Esta semana que concluyó se inició el lunes con una película que se repite invariablemente casi todos los años cuando se aplica la veda del surubí, que rige durante los meses de noviembre y diciembre. Una situación que tiene poco de nuevo y una historia que parece no encontrar solución.
Lo distinto en esta oportunidad fue en todo caso que los pescadores comerciales no se manifestaron abiertamente en contra de la pesca del surubí. Es un paso hacia adelante, porque la veda en esta ocasión, es más necesaria que nunca. Luego de 2 o 3 años con el rio en una bajante histórica, lo que impacta claramente sobre el desove de las especies, obliga imperiosamente a capitalizar este repunte para que haya una reproducción cercana a lo normal. Alguien con razón dirá también, no lo dicen pero lo hacen, sino que expliquen los 29 piezas del toro del Paraná que Prefectura decomisó la semana pasada. Es muy cierto también.
Piden trabajo. Créanme, lo considero también un avance. No salieron a reclamar el mísero salario que perciben a cambio de respetar la veda.
Esta vez, quizá la primera, salieron a manifestarse y solicitando trabajo. Claro, desde la vereda del frente, muchos otros dicen, nosotros también necesitamos laburar y no salimos o no podemos salir a manifestarnos, impidiendo el tránsito por una ruta nacional.
Todos contra todos. Este jueves, Vía Libre radio logró que hablaran (en realidad fue un fuerte cruce de acusaciones mutuas) Luis Romero que ofició de vocero de los pescadores en lucha y Jesús Pérez, el secretario general de la Asociación de Pescadores comerciales de Alto Verde, que ante la gravedad de los acontecimientos decidió venir a Reconquista.
Pérez acusó a Romero al decir que la movilización obedecía a 4 actas por faenamiento clandestino de ganado, si bien se cuidó de no dar ningún nombre. Romero le devolvió las gentilezas y le recriminó ser dueño del principal frigorífico acopiador de pescados, preferentemente del sábalo, que es el alimento esencial (algo así como el forraje) para el surubí. La discusión subió de tono, hasta que debió darse por terminada, ya que la única certeza es que no arribarían a ningún acuerdo o entendimiento. Dos conclusiones: la primera, nadie puede allí tirar la primera piedra; la segunda, nunca la comunidad del puerto pudo amalgamarse en una sola expresión que los una y represente a todos por igual.
Otras dos conclusiones adicionales: Si prefectura logró decomisar un cargamento de surubíes, cuántos no son efectivamente detectados. La otra, con respecto al abigeato, un gran pescador y conocedor de esa realidad me preguntó en infinidad de veces: ¿Cuántas familias viven en el puerto y cuántas carnicerías hay allí? ¿Para pensarlo, verdad? El puerto es una realidad en sí misma, que cuesta mucho poder alcanzar a entender, sino se convive permanentemente allí (en el territorio, como dicen ahora en modo modernoso algunos políticos). Tiene una cultura y una dinámica propia y muy particular, donde a sus orígenes estrechamente vinculados a la pesca, se le fueron sumando en los últimos años, otros flujos migratorios que tornan cada vez más difícil pensar en una solución única que los incluya a todos.
No hagamos siempre lo mismo y cosas que ya fracasaron. Muchos gobiernos municipales -por no decir todos- se ocuparon de brindar alguna solución para el puerto, y como sucede con las manifestaciones que se repiten, invariablemente todas concluyeron en la nada. Enumeremos algunas iniciativas: los escabeches de pescados durante la gestión de Fabrissin, la carpintería en el gobierno de Speratti, la panadería y la lancha durante la intendencia de Tato, hasta lo más reciente, la facturación del pescado y las jaulas para los pacues. Todas inexorablemente tuvieron el mismo final, el fracaso.
Complejo Turístico Gente del Agua en la isla La Fuente. Es lo más novedoso y que demandará una inversión final superior a los 100 millones de pesos. La idea suena innovadora, el objetivo de atraer turistas y poner en valor la potencialidad del Sitio Ramsar Jaaukanigás se muestra plausible. El gran interrogante es su sustentabilidad en el tiempo, cómo se logrará gestionar, con qué gente.
El proyecto del intendente de emplazar un condominio sobre el San Javier también es una iniciativa ponderable, que bien puede merecer su apoyo. La pregunta es la misma, cuantos serán los interesados en ir a convivir en ese contexto social tan complejo.
Algo bien hay que hacer y todo lo que se haga sirve. Es cierto, lo único que no se debe hacer es nada, porque así no se encontrarán soluciones y el problema social será cada vez más complejo. Lo importante es no seguir tropezando sobre la misma piedra, que allí son muchas más que una. Esto significa, no hagamos siempre lo mismo, si queremos obtener resultados diferentes.
No es el motivo de esta columna estigmatizar a esa comunidad, de la que conocemos maravillosas personas, muchas de ellas comprometidas con el futuro. Pero ellas también son fieles testimonios que la tarea dista mucho de ser sencilla. Esta gestión municipal tiene puesta muchas expectativas en el turismo, el puerto es esencial en esa estrategia. Es de desear que se marque una curva de inflexión sin vueltas, pero para ello no solo habrá que invertir mucho en infraestructura, sino también realizar una fuerte inversión en promoción humana.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso