Desde esta columna amigos lectores, nunca acostumbro abordar situaciones particulares, porque existen otros ámbitos para ser tratadas y muchas de ellas ni siquiera de manera pública. Pero como toda regla siempre tiene su excepción, les pido se me permitan apelar a esa excepcionalidad, por cuanto se vincula por cuando se vincula directamente con algo de interés público y que nos atañe directa o indirectamente como comunidad: el servicio y la atención en el hospital.
Tengo desde hace unos días a mi hermano en un estado de salud muy grave, librado a la voluntad divina del Señor. No había cama en la sala de terapia intensiva del sanatorio en el que estaba internado por lo que fue derivado a la Sala de Cuidados Intensivos del hospital. Confieso decirlo con total honestidad, yo y toda mi familia nos sorprendimos. Sí, nos sorprendimos, pero muy gratamente. La infraestructura hospitalaria, la aparatología y la calidad profesional y humana de la atención profesional merecen ser debidamente destacadas.
Allí está todo lo necesario. Uno de los médicos, al momento de brindarnos el informe nos dijo: “acá tenemos todo, no falta nada y hacemos todo lo humana y profesionalmente a nuestro alcance para que el paciente reciba la mejor atención”. Lo pudimos comprobar nosotros y los familiares de todos los pacientes internados en esa misma unidad de terapia.
El valor del compromiso. En muchas oportunidades vengo hablando con médicos y les digo, además de la atención profesional, el paciente y sus familiares necesitan un gesto de buena voluntad. Se demanda una actitud profesional y humana al mismo tiempo. Este 4 de julio, se recordó el Dia Nacional del Médico Rural en homenaje al Dr. Laureano Maradona. “Se dice que Vivir en austeridad, humilde y solidariamente es renunciar a uno mismo. En realidad, es realizarse íntegramente como hombre o mujer en la dimensión magnifica para la cual fuimos creados”, asevero aquel destacado filántropo que eligió ser el médico de los pobres.
Pude comprobar y cotejar, el grado de compromiso y entrega de quienes allí trabajan. Están siempre atentos y dispuestos, es bueno decirlo, ello genera paz y tranquilidad a los familiares de quienes allí están internados.
Pude comprobar, y parece una verdad de Perogrullo, pero se cambian las sábanas todos los días, se higieniza permanentemente al paciente. Digo esto, porque en otro lugar al menos, había que llevar hasta las sabanas. Fui a los sanitarios del primer piso, y había jabón de manos y toallas, cosa que a veces en las estaciones de servicios más calificadas faltan,
El valor de la crítica. Lo dije en la entrega anterior, el objeto de la crítica tiene por propósito destacar lo positivo que sirve para seguir fortaleciendo lo que se hace bien y puntualizar lo negativo, para corregirlo y evitar a que vuelva a repetirse.
Por ello, merece destacarse profundamente lo que aquí estamos manifestando. Es muy cierto José, pero no todo es color de rosas. Hay luces y sombras y muchas cosas por corregir, absolutamente de acuerdo.
Existen cuellos de botella por atender. Enumero algunospuntos que me surgen, a partir de escucharlos a ustedes: la falta de medicamentos (no en la unidad de terapia) que obliga al paciente o a sus familiares a recurrir a los medios como el nuestro para apelar a la solidaridad de la comunidad y procurar conseguir lo que allí no hay. Otro punto a solucionar rápidamente; es sin dudas, el servicio de traslado de enfermos para ser atendidos en centros de mayor complejidad. Muchas veces el paciente debe viajar a Santa Fe acompañado con un familiar y no cuenta con los medios económicos para costearse el pago de los pasajes.
No olvido en esta reflexión la falta de oftalmólogos, tras la renuncia el año pasado de la casi totalidad de los profesionales al hospital. Virtualmente no se realiza consultas oftalmológicas y ello constituye un gran problema. No me olvido tampoco de la necesidad de implementar el servicio de guardia pediátrica, por el que Mauro Ramúa viene luchando inclaudicablemente tras la partida de su hija Valentina. Es de desear que final y felizmente sea atendida su demanda.
¿Y de la salud privada qué decir? Es motivo de otro editorial, especialmente en cuanto a la prestación sanatorial; es decir, la que está más allá del médico de cabecera. Llegan inversiones importantes, como la del Centro de Radio Oncología que próximamente será inaugurado con una inversión que se mide en millones de dólares y permitirá que quien deba realizarse rayos ya no deba viajar a otro lugar. Hay también otros intentos bien intencionados, pero muy incipientes en virtud del tiempo transcurrido. En el mientras tanto, hay mucho por mejorar.
El titular de la cartera de Salud de la Nación, Mario Russo, reconoció esta semana: “Hoy el sistema de salud está quebrado y nosotros vinimos a refundarlo”. Muy de acuerdo con la primera parte, la segunda está por verse, aunque no veo todavía elementos para que nos ilusionemos. La atención sanatorial recibida por mi hermano nos deja un sabor muy amargo, con gusto a muy poco y las manos casi vacías, por eso destaco lo del hospital, varias veces desacreditado.
Que tengan una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odass