La marcha universitaria y su financiamiento fue el gran tema de la semana a nivel de todo el país, estemos directamente o no vinculados a la vida universitaria. El modelo de universidad que se proyecta está directamente vinculado a la educación en su conjunto y también a la nación que se desea para un país.
La marcha de este último miércoles, como el título lo dice muy bien, tiene idas y vueltas, con informaciones absolutamente contrapuestas entre sí. Fue muy difícil poder establecer un lugar en el cual situarse ante posiciones marcadamente contrapuestas. Quizás una primera consigna, un reclamo legítimo quedó prácticamente en un segundo lugar de la discusión. Algunos sectores de la oposición a este gobierno, cual si fueran palometas, vieron la oportunidad (no sangre afortunadamente) y se lanzaron al acecho. La pieza a cobrarse tiene nombre y apellido, se llama Javier Milei.
Esto no desmaterializa la protesta, en absoluto. Toda marcha tiene siempre un objetivo político y es saludable que así sea. Acá el reclamo es por más presupuesto para las universidades públicas. El problema se origina cuando una manifestación política se partidiza. Recuerdo perfectamente que a poco de llegar a Reconquista y comenzar a ejercer esta profesión, esto me lo explicó con la lucidez que lo caracterizó, un gran docente: Nino Sellarés: “toda medida tiene un fin político y pretende cambiar o revertir aquello con lo que no se está de acuerdo, cuando se partidiza es otra cosa”. La presencia de algunos impresentables en el lugar de la marcha le quita legitimidad a un reclamo por lo menos atendible. Nada tenían que hacer allí los Pablo Moyano, que seguramente les importa poco o nada de la suerte de la universidad pública y mucho menos Sergio Massa. Durante su paso por el ministerio de economía, el hoy militante en favor de los claustros universitarios, recortó el presupuesto educativo en más de 50.000 millones de pesos hace un año y 4 meses atrás. Es más, tuvo el mal gusto de decir y contar: “vamos a volver”, ojalá que nunca más Sergio. Javier Milei es presidente hoy, en gran medida porque los argentinos fuimos gobernados por personas siniestras como el aludido Massa.
Un reclamo legítimo. Esta marcha tiene un antecedente y fue la movilización de abril pasado, la más numerosa que se conozca en estos casi 10 meses del gobierno libertario. En aquella ocasión, se reclamaba por una actualización de los gastos de funcionamiento de las universidades. En esta oportunidad, la demanda se focaliza en la actualización de la paritaria ya que según las autoridades universitarias, el 80% de los salarios docentes no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos y lo propio sucede con el 60% de los ingresos del personal no docente. Se reclama también, la sanción de la Ley de financiamiento educativo, que finalmente y como lo venía indicando, Milei terminó vetando y por lo tanto debe volver a ser tratado por el congreso, que ahora necesita contar con los 2/3 de ambas cámaras para que resulte aprobada definitivamente. El menú del pliego reivindicativo incluye la revisión del presupuesto universitario, girado por al gobierno y correspondiente al próximo año.
La mirada opuesta. Desde la vereda del frente, se esgrime que las universidades no quieren, rechazan ser auditadas y por lo tanto son un barril sin fondo al momento de gastar los fondos asignados. Es más, efectúan una ecuación del presupuesto asignado los docentes existentes y da algo así como 5 millones de pesos por cada uno de ellos, lo que es rechazado abiertamente por los apuntados. Las autoridades universitarias señalan que con solo pulsar un simple botón se tiene acceso a toda esa información.
Algo huele mal. El Juez Federal de Reconquista, Dr. Aldo Alurralde, procesó primero y la Cámara de Apelaciones confirmó luego, el procesamiento del rector de la universidad del Chaco Austral con asiento en Roque Sáenz Peña, Germán Oestmann, junto a otros 17 funcionarios de esa casa de altos estudios. Es más, se les trabó embargo de sus bienes por cifras que llegan a más de 100 millones de pesos. Están procesados por el delito de fraude en perjuicio de la administración pública y asociación ilícita, en virtud del desvío de fondos públicos. En uno de los allanamientos efectuados, se encontró un escrito referido a la campaña del entonces gobernador Jorge Milton Capitanich.
La pregunta surge espontánea: ¿Será ésta la única causa que involucra a una universidad y el desvío de recursos públicos? Otro interrogante más: ¿Qué pasó con la universidad de las Madres de Plaza de Mayo, de la Matanza y tantas otras creadas con el único fin de generar puestos a ser ocupados por militantes kirchneristas y desde allí realizar adoctrinamiento político?
Una premisa nos une. La inmensa mayoría de los argentinos, de un lado, del otro y del otro, cada uno a su manera y desde su propia mirada, apoya a la universidad pública. Soy coherente con esa premisa, tanto este profesional como mi hijo Gianluca, somos frutos de esa universidad, a la que le estaremos por siempre agradecidos. Esto no significa que haya cosas que deban ser analizadas y eventualmente revisadas. Por ejemplo, otra pregunta: ¿está bien que los estudiantes de otros países puedan cursar sus carreras en forma gratuita en la Argentina? Lo peor, somos un país extremista, nos falta aprender a escucharnos. ¡Diálogo, por favor!!!
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso