La semana que concluyó, como era de preveer, estuvo dominada por la recta final de las campañas políticas, que tendrán su desenlace hoy domingo 10, al volver los santafesinos a las urnas por tercera vez. Paciencia, falta una o dos veces más todavía, si efectivamente como se espera, hay balotaje para definir al próximo presidente de los argentinos.
Habrá ya tiempo para analizar los resultados provinciales y también locales. Mientras ello sucede, escogimos el robo al Museo de Flor de Oro para abordarlo, porque es un tema que merece analizarse a diversas puntas.
Museo de Flor de Oro. El viernes 1 de setiembre fue objeto de un robo, en horas de la siesta. Los propietarios lograron recién establecer lo sustraído 24 horas más tarde de la comisión del delito. “Allí comprobaron que lo robado eran 4 armas de fuego antiquísimas y que se exhibían allí”, dijo Susana Benvenutti y agregó en Vía Libre: “este es un pueblo muy tranquilo, donde no hay robos”.
Martes con allanamientos. Como sucede habitualmente en este tipo de procedimientos, se realizan en las primeras horas de la mañana. Fueron cuatro allanamientos en el Barrio Belgrano de Avellaneda. La policía logró aprehender a dos personas. Se trata de Brian Nicolas Roda de 21 años y Elías Roberto Rodríguez de 22. Secuestraron parte de las armas, una moto en la que se presume se movilizaron, y como siempre ocurre en estos casos, incautaron también marihuana.
Digo bien, como sucede mayoritariamente en estos allanamientos, van por lo robado y secuestran droga. Moraleja, es lo que siempre sostenemos, roban para drogarse, más claro echémosle agua, no roban para comer y porque tienen hambre.
Laura Aguirre es la madre de Brian Roda. Como sucede siempre que se dan este tipo de procedimientos, los familiares de los aprehendidos manifiestan su absoluta inocencia. “No se porqué se lo llevaron”, es la clásica respuesta que invariablemente recoge nuestro cronista Silvio Batistuta. Los allanamientos de este martes 4 no fueron la excepción. Primero fueron los familiares de Rodríguez y luego vino el turno para la familia de Brian Roda.
La madre manifestó que su hijo tuvo un severo problema de salud, que no le permite trabajar. “Está todo el día acostado en su habitación, la que trabaja es su esposa que vende ropa”, se esmeró en explicar. Pero en Vía Libre Radio nadie logra tapar el sol con las manos. Rápidamente alguien salió a decir: “duerme todo el día porque vive drogado”. El instinto maternal pretendió ejercer una suerte de defensa de su hijo y para ello apeló a una aseveración tan contundente como lapidaria: “¿qué chico no se droga a esta altura?”, se preguntó la madre de Brian, naturalizando algo que no debemos permitirlo, ni como sociedad y mucho menos como padres.
La pregunta de Laura deriva en otra pregunta: ¿esto es así? Entendemos que todavía no llegamos a ese extremo, a ese despropósito, lo que no debemos socializar y mucho menos si de nuestros hijos se trata, es naturalizar el consumo de este maldito flagelo. Brian es un testimonio de lo que aquí afirmamos, no es una muerte súbita, la droga te va matando en vida. Corresponde recordar en este punto, lo que el Juez Federal de Reconquista, Dr. Aldo Alurralde, sostiene permanentemente: no debemos ser una ciudad amigable con la droga.
La justicia buena o mala. Grande fue nuestra sorpresa cuando Susana Benvenutti sostuvo que Roda y Rodríguez ya estaban nuevamente en libertad. Esto significa decir que en menos de 24 horas ya estaban de regreso en sus respectivos domicilios.
La propietaria dijo no, no, cuando le preguntamos si ellos ya habían recuperado parte al menos de lo robado al museo. O sea, la justicia es muy expeditiva para otorgar la libertad a los delincuentes, pero al mismo tiempo, no tiene la misma prontitud para resarcir, aunque más no sea en parte, a las víctimas de esos delitos. Esto genera dos consecuencias igualmente controversiales: la gente cree cada vez menos en el servicio de justicia (cualquiera está expuesto a un delito de esta naturaleza) y crea un caldo de cultivo para que más jóvenes se sumen a la faena delictiva.
Dos preguntas surgen espontáneamente. ¿Qué nos lleva a pensar que estos jóvenes, después de pasar algunas pocas horas en calidad de aprehendidos, no vuelvan sobre sus andanzas delictivas, máxime cuando la madre naturaliza el consumo de droga, sin preguntarse cómo se provee de flagelo mortal? Es cierto, no se puede condenar a nadie por un hipotético delito en expectativa, pero al mismo tiempo, a nosotros nos enseñaron que cuando “cometíamos una macana”, debíamos pagar por ella. Acá no hay sanción, no hay medidas ejemplificadoras, parafraseando a Enrique Santos Discépolo, todo es un cambalache, premonitoriamente dijo: “El que no llora, no mama, y el que no afana es un gil. ¡Dale nomás! ¡Dale que va!”.
Una invitación al delito. La puerta giratoria de la justicia es claramente una invitación a ingresar al mundo del delito. Saquemos cuentas, cuántos de los robos efectivamente se denuncian, no todos, es un dato de la realidad. A veces es más complejo que se tome la denuncia, a que un delincuente recupere su libertad. Sigamos, de 10 robos denunciados, logran esclarecerse 2 o 3, hay que tener mucha mala suerte de entrar entre los 2 de 10.
Sí, igualmente la suerte no acompaña al delincuente, en 24 horas estará nuevamente en libertad. Recordando a Discépolo y a su magistral creación, digamos: “No pienses más, sentáte a un lao, que a nadie importa si naciste honrao” y predijo también con dolorosa exactitud: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor. Todo es igual. Nada es mejor, los inmorales nos han igualao”.
Sin dudas, el autor de Cambalache, que según dicen los que saben, lo escribió en 1934; es decir, se adelantó por 90 años a la radiografía de lo que hoy estamos viviendo, mejor dicho, padeciendo. Discépolo escribió su obra para denunciar lo que se dio en llamar la década infame. Será que estamos viviendo un tiempo como aquel. Venga un nuevo Discépolo entonces, el cambalache ya está, o será el mismo que aquel.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso