Sin dudas, esta semana estuvo dominada por un tema casi excluyente. La pregunta era: ¿Qué podría decir y hacer Milei en la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, al que algunas veces calificó de nido de víboras?
La apertura del periodo ordinario; es decir, a partir del cual todo legislador está habilitado a presentar iniciativas legislativas es una buena practica constitucionalmente establecida. La misma debe de ser inaugurada por el presidente de la nación que tiene la responsabilidad de informar sobre el estado general de la republica y adelantar las medidas que tiene previsto implementar en el año que se inicia.
La gran expectativa era saber cuál sería la actitud con la que Milei llegaría al parlamento. Algunos hasta especularon que, podría llegar a sostener la misma actitud que don Hipólito Irigoyen adoptó cuando también estuvo distanciado del poder legislativo (algo por lo que se ve no es tan inusual) y ordenó leer por secretaria un texto muy sumario por el que declaraba inaugurada las sesiones ordinarias.
La otra gran incógnita o interrogante era poder establecer qué actitud adoptaría la oposición que tiene mayoría en el congreso y a la que el presidente llama casta. Se especuló con que podrían levantarse de la sesión si se sentían injuriados, sentarse de espaldas al orador principal como lo hizo el diputado Paco Manrique (segundo de la UOM y diputado por los acuerdos de su gremio con el kirchnerismo en Unidos por la Patria) que quedó solo en esa determinación absolutamente deshonrosa. De prosperar las iniciativas enumeradas por Milei, este sindicalista tiene motivos para preocuparse: anunció que los gremialistas deberían tener un mandato de 4 años en sus cargos y una sola reelección, como ocurre ya para algunos cargos políticos. Pensar que hay sindicalistas que vienen desde el gobierno militar y siguen en sus funciones durante los 40 años de democracia, nunca pusieron el hombro y atesoran patrimonios muy difíciles de poder explicar sin trabajar.
Fue una bocanada de aire puro. Como argentino de bien terminé tranquilo y hasta conforme. Antes que como periodista, como padre y argentino, muchas veces me resulta muy difícil de explicarle a mis hijos lo que sucede en este país tan imprevisible, donde en lugar de ocupar un lugar de privilegio en el mundo, estamos en el fondo del mar a raíz de los pésimos gobiernos que antecedieron al actual (aquí hay que darle la razón a Milei), y solo somos campeones mundiales en inflación, pobreza e indigencia con números descomunales y otros indicadores sociales y económicos que explican el profundo retroceso de esta bendita argentina. Pensar que hasta hace poco tiempo atrás nos quisieron vender el verso de la década ganada, en todo caso la pregunta de ayer y hoy es ¿ganada para quién?
Lo importante, lo sucedido en el congreso se acerca a la nación que la inmensa mayoría de los argentinos de buena voluntad, sin banderías ni intereses políticos partidarios, queremos para el país.
El presidente fue contundente, certero y efusivo en su diagnóstico de la pesada herencia recibida y las medidas con las que pretende afrontarla. Se puede ser efusivo y cruzado en cuanto a las posiciones que se defienden, pero no agresivo ni irrespetuoso, hoy es el primer mandatario. El destrato al gobernador de Chubut es una muestra de lo que digo. La oposición no son tampoco carmelitas descalzas, pero hay que reconocerles que supieron mantenerse estoicos ante las andanadas presidenciales y las gradas repletas de dirigentes y simpatizantes libertario.
El pacto de mayo. Lo convocó Milei para suscribir con los gobernadores y presidentes de partidos políticos en Córdoba al celebrarse un nuevo aniversario de la gesta de mayo. Como valor simbólico es excelente, por los beneficios concretos habrá que esperar, fueron tantos lo que ya vinieron a refundar la argentina, y la terminaron hundiendo un poco más, que ahora solo corresponde “esperar hasta que amaine”, como dice sabiamente la gente de campo.
Más allá de los resultados concretos que se puedan obtener, abre un canal de dialogo y comunicación que es imperioso para el gobierno. No se puede gobernar a los gritos, empujones e insultos, en algún momento hay que hablar sin gritar. Es un gesto de distensión que suma en positivo. Milei necesita sancionar reformas estructurales que inexorablemente deben ser fruto de acuerdos y no solamente de imposiciones. Recordando la charla de Gustavo Lazzari días atrás, con el ajuste solo no alcanza, el éxito de este gobierno se medirá en función de las reformas que logre efectivamente consensuar e implementar y no a través de un Decreto de Necesidad y Urgencia.
¿Será que estamos ante algo nuevo, revolucionario y esperanzador? Coincido con Milei, venimos de un siglo en absoluto retroceso, en picada libre y sin final a la vista. No lo dice él, los indicadores de todo tipo reflejan lo que el presidente viene arremetiendo con insistencia. Somos un país decadente y todos lo que vinieron a salvarnos se llenaron los bolsillos y ahora estamos cada vez más pobres. Moreleja, si queremos resultados diferentes, no hagamos siempre lo mismo, dijo Albert Einstein. Los responsables (o irresponsables para mejor llamarlos) de este desastre no pueden venir ahora a decir cómo salir del lugar en el que nos sumieron, no pueden ser salvadores de nada.
No todo es blanco o negro, los grises también existen. Milei insiste hasta el hartazgo que la pobreza de la inmensa mayoría explica la riqueza descomunal de unos pocos, que son las ideas libertarias que él pregona, impulsa y está dispuesto a llevar a la practica hasta las ultimas consecuencias son las que lograran sacarnos de este infierno. ¿Será así?
Milei sabe que no tiene mucho tiempo para ello, la paciencia y la confianza tienen sus límites, lo sabe perfectamente. Esperemos que el esfuerzo esta vez valga la pena y nuestros hijos y nietos vean un futuro para sus vidas, sin pensar en tener que irse del país. ¡¡¡Muchos éxitos presidente!!!
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso