Sin dudas, en la previa y durante gran parte de esta semana, hubo un tema dominante, seamos más o menos pescadores. No debemos olvidar que nuestras comunidades son dueñas de una marcada cultura por el río. Solo así se puede explicar por qué, en pleno verano, vemos a mucha gente, caña en mano, recorrer en bicicleta 15 kilómetros para llegarse hasta el puerto y tirar alguna línea o reel en la búsqueda de algún pescadito. Por lo tanto, en cada encuentro o rueda de amigos, como sucede en el fútbol, todos somos el pescador más eximio o el mejor director técnico.
Récord absoluto. Como también sucede en el futbol, y por ser una materia también pasional, a veces las opiniones están divididas. Lo que seguramente nadie, absolutamente nadie, por más imaginativo que sea, pensó alguna vez es que en 8 horas de pesca, 400 embarcaciones, 1.200 anzuelos, podían llegar a cobrar más de 1.300 surubíes y mucho menos tampoco, que un solo equipo; o sea, 3 pescadores lograrían la impensada cantidad de 83 piezas. No tiene antecedentes una pesca de esta magnitud. Si desean una semejanza, puede ser la última edición de la Fiesta del Surubí en Goya, donde se contabilizaron 1.000 ejemplares, pero con el triple de pescadores intervinientes y casi el doble de horas de pesca. Acá son 8 y allá son 15 horas, incluyendo la tardecita y el amanecer, dos momentos generalmente de buen pique. Con la salvedad que allí hubo una medida mínima superior a la de este concurso.
¡El surubí está! Es lo más importante que arroja como saldo esta nueva edición del concurso. No es nada gratificante para mucha gente, especialmente cuando se recorren centenares de kilómetros, llegar acá y no tener siquiera un pique.
Contra todos lo estudios, pronósticos y presagios, esta cantidad de ejemplares muestra que el surubí se sigue reproduciendo en gran medida, más allá que la bajante del Rio Paraná (no es bueno para el desove un río tan bajo) sea la razón por la cual la mayor parte está en el cauce principal. Pero no en cualquier parte, ni tampoco en todos los veriles. Fue un fenómeno que sigue siendo muy difícil de llegar a explicar.
La otra cara de la misma moneda, fueron los muy pocos ejemplares de más de 80 centímetros, es decir, los surubíes que están en condiciones de reproducir. Eso sí debe llamar la atención y en todo caso, puede ser el momento de modificar las medidas habilitadas para la pesca deportiva. Se permite un surubí de 80 centímetros; o sea, un reproductor, pero no estos juveniles que les falta más de 3 años para empezar a reproducir. Para pensarlo, ¿verdad?
El concurso retomó la senda del crecimiento. Esto es tan importante, o más, que el registro de las piezas cobradas. En toda organización, su evolución es siempre una dificultad. Se venia en caída libre, hasta algunos agoreros decían que ya era el momento de decretar su muerte. No fue así, pese a las condiciones económicas que no son las mejores, el evento volvió a crecer en cuanto al número de participantes. Los 401 equipos son un número mágico. Falta mucho todavía para seguir creciendo, pero logró revertirse la tendencia.
Las fortalezas siguen intactas. Este concurso se caracteriza, particularmente, por la excelente fiscalización que posee y la seguridad en el río. Pese a la cantidad de piezas por fiscalizar, lo que demoró un rato más de la cuenta la posibilidad de conocer los cómputos, se entiende perfectamente, los resultados fueron inobjetables. La seguridad fue excelente y la largado al horario puntual que el reglamento estipulaba.
No debemos obnubilarnos. No creo que ello vaya a suceder, pero siempre es bueno advertirlo. El concurso estuvo en un fondo profundo; por lo tanto, no es que de buenas a primeras todo ya es excelente. Las instalaciones del puerto deben estar mejor presentadas. El puerto mejor vestido. Debe volver a ser un lugar convocante para la gente. Es solo uno de los puntos por revisar.
Me alegró también ver mucha gente nueva y joven en la comisión. Es otro muy buen aliciente. En tiempos donde las personas son un recurso escaso para todas las instituciones, esto es también un buen indicador. Gente nueva son ideas nuevas, creatividad, innovación, más fuerzas y muchas potencialidades más.
El concurso es mucho más que la pesca. Así lo soñaron e imaginaron los visionarios que le dieron forma a lo que llegó a ser le concurso más grande del mundo. Sirve para hacer conocer la zona y promover el turismo. Hoy cuanto tanto hablamos del Sitio Ramsar Jaaukanigás, este evento está en esa dirección y contribuye a su promoción. Lo importante, el concurso está vivo y latiendo, los que querían sepultarlo, como sucedió con otras realizaciones (corsos, festivales) deberán seguir esperando. ¡En hora buena!
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso