Se empezaron a despejar incógnitas en la ecuación electoral. Finalmente, Macri comprendió que su indefinición implicaba más un costo para la coalición que un beneficio, empezando por sus propias pre candidatas más cercanas, quienes estaban en la dulce espera en su búsqueda de más apoyos políticos y económicos. Ya lo comentamos en esta columna hace dos meses que algunos agujeros en las finanzas de la campaña de Bullrich los cubrió el propio Emir de Cumelén. Vidal directamente dijo públicamente que, si su líder competía, ella se bajaba.
Macri terminó su gestión con balance negativo y de ahí su derrota. Advirtió –como Alfonsín en su momento- que quizá podía ser mejor ex presidente que presidente, con todo el prestigio y eventualmente el poder que eso puede redituar. Como dice “la jefa”, no hace falta tener un cargo para hacer política. Existen muchos ejemplos, como Perón desde el exilio. Claro, la mayoría no puede, pero los que pueden es porque acreditan un gran aprendizaje de conducción y de vida.
Pues Macri aprendió de la jugada de Cristina en 2019, que puso a Alberto de primer candidato y, aun con ella detrás, la sociedad plebiscitó a la administración PRO, no a Ella. Ahora con su paso al costado, el ex presidente les facilitará a sus candidatos que se discuta menos de sus errores de gestión y más de la herencia que deja el actual gobierno. Deja así en la primera línea a las figuras más competitivas de Juntos por el Cambio, reforzando el valor de la marca. Pura racionalidad política porque además desactiva que se produzca “la final de la Copa del Mundo” entre Él y Ella.
Todos los indicios llevan a confirmar lo que la mayoría del mundo político suponía: que CFK no será candidata a presidenta, y quizá a nada. La Argentina entonces debatirá con otra camada política sobre cómo sale de la crisis. Gane quien gane, es positivo que no insistan las dos figuras políticas más importantes de sus respectivas coaliciones, pero con fuerte imagen negativa.
El paso al costado de Macri actuará como un catalizador de decisiones políticas dentro de la coalición. Despejado ese factor de la ecuación, ahora se aceleran las negociaciones por la definición de fórmulas y de candidaturas del paquete nación – CABA – provincia de Buenos Aires. Por lo pronto, “el pelado” ya confirmó que habrá un solo candidato del PRO en la capital del país. Así se deberían bajar del ring Quirós y Acuña ¿para ir en qué lugares? Mientras se buscan fórmulas políticas para darle garantías a Lousteau. Si eso falla, ¿podría haber un dominó radical en contra de Larreta por ruptura de contrato?
Lo cierto es que el mencionado catalizador ya le dio luz verde para que el radicalismo entre a jugar dentro de la interna del PRO, con todo lo que eso podría alterar el cuadro que arrojan las encuestas, ya que la presencia territorial es una clave que desestabiliza cualquier especulación. Uno podría decir que la que vota es “la gente”, no las estructuras de base, y que en el público de clase media los referentes inciden menos. Sí, pero. Son varios los ejemplos en elecciones provinciales en donde la mayor presencia de dirigentes de un bando radical terminó alterando lo que asomaba de otra forma (por ejemplo, en las últimas PASO de Santa Fe, la popular Losada le sacó solo una ventaja de 18.000 votos a Pullaro, quien contó a su favor con una amplia red de intendentes). Se viene un punteo fino de dirigentes de uno y otro bando.
Dicho esto, suben las apuestas: iría camino a concretarse la esperada fórmula Larreta – Morales, por un lado, y Bullrich – un radical del interior (¿el gobernador Valdés?) por el otro. Va a ser para alquilar balcones. ¿Y Vidal? ¿siempre fue una candidata muleto de Macri para complicarles la vida a los otros dos, como sospechan los aludidos? ¿el ex presidente se habrá sentido atraído por los vínculos del ahora marido Sacco en el mundo de los deportes televisados, dada su carrera hacia la presidencia de la FIFA?
Pero hay otros personajes en el tintero. Carrió se supone que se lanzó para negociar cargos legislativos. Miguel Ángel Pichetto –luego de haber incidido en la perentoria decisión de Macri por sí o por no para despejar incertidumbres- pondrá en valor el hecho de que es una de las cuatro grandes patas de la coalición opositora. ¿Y Manes? ¿quedará aislado de todo apoyo radical? Suena a lo más probable, ya que sigue sin levantar vuelo electoral pese a su reconocido prestigio. La UCR juega a poner el próximo vicepresidente, mejorando su valorización respecto a 2015 y 2019, y probablemente el próximo vicegobernador bonaerense. En ese marco el neurólogo se queda sin masa crítica, aunque lo haya alentado a competir el Emir de Cumelén para que le quite votos moderados al alcalde porteño. A veces parece que el chorro qatarí da para todo.
El corrimiento de la competencia electoral de Macri ¿le traslada sus votantes automáticamente a Patricia Reina? ¿algo se va a Milei? Ambos interrogantes merecen respuesta negativa. Primero, lo que estaba recogiendo el ex presidente era más cercano a “Pato”, pero también se podría decir que era un votante más promedio dentro del espacio. Las diferencias entre lo que recogen ella y Horacio son de estilo, no ideológicas. Segundo, ese segmento que iba con Macri tiene una buena oferta interna como para pensar en irse a otro lado. El estilo del economista suena a veces demasiado agresivo y sus posturas un tanto extremas como para que se filtren más votos cambiemitas hacia el libertario.
Pues, así como Cristina movió una ficha en 2019 y se generó un dominó en todo el resto del tablero, ahora eso lo provocó el creador del PRO. El juego de la silla ya se activó. Ya se bajaron dos explícitamente. Quizá otros se hayan quedado sin dónde sentarse como secreto a voces. La música está sonando y los participantes bailan al ritmo mientras se mantienen lo más cerca posible de las poltronas. ¿Quién será el próximo o próxima que quedará fuera del juego?
Por Carlos Fara, Analista político y titular de Carlos Fara & Asociados.