Esta semana fue muy generosa en hechos y sucesos que fueron noticias en la radio y en este diario digital, cada uno de los cuales bien podría ser motivo de un editorial como el que me dispongo a escribir.
Comenzamos con un caso aberrante, muy difícil de poder calificar razonablemente desde la mirada de una persona. El lunes, en las primeras horas de la tarde, ingresó al hospital Xiomara con 3 añitos y fuertes traumatismos, lesiones craneales y cerebrales, por haber sido golpeada con un o ante un objeto contundente. ¿Se puede llamar persona a quien cometió tan espantoso crimen? Se asemeja más a una bestia, a un animal más que a una persona, que tiene la capacidad de razonar.
¿Porque sucede un crimen así? No es la intención, en absoluto, de este columnista pretender ejercer una defensa del imputado; todo lo contrario, el devenir de la investigación permitió demostrar que el victimario (el propio padrastro de la bebé indefensa) es un drogadicto consuetudinario, perfectamente conocido en el barrio donde vivía. Decimos vivía, porque es de esperar que la prisión preventiva sin plazos, sea una prisión perpetua para el resto de sus días, pero como la justicia es benigna, puede que luego de algún tiempo recupere la libertad.
La droga mata. Lo sucedido con la bebé muestra que cualquiera, consuma o no, puede terminar siendo victima de este verdadero flagelo. Lo terminamos de puntualizar, que puede pasar y motivar a una persona que razona a cometer este cruel asesinato. El problema es que la droga “les quema la cabeza”, como dicen en la jerga de ese mundo y pierden toda capacidad de razonar y discernir el bien del mal.
¿Dónde está la familia? Es una evidencia más a la que conduce la pobreza y especialmente la indigencia. La familia es un sujeto ausente. Este caso lo ejemplifica en toda su magnitud. La madre de la beba tiene otros 2 hijos. Uno de ellos vive con su tío; es decir, con el hermano de la madre. La otra hija pasa recién ahora a estar también al cuidado del mismo tío y de la familia de la madre.
Es más, vecinos del lugar donde vivía esta beba, afirmaron en Vía Libre Radio que esa mujer (la madre) salía a pedir al centro de la ciudad y lo que lograba colectar se lo daba a su pareja (al asesino de su hija) para que comprar merca (droga).
¿Dónde están los que deberían estar, pero lamentablemente no están? Cuando suceden este tipo de casos, como ya lo dijimos imposibles de calificar, todos nos tomamos la cabeza con desazón, asombro e indignación, un coctel de emociones encontradas muy difícil de poder definir. Este no es el primer hecho de estas características. La pregunta es: ¿los que deben trabajar y tienen la responsabilidad de hacerlo y abordar estos casos sociales donde están? Este interrogante sigue sin respuestas ni acciones concretas que eviten nuevas muertes de bebes y niños incapaces de poder defenderse.
Cuando se abordan los hechos, nos encontramos con un intríngulis de niveles y estamentos del estado, municipal y provincial, imposibles realmente de dilucidar. “Que el trabajo en territorio, que el primer nivel, que estos casos deberían ya estar judicializados, que …”. Las respuestas son siempre las mismas, lo que nunca resultan oportunas, y mucho menos eficaces, son las soluciones que nunca llegan. ¿Será este el último caso? Es de desear, pero nada nos vuelve optimistas algo vaya a cambiar. Algo seguro que falta: ¡compromiso!
“ESTAMOS COLAPSADOS, ESTO ES UNA CATASTROFE”
Esta expresión pertenece al jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios César Romano. Lo expresó en nuestro programa radial el miércoles, cuando una gran lluvia se precipitaba sobre Reconquista y la zona. Si fue este el enero más lluvioso de la historia, o por pocos milímetros hasta la semana que viene donde volverá a llover, es el de 1998 para el primer mes del año, es una cuestión sin mayor sentido, cuando las discusiones pasan por otros temas, aquellos que logren paliar las consecuencias que todo fenómeno climático con estas consecuencias inevitablemente genera.
Una afirmación contundente. No hay ciudad en el mundo, que con tanta cantidad de lluvia registrada, en tan poco lapso de tiempo, no sufría inconvenientes. Es imposible evitar que ello se suceda, es muy cierta esta afirmación.
Corresponde destacar y coincidir que, más allá de este fenómeno, imposible de parar, no imposible que otros factores incidan en cuanto a las consecuencias que genera.
Somos una ciudad imprevisible. Claro que sí, por siempre, no únicamente durante esta gestión, Reconquista careció o carece de un plan director de desarrollo urbano, algunos llaman plan regulador, director, lo cierto es que no tenemos plan.
La zona del barrio Obligado era una cañada. ¿Se tomaron las medidas preventivas, antes que allí se levantara ese populoso sector urbano de la ciudad? ¿Alguien en su sano juicio, podía pensar que el callejón de la cortada, donde viven numerosas familias en condiciones casi infrahumanas, cuando creciera el Arroyo del Rey no se iban a inundar? ¿Alguien pudo pensar que, ante lluvias abundantes, el asentamiento sur del barrio Guadalupe, podría salvarse de verse inundado?
¿Alguien pensó que toda la población afincada en la parte norte de la ciudad, antes y después del albardón, ante una situación de esta gravedad, podría resultar indemne?
Reconquista creció como pudo y hacia donde pudo. Ante lluvias impiadosas, fruto de un fenómeno climático extremo, las consecuencias son más graves, pegan más, duelen más.
La primera etapa del Plan de Drenaje Pluvial fue importante para reducir los efectos devastadores de estas lluvias. ¿Cuánto en positivo y ventajoso fue? Imposible de merituarlo, pero relativamente fácil de comprobarlo. Si no se hubiera ejecutado, la situación sería más catastrófica todavía.
¿Se pudo hacer algo más? ¡¡Siempre!! Los reclamos de los vecinos fueron de desesperación y angustia, no era para menos, ver cómo ingresa el agua sin control al interior de sus viviendas debe generar una impotencia difícil de medir, mucho más cuando es la primera vez que ello sucede.
Lo dijimos la semana pasada en esta misma columna, la reducción de los gastos en el municipio empezó por el final. Los servicios públicos y las obras públicas, ante la inminencia del niño, debe ser las ultimas partidas presupuestarias por reducir. Más cuneteos, limpieza de los desagües, más obras hídricas pudieron mitigar el impacto de lo sucedido. El sellado del anillo sobre el arroyo, el correcto funcionamiento de las bombas extractoras de agua y otras medidas preventivas debieron haberse adoptado.
Amenaza a la familia del Intendente. Esta situación puede que genere bronca, es entendible, pero nada justifica tomar una conducta tan disvaliosa, descalificable desde todo punto de vista. Sobran los adjetivos para calificar este comportamiento repudiable. La hija del Intendente nada tiene que ver con todo esto. Siempre lo decimos y lo subrayamos, en democracia lo que no nos gusta se cambia, para ello está el voto y el momento son las elecciones, como sucedió con Milei y el kirchnerismo en la nación. Por lo pronto, nuestra solidaridad con el Intendente y su familia.
El valor de la solidaridad. Ante un evento de estas características, de esta magnitud, de esta envergadura, emergió el valor de la solidaridad, en dimensiones que asombran, que emocionan hasta las lágrimas. Es de desear que nunca muera, que siga siempre vivo, porque si podemos y sabemos ayudarnos, a pesar de las dificultades más extremas, seguiremos adelante. Es la fuerza que nos une y nos moviliza a decir: avancemos con fe, con ilusiones y esperanzas renovadas.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso