Desde la Ciudad del Vaticano, la coterránea Lucía Mansilla vive días tan intensos como inolvidables. Embajadora del leonismo local, joven comprometida con la pastoral y actualmente radicada en Europa gracias a una visa de trabajo y formación, Lucía fue testigo presencial de uno de los momentos más significativos de la historia reciente de la Iglesia: el adiós al Papa Francisco.
“Estoy en Roma, voy a quedarme varios meses acá”, contó Lucía en diálogo con José Odasso. Su recorrido comenzó en una experiencia intercultural que la llevó primero a Berlín y luego a una pequeña región de Alemania, donde desde hace casi diez meses realiza tareas pastorales, juega al fútbol y trabaja. Ahora, su llegada a Italia marca una etapa especial: fue seleccionada como voluntaria para el Jubileo, un compromiso que implicó una intensa preparación espiritual y el servicio a miles de peregrinos de todo el mundo.
La experiencia de Lucía se tornó aún más significativa en las últimas horas, con el fallecimiento del Papa Francisco. En este sentido, es importante señalar que la entrevistada había tenido un primer encuentro con Jorge Bergoglio durante la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, aquel evento donde el Papa pronunció su recordado “hagan lío”.
El reencuentro estaba previsto en el marco de su servicio como voluntaria, pero no pudo concretarse. “Cuando me acerqué a despedirlo en la Basílica de San Pedro fue muy movilizante. Nunca vi un rostro con tanta paz”, relató con profunda emoción.
“Francisco fue el Papa de mi juventud”, afirma con convicción. “No por ser argentino, sino por su entrega cercana a los jóvenes, a los pobres, a los enfermos. Nos mostró que la Iglesia debe estar al servicio del amor de Dios, como él lo manda”.
Para Lucía, su pontificado marcó un antes y un después: “Nos hizo volver una y otra vez a Dios, incluso a quienes no profesaban la fe. Fue un Papa para el mundo, con gestos concretos y un mensaje de humildad que lo hizo distinto”.
El impacto de Francisco no se limitó al plano espiritual. En la plaza San Pedro, mientras miles de fieles lo despedían, Lucía vivió en carne propia la conexión universal que generó el Papa. “Cuando nos veían con la remera argentina, la gente se acercaba, nos abrazaba, nos decía lo mucho que significó para ellos. Francisco compartió nuestros sueños, nuestras esperanzas. Fue un representante distinto, que hizo volver a Dios a muchísimas personas”, sostuvo.
Además, recordó que su presencia en Roma coincidía con la prevista canonización de Carlo Acutis, evento que fue postergado por el luto papal. Sin embargo, el sentimiento colectivo que se vivió en la ciudad compensó cualquier calendario: “Fue una gracia del cielo estar acá. Esta experiencia queda para siempre en mi corazón, en mi vida y en la de tantos”.
SU VÍNCULO CON EL CLUB DE LEONES DE RECONQUISTA:
Lucía también aprovechó la charla para saludar al Club de Leones de Reconquista, donde es una embajadora en el extranjero:
“Es un orgullo ser parte del Club de Leones. Siento que formo parte no solo de una organización de servicio, sino de una familia que lleva el servicio a todos lados.
Eso nos une como comunidad. Nos hace entender que las distancias son solo kilómetros, que uno, desde donde está, puede poner su granito de arena.
La realidad es que considero que hoy nadie es profeta en su tierra. Sin embargo, Dios me regala la gracia de estar también en otro país. Alemania ha sido un lugar que me brindó mucho a través del servicio, y donde también pude aportar lo que tengo, lo que soy, lo que puedo ofrecer hoy, en el lugar donde Él me quiere”.
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Y agregó: “Siento que esto ha marcado un antes y un después en nuestra misión, no solo como creyentes, sino también como ciudadanos. Ser para el otro, creo yo, debe ser nuestra misión diaria.
Y el Club de Leones representa eso. No solo en nuestra querida Reconquista, sino también en el mundo entero. Eso me anima, me da fuerza. El sentido del servicio es lo que está transformando mi vida.
Agradezco de corazón, porque desde el primer momento que salió la notificación, me acompañaron. Sé que están rezando por nosotros, y sobre todo, agradezco que cada uno, desde su lugar, siga haciendo el bien. Creo que ese es el reflejo de lo que Dios nos pide, porque Él nos soñó para cosas grandes, incluso en lo cotidiano.”
Escuchá acá la entrevista completa: