por desperfectos de diversos tipos, y el paciente al que le dan una derivación a Santa Fe, debe mendigar, si así como lo decimos enfáticamente, mendigar un pasaje. Muchos de ellos terminan en nuestro programa de radio, para que la solidaridad de la comunidad, se apiade de ellos y le permita costear el tan deseado pasaje para poder asistir a la derivación médica.
La salud privada, a través de las obras sociales y prepagas, tiene también sus problemas, que se vieron notablemente agravadas con la inflación sin límites que se desató en esta última etapa. Eso deberá también ser motivo de otra columna, pero con una diferencia. En más o en menos, quien tiene una obra social o prepaga, guarda cierto grado de elección con los médicos y efectores por los que desea ser atendidos, el que no cuenta con esta posibilidad, debe inexorablemente acudir a la atención pública. Lo grave es cuando no hay respuestas, ni visos de conseguirlo como la guardia pediátrica para el hospital, porque se trata de salud y allí se juega la vida de una persona.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso