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MUJERES DE RECONQUISTA: LA HISTORIA DE VITALINA MILOCO, LA SEÑORA ZAPATERA

La conocí en mi niñez, allá por el año 1924, cuando concurría al primer grado del Colegio San José, ubicado en la antigua propiedad de Catalina Perdigones, frente a calle Belgrano N. 590. El taller de reparaciones de calzado de Miloco, funcionaba frente a la misma calle N. 567. Sobre la puerta de entrada, colgada de la pared, una cana de bota alta de metal, indicaba la característica del taller. 

Juan Manuel Lupis. 

Fotografias ilustrativas de Miguel Ahumada en el libro "Mujeres de Reconquista" (2)

Fotografias ilustrativas de Miguel Ahumada en el libro «Mujeres de Reconquista» (2)

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Fotografias ilustrativas de Miguel Ahumada en el libro «Mujeres de Reconquista» (2)

 

Doña Vitalina había nacido el 09 de julio de 1889, en Santa Maria La Longa, aldea de la comarca de Udine, en el Friuli italiano. Allí conoció a Luis Miloco con quien contrajo matrimonio en 1914. Eran muy jóvenes y tenían como horizonte una vida digna para ellos y los hijos que vendrían. Por eso decidieron emigrar a nuestro país ese mismo año. Se radicaron en Santa Fe donde desarrollaron en tareas diversas, luego se trasladaron a Jobson Vera, y trabajaron como artesanos zapateros sin lograr independizarse. Su hijo primogénito, Monsarrato, nació allí. Al año siguiente se mudaron a Reconquista y abrieron su propio taller. 

 

Gracias a sus manos laboriosas pronto tuvieron numerosa clientela. Además de reparar calzado, hacían botas para la zapatería de durieux. En 1917 llegó otro hijo: Raimundo. Vitalian y Luis ahorraban monedita tras monedita, sonando con el edificio propio para taller y casa de familia, donde sus hijos crecieran y aprendieran el oficio de sus padres. Pero ocurrió una desgracia: la muerte repentina de Luis a los 39 años. 

 

La joven viuda con sus dos hijos se trasladó a un inquilinato, situado en calle Habegger esquina Roca. Una vez ubicados, Vitalina decidió anexar al taller de calzado, otro dedicado a la limpieza y planchado de sombreros de paño, felpa y otros materiales, para uso masculino. A este taller lo llamó “La Especial” y fue el primero de este tipo que hubo en Reconquista. Comenzaron a colaborar los hijos: Monsarrato ayudaba a su madre en el calzado y Raimundo se ocupaba de los sombreros. En 1938 se cambiaron nuevamente de domicilio. Había surgido la competencia por lo que debían incrementar el esmero para no perder clientes. Luego se sucedieron otras mudanzas. Así, entre zapatos y sombreros pasaron los años. Los hijos se independizaron laboralmente y por fin, en los años 40, doña Vitalina pudo adquirir una parcela de terreno para construir los talleres y su casa de familia, aquello con lo que había soñado desde los lejanos días en su Santa Maria La Longa. La zapatería funcionó hasta el año 1966 con doña Vitalina al frente. 

 

La señora zapatera abandonó este mundo el 10 de marzo de 1971.


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