Pasaron ya 24 años de aquella verdadera masacre, donde fueron brutalmente asesinados don Francisco Meza, su hijo Rafael (y no Ramón como expresa el fiscal Alejandro Rodríguez en su imputación) y un vecino de ellos, Matías Bustamante. Fue entre el 2 y 3 de enero de 2001, en la zona de islas conocida como el Biguazal, a escasos minutos del puerto de Reconquista, aguas arriba. El lugar exacto es por el Riacho San Jerónimo, enfrente de las casillas que se divisan a la derecha navegando para Los Amores y el Miní. Fueron a buscar la paz que nos brinda el río y encontraron la muerte; en realidad, fueron masacrados.
Vía Libre se ocupó desde el día uno de aquella tragedia y los familiares de las victimas reconocen siempre nuestro acompañamiento permanente, de uno de los tantos crímenes que permanecen impunes. No olvidamos a Estela, a Liliana y también a su mamá, mover cielo y tierra para poder determinar quién o quiénes y porqué acabaron con la vida de sus seres queridos.
Los primeros pasos en la investigación de un crimen son fundamentales. Fueron una cadena absoluta de torpezas y mala praxis. La preservación de la escena del delito es esencial y en aquel caso nada de ello sucedió. Es más, hubo una absurda disputa por cuestión de competencias, si debía actuar prefectura o la policía.
Este periodista fue testigo del juicio que se desarrolló en Vera. Nosotros pusimos frente a frente en la televisión a Carlos Javier Cano y los familiares de las víctimas. Estuvimos también en la resolución del tribunal. Allí se dejó establecido que no pudieron determinar fehacientemente el móvil del crimen. Cuando esto sucede, nada resulta efectivamente convincente. Para determinar quién o quiénes fueron los asesinos, es necesario saber porque lo hicieron, los camaristas condenaron a Cano y expresaron con absoluta claridad meridiana que el triple crimen quedaba sin esclarecer en su totalidad, porque una sola persona no podía hacer todo ello al mismo tiempo.
Doctrina Fraticelli. Alude a que un mismo organismo, no puede actuar en dos instancias diferentes, en un mismo caso. Ello permitió que el juez de Rufino, acusado de dar muerte a su hija, recuperase la libertad. Con ese antecedente, el Dr. Degoumois pidió lo propio para su defendido y fue así que Carlos Cano salió también de la prisión, después de estar más de 6 años privado de su libertad.
Nuevo juicio, nuevo código, la injusticia de siempre. La libertad de Cano no era para siempre. Era hasta que se realizara un nuevo juicio, que determine su culpabilidad o inocencia. En ese transcurso, la provincia cambió el código penal y pasó del sistema inquisitivo al acusatorio.
Con el nuevo régimen, el Fiscal Regional Rubén Martínez instruyó al Fiscal Alejandro Rodríguez para que se aboque a esta causa, así lo expresa este último en su presentación.
El Dr. Rodríguez no pudo estar presente en la audiencia en la que se trató la posible prescripción de la causa por estar con licencia psiquiátrica. Fue sustituido por los Fiscales Maglier y Hereñú. La defensa de Cano está a cargo del estudio Degumois y del Dr. Ghio.
L a acusación del Fiscal Rodríguez posee una serie de datos llamativos, desde mencionar como Ramón a una de las víctimas, hasta ofrecer como pruebas 2 relojes, cuando siempre se supo, que el reloj en cuestión era uno, no ofreció tampoco como prueba el cartucho percutado y presuntamente encontrado en el lugar del crimen y ofrece como testigos a peritos que nunca habían sido presentados en la causa. Obviamente, los abogados defensores pusieron de manifiesto todas estas falencias y solicitaron la prescripción de la causa por el paso del tiempo, y lo más grave, por la inactividad judicial. Una verdadera vergüenza.
La voz de los familiares. Liliana Meza, hija y hermana de dos de las victimas dijo textualmente a Vía Libre Radio: “visto el nuevo sistema, el fiscal tuvo 4 años para revisar la causa y estuvo allí nomas”.” Ojalá se puedan hacer las cosas de otra manera”, agregó. “Fue un crimen muy aberrante, muy sufrido, nosotros todavía seguimos sufriendo”, señaló.
Destacó también que ella en la audiencia pidió que la causa sea prescripta, “para que se termine de una vez todo esto”. “le dije al señor Cano que para mi él no fue el asesino”, enfatizó Liliana Meza y pidió que él y ellos puedan estar ya en paz. “Todo lo que hicimos no sirvió de nada. Agradeció al abogado defensor de Cano por solicitar al Juez que los escuche.
No valió de nada. La expresión de Liliana manifiesta un sentimiento muy especial. No tienen nada que reprocharse, porque nos consta, movieron todo lo que estuvo a su alcance.
El reproche es absolutamente para el sistema judicial, con el sistema anterior y el nuevo. Ninguno de los dos fue capaz de esclarecer debidamente este crimen tan aberrante.
Dr. Martínez no se enoje. Este caso muestra nueva y palmariamente que “mis fiscales”, según sus expresiones, en este caso el Dr. Alejandro Rodríguez, que según él siguió expresas directivas suyas, no realizó una investigación que merezca elogiarse, como lo dicen los familiares de las propias víctimas. No debe enojarse con nosotros, hágalo con “mis fiscales”. Es de desear que este no sea un capitulo más, de la torpeza y vergüenza de la justicia penal, la de antes y la de ahora. Basta de crímenes impunes.
Les deseo una excelente semana.
Lic. José Carlos Odasso