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LA LEYENDA DE LA COMADREJA Y LA GATA

Azuleja, la comadreja, era pícara y ladrona desde chiquita. Cuando se mamá la tenía dentro de la bolsa tomando la teta con sus diez hermanos, Azuleja siempre los empujaba para robarles su leche. Y cuando tuvo tres meses y empezó a caminar solita, lo primero que hizo fue robar los huevos del nido de Lolo el chingolo. Al principio comía de todo: uvas, frutillas, manzanas, gusanitos, escarabajos. Se divertía persiguiendo lagartijas, sapos y ranas, todos bichos movedizos que igual cazaba sin problemas. Un día se comió una víbora entera. Sus hermanos se asustaron al verla (en realidad siempre se asustaban de las locuras de Azuleja), pero se la tragó con cabeza y todo.

Una vez le ganó la pereza. Vio de lejos el alimento de la gata Renata y se fue derechito para el plato. Y ahí empezaron los problemas porque Azuleja no quería comer ninguna otra cosa: ni frutas, ni bichos, ni nada. Solamente la comida de Renata.

La pobre Renata estaba cada día mas flaca. El dueño pensaba que comía demasiado porque veía el plato siempre vacío, pero en realidad no probaba bocado casi nunca. Decidió hacer guardia, pero Azuleja se acercaba, abría su gran boca y gruñía, y la gatita se alejaba con la cola entre las patas. A veces, era el olor que lanzaba Azuleja lo que la espantaba.

Un día, Renata decidió enfrentar a su ladrona enemiga. Cuando llegó Azuleja, Renata gruñó primero, arqueó bien el lomo y se le fue encima con las uñas preparadas. Pero la picara comadreja se hizo la muerta enseguida. Asustada, la gata corrió en busca de ayuda y, cuando llegaron a ver, ya no estaban ni la comadreja ni la comida.

Renata juntó pedazos de frutas durante tres días. Al cuarto, mezclo los trozos malolientes con su alimento y, mostrándose muy amable, invitó a Azuleja a comer.

Dos minutos tardó la comadreja en devorar todo. Dos días duró la borrachera. En realidad, nunca supo ni por qué el alimento de Renata ya no le gustaba más. Los cierto es que Renata fue una gata gordita y feliz y Azuleja se convirtió en una comadreja cazadora de bichitos y en una excelente vecina.

Extracto del libro «Leyendas de mi tierra», del prof. Victor Braidot

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