“La mejor política criminal se llama pedagogía” empezó la entrevista el abogado. Remarcó la importancia de trabajar con herramientas que le permitan a los jóvenes distinguir y decidir entre variables positivas o negativas. Esto es, saber cómo enfrentar las situaciones problemáticas y en las que ellos se sientan protagonistas.
“La resocialización debería ser el resultado de un proceso, no una puerta. Hay que hacer un trabajo con la víctima, el victimario y la sociedad”, expresó el disertante. Explicó que la raíz del problema está más allá de las dificultades familiares; si el delincuente no tiene las capacidades para enfrentarlo, será difícil encontrar una solución. “Tiene enfrentar dónde está y qué le pasa”, sintetizó.
Sumó como un punto relevante que el nivel educativo escolar no es sinónimo de buen comportamiento ni de no delinquir. La pedagogía se inclina por tener herramientas para enfrentar y decir que no en “un mundo terriblemente adverso”, adjetivó Soler.
“No ayudan las convicciones de que no tienen futuro, las ideas claras que no hay nada que ellos pueden hacer que signifique un cambio para tener un proyecto de vida” expuso Soler y cerró “En este sentido, la droga no se sabe si es la causa o el efecto. Hay que convencerlos en que tengan un plan de vida, ayudarlos con eso.”
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