Mamá cigueña
Vestida con su impecable delantal blanco, en cuya solapa colocaba un jazmín los días de primavera, la veíamos salir de su casa para atender a sus parturientas…
Alicia Gentile
Victorina nació en Buenos Aires, el 28 de mayo de 1891. Sus padres eran inmigrantes italianos: Vittorio Moglia oriundo de San Fiorano y Ursula. Bianchi, de Milán quienes constituyeron una familia numerosa con 8 hijos: Aida, Victorina, Juan, Clelia, Amilcar, Artemisia, Camila y Jose.
Victorina era niña cuando se instalaron en Reconquista donde abrieron una sastrería llamada “La catedral de Milán”. Los hijos varones fueron incorporándose al trabajo comercial mientras que Aida y Victorina estudiaron fuera de Reconquista. Fue asi que Victorina siguió la carrera de Obstetricia, en la Universidad de Córdoba. Recibió su título en diciembre de 1912, cuestión que fue muy bien aceptada por todo el pueblo de Reconquista, en tiempos en los que pocas mujeres realizaban estudios superiores.
A partir de entonces, Victorina ejerció su profesión. El primer retoño que ayudó a nacer fue una niña, Ines Ocampo, el 24 de abril de 1913. En el año 1915 contrajo matrimonio con Juan Meinet Pallares y se radicaron en San Javier donde Victorina continuó trabajando y ocupándose de su primogénita, Angelica. En esa localidad, cuya población originaria era la de etnia Mocoví, la novel partera debió atender (o más bien presenciar) más de un parto, segun las anécdotas posteriores que su nieta Alciia Gentile recuerda:
Las indias parían solas, sosteniéndose de un tirante con una soga, en cuclillas. Luego se untaban el cuerpo con la placenta y, en verano, después se tiraban al río, a nadar para limpiarse la grasitud.
Victorina estaba allí para atender cualquier contingencia que se presentará y les enseñaba a cortar el cordón umbilical y a desinfectar bien el ombligo.
Posteriormente se establecieron en Reconquista donde, en 1926 nació su segundo hijo, Aldo Mario. En esta ciudad siguió ejerciendo como partera y ocupó el primer cargo de obstetra en el Hospital de Caridad. Trabajo en forma ad honorem, tal como lo hacía el cuerpo médico. Se acostumbró a sortear dificultades cuando la llamaban a atender a una parturienta, a veces iba a pie, otras a ballo, en sulky o canoa, siempre había que asistir a quien lo necesitaba con el auxilio de la ciencia y de la comprensión humana.
Vestida con su impecable delantal blanco, en cuya solapa colocaba un jazmin los días de primavera, la veíamos salir de su casa para atender a sus parturientas, a quienes acompañaba no solo en ese momento de recibir en sus manos una nueva vida, sino que, posteriormente las visitaba para higienizarlas y enseñarle a bañar el bebe.
En los 43 años que ejerció su profesión atendió 6000 puertos, evidenciando en todo momento el estricto cumplimiento de su obligación y de su profundo espíritu cristiano. En 1956, “Mamá Cigüeña” como la llamaban, se retiró recibiendo muestras de gratitud y simpatía de toda la comunidad.
Cuando ya era anciana, vivía los embarazos de sus nietas. Con que amor y alegría nos palpaba nuestros vientres y escuchaba con su viejo estetoscopio los latidos de sus futuros bisnietos. Más de una vez acertó con más exactitud las fechas de nuestros partos que los médicos. Nunca olvidaré con qué emoción compartimos con ella el primer baño dado a su primera bisnieta, Maria Cecilia.
Alicia Gentile
Doña Victorina falleció, en 1984, a los 93 años.