Formada por capitales de esta zona, tenía el objetivo de fabricar hilados que se pudieran ocupar para hacer bolsas, necesarias para envasar la producción de granos. El edificio funcionó la fábrica estaba a la vera del bulevar Yrigoyen.
Hombres de empresa comprometieron sus energías y capitales en un nuevo proyecto industrial motivado por la dificultad que tenían los agricultores para conseguir bolsas con las cuales envasar su producción de granos. La causa era la escasez de fibras vegetales tales como el yute que se importaba de la India, pero que, por problemas internaciones, no entraba a nuestros puertos. La solución estaría en la siembra de otros vegetales sustitutivos tales como el cáñamo y el lino de fibras largas que, industrializados, cubrirían las necesidades del rubro bolsas.
Entre los años 1937 y 1938, un grupo de comerciantes, industriales, funcionarios y profesionales, reunidos en asamblea, decidió la instalación de una industria capaz de dar solución a la falencia mencionada. Así se formó una sociedad llamada Compañía Industrial Cáñamo, Lino, Argentina. Reconquista (C.I.C.L.A.R.).
En la asamblea se ofrecieron acciones de cien pesos moneda nacional. El directorio estaba formado por capitalistas de Rosario, entre ellos los señores Pedro Tricerri y Martín Astengo, quienes ya disponían de industrias semejantes en el pueblo de Chabás, provincia de Santa Fe, y en Ayacucho, provincia de Buenos Aires.
Para la construcción de la fábrica, se procedió a la adquisición de un predio, propiedad de la sucesión Roberto Constantino Kholi, situado al oeste del Bvar. Hipólito Yrigoyen desde el nº 20 al 130, con 600 metros de fondo. La medición del terreno estuvo a cargo del agrimensor Alberto Álvarez Ambrosetti.
La construcción contemplaba los espacios destinados a maquinarias para procesar fibras, bateas, rodillos, lanzaderas, enfardadoras, etc. Por otra parte, en el paraje Los Laureles, la firma Froilán Diez e hijos, accionistas de la nueva empresa, cedió en arrendamiento un extenso campo exclusivamente dispuesto para el cultivo de lino para fibra y cáñamo, que una vez trillado se trasladaría a Reconquista para ser emparvado dentro del terreno de la fábrica.
La planta industrial era un vistoso e importante edificio de cuatro cuerpos, comprendiendo cada una amplia sala de máquinas para procesar la materia prima. Contaba también con espacios destinados a la casa del encargado y oficinas.
Se habían previsto todos los adelantos de las instalaciones modernas para salvaguardar la salud del personal, mediante potentes aspiradores de polvos en las salas de labor con tirajes aéreos y subterráneos.
La gerencia de la empresa tuvo su primera oficina en un local ubicado al lado del Plaza Hotel, sobre calle Patricio Diez, actuando de encargado Aníbal Vignolo.
En sus inicios, tuvo que afrontar dificultades como el fracaso de la siembra de cáñamo debido al exceso de lluvias en período de germinación, por lo cual decidieron comenzar a trabajar con lino. Salvados los primeros inconvenientes, la fábrica inició sus actividades en enero de 1943.
En ese entonces la C.I.C.L.A.R. contaba con 800 accionistas con acciones emitidas por $ 974.700 y por $ 1.025.300 a emitir que formaban $ 2.000.000 del capital autorizado. Su capacidad de producción la habilitaba a ocupar una mano de obra cercana a los 400 empleados.
La población y las autoridades de la ciudad tenían muchas expectativas puestas en esta empresa que redundaría en el progreso de toda la zona, pero surgieron dificultades insalvables debido a que, en los años 50, el productor prefirió dedicarse totalmente a la siembre del algodón al que se agregaba el girasol. Ambos cultivos ofrecían mayor rédito económico pues se había producido una caída en los precios del lino y del cáñamo. Las acciones de la C.I.C.L.A.R. fueron perdiendo valor y la industria tuvo que paralizar su actividad cerrando definitivamente sus puertas en la década del 60.
Por MIRTA VACOU – Extracto del libro “De fortín militar a ciudad inteligente”. Tomo I.