Cuando estoy escribiendo esta columna, Reconquista sigue celebrando los 150 años de su aniversario. No es un cumpleaños más, es un siglo y medio de vida. Más allá del furcio del Intendente, acto fallido para los psicoanalistas de Sigmund Freud, el balance provisorio es claramente positivo. La celebración deja un hermoso anfiteatro, la repavimentación de las calles adyacentes al Paseo del Bicentenario y eventos musicales de primer nivel.
La “maldita” grieta” que divide a los argentinos a nivel nacional, parece que vino también para que darse en Reconquista y eso no suma en absoluto.
El desarrollo de la ciudad debe ser una construcción colectiva. Debemos aprender a valorar el vaso medio lleno, y al mismo tiempo, acordar como llenamos la otra mitad. No dejemos que la política nos separe, porque entonces el vaso estará cada vez menos lleno y más vacío. Valoremos lo positivo para que se siga multiplicando y subrayemos lo negativo para no seguir tropezando sobre la misma piedra.
Realizada esta necesaria reflexión inicial, corresponde que nos detengamos en un flagelo realmente preocupante. Allí no puede haber grietas de ninguna naturaleza, todos tenemos el deber de tirar del mismo carro.
Estado ausente. RECONQUISTA, CADA VEZ MÁS VIOLENTA. Los últimos días fueron una sumatoria de hechos violentos. La violencia está en escalada en la comunidad, y así las cosas, nada hace presuponer que se vaya a detener.
El ultimo fin de semana registró una serie de hechos, que no deben pasar desapercibidos. Una persona fue asesinada en Barrio Luján, otra resultó gravemente herida en Barrio Belgrano, un menor hirió a otro en la plaza central, y también para el aniversario de Reconquista, un menor identificado surge como el agresor de un joven que registró una herida cortante. No son todos los hechos violentos que sucedieron, pero sirven para reflejar lo que aquí se desea subrayar.
El homicidio de Lujan está esclarecido en gran medida y con 3 personas en prisión preventiva sin plazos. ¿La identidad? Son nombres ya conocidos en el barrio, con antecedentes delictivos. Esto significa que son reincidentes en el terreno del delito. Nada que allí no se conozca, por lo que dar con los presuntos responsables de este asesinato fue cuestión de horas para la policía, que trabajó correctamente para dilucidar este homicidio, con las instrucciones emanadas del fiscal en turno.
Lo más preocupante. En los otros 3 episodios apuntados, los muy probables victimarios son menores. Y esto es muy grave. Enzo Benítez pelea por su vida en terapia intensiva del hospital. ¿Su victimario? Un menor de 15 años. Identificado, el tema pasa al primer nivel de Niñez y familia del municipio. ¿Que se ordenó? Su familia debe cuidar de su hijo agresor. La pregunta surge espontánea, qué nos puede hacer creer que se tomarán medidas correctivas para ese menor, máxime cuando su madre y abuela acusan a la víctima, como autodefensa y justificación del hijo-nieto en cuestión.
No es este el momento de discutir si la solución sea bajar la edad para la imputabilidad penal de los niños-adolescentes, pero lo que esta claro es que la solución encontrada, es en realidad ratificar la existencia del problema.
Un vaso comunicante llamado droga. En todos los casos, el flagelo de la droga metió la cola y explica en gran medida la causa de estos hechos cada vez más violentos. El drogadicto es víctima y victimario al mismo tiempo, pero lo que debemos de saber es que, sin ser adictos, todos somos potencialmente objetos de ser alcanzados por este gran problema social. En el mientras tanto, salvo hermosas excepciones, los que deben actuar miran irresponsablemente para otro lado, o sugieren empezar “despacito” como si eso fuera la solución.
¿Estado Presente? ¿La pregunta es, y el estado dónde está? Se habla de institucionalización, articulación y tantas palabras que suenan muy lindas, pero nadie busca ni habla de solución, que es el que una sociedad cada vez más absorta reclama.
Prestemos atención. Son números oficiales que se conocerán en los próximos días, más del 90% de los casos violentos de este tipo, son protagonizados por menores de 30 años, la mayoría tiene menos de 18 años, y vienen en aumento los menores de edad y también los menores no punibles para la ley.
¿Y la escuela dónde anda? Casi el 100% abandonó el nivel secundario, empezó y no lo finalizó. La mayor parte de estos “chicos” ni siquiera logró terminar la escuela primaria. Alguien se encarga, efectivamente, de trabajar en el desgranamiento escolar que se opera. Y no le he echemos la culpa ahora a la pandemia, porque esto viene de mucho tiempo atrás hasta el presente.
Para muchos de estas víctimas/victimarios la vida ya no tiene sentido. Cómo hacer para revertir una tendencia que, así las cosas, termina en tragedia. Rosario está cada vez más cerca. Estamos a tiempo. ¿Preguntémonos, estamos a tiempo? Puede que sí, pero convengamos, la receta de Morón no es la solución.
Hasta la próxima.
Lic. José Carlos Odasso