Educación y salud arrastran dificultades de largo tiempo, para ser muy claros y concretos, pero la falta de soluciones hace que esos mismos problemas tiendan a agravarse. Quienes ejercemos el periodismo desde hace ya un buen tiempo, decimos esta película ya la vi, si el guion es el mismo, nos cuesta creer que el desenlace sea diferente. Vayamos por parte.
EDUCACIÓN. En los últimos 20 años, salvo alguna excepción que confirma la regla, gobiernan peronistas o socialistas, siempre se afirmaron que 180 días es el mínimo necesario que un alumno requiere para estar en condiciones de promocionar el año. Y al mismo tiempo, nunca se logra en la mayoría de los casos, iniciar el año dentro de los plazos establecidos.
Siempre formulo una pregunta ya recurrente. ¿No podrán comenzar las negociaciones paritarias con antelación, que evite los paros docentes con el comienzo del ciclo escolar? A partir de allí, todo es más o menos conocido. Luego de 2, 3 o más semanas se logra un acuerdo y el dictado de clases tiende a normalizarse. Cuando la situación se vuelve más tensa, irremediablemente se dice que los días de huelga serán descontados. No está aquí en discusión la procedencia de la medida, solo decir que en la práctica nunca se efectivizó por la sencilla razón que el conflicto finalmente se resuelve y las jornadas de paro terminan siendo abonadas.
La propia Ministra de Educación, Adriana Cantero, en su visita a Reconquista esta semana, lo dijo con total honestidad: “somos el país de la región -Chile, Uruguay, Perú, Brasil, etc.- que menos días de clases dicta al año”. Para acceder a un ciclo más o menos normal, se debieran dictar clases hasta el 23 de diciembre y así lo acordaron y firmaron las autoridades educativas y los propios gremialistas que representan a los docentes. “Yo no entiendo, se rechaza ahora lo que se firmó en su momento”, dijo Cantero. ¿Nada es extrañable y algo que no se sepa, alguien pensó realmente que ese viernes 23 se vayan a dictar clases en la provincia? Es más, existen actividades que comienzan ya a marcar el final del proceso de enseñanza-aprendizaje para este año. Y como si esto fuera poco, se anuncian 190 días de clases para el próximo periodo, pese a todo el esfuerzo del mundo, resulta muy difícil llegar a creer. Acaso, no sería más atinado asegurar que se logren cumplir con los 180 días efectivos de clases tantas veces pregonado y nunca cumplidos.
Los resultados están a la vista. Venimos de dos años de pandemia, con muy poco tiempo de dictado de clases presenciales y en muchos casos allí la forma modal o virtual no logra reemplazar la presencialidad. Aquí también se le pretendió restar importancia a la gravedad del problema, es cierto al coronavirus no lo trajeron las autoridades educativas actuales, pero lo que no se pueden ocultar son los resultados y que fueron muy magros. Este año no tuvimos pandemia, pero la extensión de los paros generó un impacto semejante.
Como esta realidad ya no se puede cambiar, lo que se modifican son las reglas de juego para la promoción del alumno. Llegan sobre finales del ciclo, y más allá de todo el esfuerzo que se utilice para argumentar la razonabilidad de la resolución, hasta muchos docentes manifiestan su desacuerdo con la resolución en cuestión. Es que existen dos verdades muy difíciles de refutar hasta el momento: día de clase dictado, día perdido y no se puede pasar de año, sin el examen correspondiente. Los resultados son dramáticos, alumnos que finalizan la escuela primaria sin saber multiplicar o dividir, leer y mucho menos escribir.
La salud necesita también un acto de sinceridad. El SIPRUS es el sindicato que nuclea a los profesionales universitarios de la salud. Esta semana realizaron un paro nacional, reclamando una recomposición salarial para el personal profesional que ejerce en la salud pública. En Vía Libre Radio, entrevistamos a María Fernanda Boriotti, que es presidente de la federación y secretaria general a nivel provincial. La charla iba muy lineal, donde la gremialista explicaba los salarios realmente muy magros que perciben. Una verdad incontratable que el Dr. Martín Salinas la ponía en número: percibe algo más de 200 mil pesos, pero con los descuentos, se lleva al bolsillo solamente $ 104.000. Realmenteno se puede discutir, es verdaderamente muy poco.
La otra cara de la misma realidad. Boriotti ya no tuvo la misma contundencia, cuando le preguntamos la cantidad de horas y días que efectivamente están con el paciente. Seamos muy claros, toda generalización resulta injusta y también lo es cuando hablamos de salud, existen excelentes profesionales que se dedican a destajo y ejercen con dignidad admirable el compromiso laboral comprometido. Me consta que es realmente así. Pero están también los otros, que trabajan 2 o 3 horas diarias en lugar de 6 y de 24 horas semanales no logran llegar ni siquiera a la mitad.
Educación y Salud son parte de un mismo relato. Por el primero, los días de clases son absolutamente insuficientes. Para la segunda, los salarios son muy bajos, tanto como las prestaciones que se brindan.
En ambos casos, los perjudicados son exactamente los mismos, especialmente en materia de salud, cuando el paciente no puede elegir y debe acudir al efector público porque no tiene otra alternativa. Es necesario un acto de profundo sinceramiento, presupuesto ineludible si pretendemos cambiar una realidad cada vez más dura y que en algunos casos se llega a pagar con la propia vida la desatención en la que nos encontramos incursos. Falta un profundo baño de realismo, que ponga luz y un poco de sensatez ante tanto oscurantismo. No hay más tiempo para esperar.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso