Nadie se imaginaba que un día de picnic iba a terminar en una gran tragedia que conmovió a toda la comunidad de la zona y particularmente a Reconquista y Avellaneda en la calurosa jornada del miércoles 15 de febrero de 1967.
Un grupo de mujeres religiosas del San José, planificaron una tarde de recreación en las aguas del arroyo El Rey, en la margen que está ubicada frente a la ciudad de Avellaneda, al lugar con el tiempo se lo rebautizó como el “pozo de las monjas”.
Siempre se dijo que El Rey era peligroso cuando estaba crecido y que por ese motivo se había cobrado muchas vidas en toda su historia.
María Folla, melliza, la menor de una familia de doce hermanos, cinco de ellas religiosas en ese momento, cuenta que dos de sus hermanas estaban en el Colegio San José donde paraban y deciden organizar una salida, planean un día de río, de playa, eran quince entre todas aproximadamente, compartieron un picnic, llevaron todas las cosas para que no falte nada, la emoción de ir al río, de meterse al agua, hizo que salieron todas corriendo rumbo al lecho del arroyo, se cuidaban de no meterse en los pozos, donde se formaban los remansos, abajo lleno de raíces, no conocían mucho y se fueron metiendo.
Las primeras en ingresar al agua fueron Mercedes Folla y Erminia Dolzani, oriunda de Malabrigo, y lo hicieron con la ropa del hábito, muy pesada por cierto que ayudó a que no puedan salir, la primera tenía 25 años y la otra alrededor de 40, más atrás venía caminando Magdalena, hermana de Mercedes y luego el resto.
Siempre que iban al arroyo las acompañaba un tal Vicentín, porque el hecho ocurre en un campo de su propiedad frente a donde hoy es barrio Belgrano, quien tomaba sus recaudos, con una picana iba controlando que no hubiera pozos y atrás venían las religiosas, pero esa tarde todo salió mal.
La picana de Vicentín no registró que había uno, las tres venían confiadas, hasta que Mercedes y Erminia desaparecieron de la superficie, Magadelana venía un poco más atrás y se salvó.
Habrán sido las 10 de la mañana cuando se produce la tragedia, gritos y desesperación en todos los que estaban en el lugar, pero nada pudieron hacer, el agua se las tragó en un lugar donde hacía un remolino.
“Enseguida empezó la búsqueda que estuvo a cargo de la misma gente que había en el sitio, Erminia apareció enseguida y mi hermana Mercedes que estaba enganchada de los raigones, la encuentran a eso de las 14 hs, fue todo muy triste realmente”, cuenta María Folla, hermana menor de Mercedes y Magdalena.
“Después de ese hecho, Magdalena dejó los hábitos, se sintió responsable de lo ocurrido con su hermana”, señala María.
Josefina Sartor que en esos años era religiosa, me comenta que estaba en Córdoba con una de las hermanas de Mercedes, quién inmediatamente viaja en colectivo hacia Reconquista en medio de la fuerte congoja que reinaba entre todas.
“Mi hermana fallecida era maestra de grado en el Colegio San José, en tanto que Magdalena trabajaba en la cocina, también estaba Erminia, vivían juntas”.
“Mi papá Marcos Folla, mi mamá Matilde Bogner, ella descendiente de alemanes y mi papa austríaco. Yo justo ahora tengo un hijo viviendo en Alemania. A mis abuelos cuando llegan a la Argentina los mandan para esta zona”.
La familia Folla-Bogner se establece primero en La Potasa, luego se trasladan a Las Amintas, donde se dedicaban a la producción agrícola en el campo. Dice María que finalmente recalan en Reconquista, alrededor del año 1964 “vivimos en una casa que estaba pegada a la capilla de barrio Hospital, mis padres vienen porque buscaban darles un futuro mejor a sus doce hijos”.
“Somos doce hermanos, Elda la mayor casada con Fidel Zupel que vivieron en barrio Moreno, Teresa, Angelica, José , alias “Pepe”, Isidro, Cayetano, Mercedes, Rita, Magdalena, Roque, María Isabel e Isabel María, somos las mellizas, las más chicas”.
Mis padres, ambos murieron en el año 1988, en el mismo año , uno en agosto y el otro en noviembre, mi mamá 80 y mi papá 84 años.
“De mis doce hermanos cinco fueron religiosas, Angélica, Teresa, Rita, Magdalena que dejó y Mercedes”.
“En esos años, décadas del 50/60 a las chicas las llevaban muy jovencitas para que a los 15años se conviertan en religiosas, las iban a buscar, a reclutar al campo para que ingresen al noviciado, Roque por eje-“el campo para todos”. mplo estuvo en el seminario desde muy chico, dejó en el último año porque realmente no tenía voluntad de ser religioso”.
“Llegamos a la ciudad porque queríamos estudiar, no había muchas posibilidades de desarrollo en
Con los vecinos se compró el terreno para la iglesia en el barrio Hospital y se fue levantando con el aporte de cada uno, mi papá siempre era el primero que aportaba”.
“Mi papá solía mandar al seminario donde estaba Roque todo tipo de productos del campo para los curas, choclo, batata, zapallo, verduras”.
“Ser religiosa, era muy sacrificado, en el primer año es cuando debían definir si quedaban, si resistían, yo veo que había mucha injusticia en esa época, no las dejaban venir por cuatro años a ver a los padres, porque las monjas tenían miedo de que dejen los hábitos, era eso, las obligaban prácticamente a seguir”.
“Como eran tan chiquitas mis hermanas, ellas veían que todo lo que les hacían era normal, por ejemplo, cuando pedían un jabón para bañarse, debían besarle la mano a la monja que se los daba, realmente eran esclavas”.
“Muchas chicas no resisten por eso hay tan pocas vocaciones para ser religiosas en la actualidad en todo el país”.
“Yo veía como vestían, tomaban modelos de Europa cuando hacía frío, tela de lana, pesada, en pleno verano, y así siguieron toda la vida, después creo que algo cambió para el verano, donde se ponían ropa más fresca”.
“La única que dejó fue Magdalena, las otras siguieron, Teresa falleció a los 90 años, su devoción fue total, una mujer muy generosa con una voluntad a toda prueba, ayudando al otro, Rita por ejemplo murió muy joven a los 44 años de un cáncer muy severo, ella era enfermera, ayudaba a la gente, estaba en la parte de maternidad, con ropa, con atención para los bebes y para todos”.
“Rita estuvo mucho tiempo en Uruguay, a ella le encantaba ir a las termas, íbamos con mi marido y los chicos a visitarla en vacaciones, le gustaba tanto, no salía de la pileta, era rubia, blanca, quedaba con la piel en llagas a veces”.
“En Buenos Aires estamos viviendo las cuatro que quedamos vivas de toda la familia, Magadalena, Isabel, María y Angélica”.
“Yo me vine a Buenos Aires a los 20 años para seguir estudiando y salir de Reconquista, no llegue a completar mis estudios, me enamoré y me casé, uno de mis hijos vive actualmente en Alemania, tengo una hija conmigo, mi hermana melliza tiene un varón y una nena, un varón en España”.
“En Reconquista estudié en el Colegio de Monjas y mi hermana la melliza hizo Corte y Confección, bordado, en la Escuela Profesional de Mujeres”.
“Aprendí a hacer costura sin estudiar, solo con mirarla a ella, es lo que tengo ahora, un taller de costura”.
“Fue muy triste lo que pasó con mi hermana, yo estaba con mis padres en casa y vinieron a avisarnos, el velatorio se hizo en el Colegio San José de Reconquista, un mundo de gente, eso fue un acontecimiento muy penoso para la ciudad, fue tremendo para todos”.
“Desde la tragedia al lugar se lo bautizó como el pozo de las monjas, que lamentablemente se siguió cobrando víctimas fatales cada vez que estaba crecido”.