Sin dudas, lo sucedido en la Escuela de Enseñanza Técnica N° 462, fue un tema que cruzó plenamente toda la semana. Muchos dijeron y dirán, no es la primera vez que esto sucede, no ocurre únicamente en ese curso, con ese profesor, ni en esa escuela. Lo diferente, en todo caso, es que esta vez la bajado de línea del docente fue grabada y luego compartida por las redes. Vía Libre Radio fue el primer programa radial en abordar lo sucedido en ese establecimiento.
No está mal hablar de política en la escuela. Esto es absolutamente cierto y necesario. Política no es una mala palabra y es muy aconsejable que esta temática se trate en los cursos y en todos los niveles. Siempre habrá un sesgo ideológico en el docente que imparte el tema, imposible que ello no suceda. Lo que no debe ocurrir es que el educador califique de descerebrado al alumno que no piensa como él y que brinde una serie de argumentos por los que no debían votar por un candidato presidencial, en referencia a Javier Milei. Subrayo que ese candidato no genera ninguna simpatía en este periodista. Vale la aclaración para indicar que no hay ningún juicio de valorativo en especial hacia la actitud de este docente, ninguna animosidad en particular. Si el aludido hubiera sido que se defenestrare a Massa pensaría exactamente lo mismo.
La relación docente-alumno. Sin dudas, están en planos muy diferentes y el primero en una situación muy superior al del educando. Por ello, hay que destacar la actitud de la alumna que adoptó la determinación de grabar lo que en esa clase estaba sucediendo. Se dijo después que, no nos consta fehacientemente, que se haya pretendido sancionar a la misma por usar el celular durante la clase. Si así fuera, era pretender tapar el sol con las manos. Eso es imposible.
¿Está bien lo que hizo este profesor? Algunos ensayaron una defensa del docente, diciendo que si Milei gana llega el infierno. El aula, el lugar y el momento, no es para discutir y analizar si eso será o no así. Nada justifica esta determinación del “profe”, por más que compartamos lo que pretende inculcar. Es el respeto por el otro, en este caso por el alumno y el ámbito, el curso de una escuela.
Eso, nos guste o no, es lisa y llanamente adoctrinamiento y a él no le pagan o no le deberían pagar para eso. Esto no significa estigmatizarlo ni nada que se le parezca.
Por definición, la educación brinda información con el propósito que cada persona, en este caso el alumno, genere sus propios criterios. El adoctrinamiento es la transmisión de posturas políticas partidarias para que sean absorbidas positivamente por otros.
No debemos naturalizar las desviaciones del sistema educativo. No se trata de hacer leña del árbol caído. El profesor fue sancionado y efectivamente es lo que corresponde. Se transmitió la sensación, es una primera instancia, que había una tibia defensa, pero la contundencia del repudio fue tan generalizado que no existió otra alternativa.
Muchos dijeron también que en otras escuelas sucede exactamente lo mismo, eso no justifica lo que sucedió. En todo caso, a partir de este antecedente, hay que tener el coraje de esa joven y denunciar lo que si entiendo es un avasallamiento injustificable. Lo que está mal, es bueno acordarlo, debemos corregirlo y no admitirlo como algo natural. El miedo es inmovilizante y lo que se necesita es cambiar aquello que no está bien.
Los docentes son víctimas de sus alumnos y sus padres que lo protegen. Esto fue también escuchado mientras el incidente era ya un estruendo. Es muy probable que algo de ello esté sucediendo, pero tampoco explica lo sucedido. En todo caso, emerge la necesidad de analizar la relación docentes-alumnos-padres, porque efectivamente se trata de un trípode y así debe ser concebido. Seria muy saludable que de un hecho desafortunado podamos aprender una lección superadora de la mediocridad que caracteriza a la educación post pandemia.
En las escuelas también se fuma marihuana. Es algo tan natural, que ya a nadie sorprende. Esto surgió, cuando una madre se refirió al tema del adoctrinamiento, y denunció también que allí se fuma marihuana. Muchos se preguntaron, casi al unísono: ¿qué hay de nuevo en todo esto?. Es más, algunas hasta recriminaron a esa madre por decir algo archiconocido ya para muchos. Me incluyo en los que no sabían esto. Perdón por mi ignorancia. Vuelta para atrás otra vez, que esto ocurra, no significa que esté bien. ¿Y si se sabía, qué se hace para cambiar esa realidad? ¿Saben esto, las autoridades educativas? ¿Y si se saben qué opinión tienen? ¿Está todo bien? ¿Es esta la escuela que realmente queremos y defendemos? ¿Será que no podemos hacer ya nada? ¿Es realmente una guerra perdida? ¿Y si es así, cual es el futuro de nuestros jóvenes, a los que decimos querer y amar tanto? No duden de algo, quiero, defiendo y apoyo a los jóvenes como el que más, pero permítanme ser retrogrado, pienso que nos los quiero, ni defiendo y mucho menos los amo, si naturalizo esta realidad.
Destaquemos también lo bueno. La educación, y por ende la escuela, están en una crisis que luce manifiesta. No ganamos nada si pretendemos soslayarla. Pero también es cierto que el sistema guarda fortalezas, hay docentes, alumnos y padres muy comprometidos. Es saludable destacarlo y no debemos inferir que este hecho reprobable nos lleve a pensar que todo está mal. Pero la excelencia a la que debemos apuntar, mucho en materia educativa, es un camino con idas y vueltas, avances y retrocesos. Destaquemos los errores para corregirlos y celebremos los logros para que se sigan sucediendo.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso