Estaban los pobladores a la sombra de un quebracho cuando el Coronel bajó de su caballo y estrechó las manos de todos. Después de departir con ellos por breves momentos, todos se prepararon para compartir un asado con cuero, el primero que comerían los inmigrantes en este suelo.
Finalizado el almuerzo, el Coronel Obligado, levantándose del cajón de querosene sobre el cual estaba sentado, dirigió sus palabras a los presentes. Durante su alocución, propuso, en homenaje “al buen presidente Doctor Nicolas Avellaneda fundador de ésta y otras colonias”, colocar a la población el nombre de Presidente Nicolas Avellaneda.
Tras otras consideraciones, interrumpidas por los continuos vivas, quedó definitivamente fijado el nombre.
En representación de los colonos presentes hizo uso de la palabra el Sr. Jorge Cracogna para agradecer el gesto del Gobierno Argentino, porque aquí habían encontrado una realización completa: trabajo, protección, justicia y paz fecunda y prometiendo en nombre de todos transformar “este desierto en un jardín de producción”.
Así con estas palabras, se dio por terminado el acto que, con el correr del tiempo, tendría suma importancia por cuanto desde ese momento ya se estaba identificando una población, fruto de la esperanza de un grupo de inmigrantes.
El quebracho que hoy se encuentra en la plaza 9 de Julio con sus ramas secas, fue testigo de muchos acontecimientos, entre ellos, la colocación del nombre a esta ciudad, que fueron cimentando la historia viva de Avellaneda. La fotografía nos lo muestra aun cubierto de hojas, muchos años atrás
Por el prof. Victor Braidot. Extracto del libro “Avellaneda en el Tiempo”, segunda edición.