Margarita Zárate tenía 35 años. Era madre de cuatro hijos: Elías de 17, y tres hermanos más de 14, 4 y 3 años. Este periodista tuvo oportunidad de conocerla en persona cuando acompañó a su hijo mayor a Vía Libre Radio. Elías y ella manifestaron su voluntad de que el menor no continúe alojado en una casa que alberga y cuida a niños y adolescentes en estado de vulnerabilidad.
Recuerdo perfectamente que muchas personas que conocieron a Elías dijeron que se trataba de un adolescente bueno y educado. La madre logró finalmente su propósito y el joven fue retirado del lugar en el que se encontraba.
La realidad siguió para Margarita y Elías más allá del tratamiento periodístico. Sus otros tres hijos se encuentran actualmente institucionalizados; esto significa que cuentan con la intervención y seguimiento de la Delegación Provincial de Familia, Niñez y Adolescencia.
EL CASO ELÍAS
Lamentablemente, en los días previos a conocerse la muerte de su madre, se pudo establecer la participación de Elías en un delito contra la propiedad. Poco después, se confirmó que el cuerpo de una mujer encontrado muerto en barrio Los Hornos de Santa Fe era efectivamente el de Margarita Zárate. Murió en situación de calle y en la más absoluta indigencia.
Antes de viajar a la capital provincial, vivía en una vivienda muy precaria en el asentamiento de barrio Itatí, en Reconquista. La relación con su última pareja había sido difícil y con agresiones, razón por la cual decidió irse a vivir a Santa Fe. Los familiares que tenía allí decidieron no albergarla y terminó en esa dramática situación. Todavía queda por establecer fehacientemente si se trató de un suicidio o, como otros sostienen, de un posible homicidio.
LA DROGA MATA
Lamentable y penosamente, Margarita tampoco escapó al flagelo social que nos interpela como comunidad. Sus vecinos manifestaron a nuestro cronista Silvio la difícil situación en la que debió vivir la última parte de su vida. Ella también consumía.
EL FUTURO DE ELÍAS
Siempre se nos enseñó que los jóvenes son el futuro de un país. ¿Qué se puede esperar de un adolescente que vive en un grado de vulnerabilidad tan extremo? Muchas veces, cuando jóvenes a corta edad son protagonistas de delitos, surge un interrogante unánime: “¿Y los padres dónde están?”. El caso de Margarita lo responde: son sujetos ausentes. Los padres no están, no existen. También evidencia que no se roba para comer, sino por la situación social y de vulnerabilidad en la que se vive.
ALGO NUEVO SE DEBERÁ HACER
Este editorial tiene como único propósito que todos nos preguntemos qué sucede y qué se puede hacer para revertir este drama social cada vez más acuciante. Existen niveles de intervención del Estado para cuando los padres no son capaces de asegurar los derechos elementales de sus hijos. Según la gravedad, intervienen los municipios o la provincia. Existe un protocolo muy minucioso al respecto, pero este caso revela que no alcanza: es insuficiente todo lo mucho o poco que se está haciendo.
El drama de Margarita y sus hijos no es una excepción. Por el contrario, es una realidad cada vez más frecuente. Algo nuevo y diferente deviene imperativo si queremos obtener resultados que permitan superar este contexto. A todo esto: Margarita ya no está. Queda abierto un interrogante que duele: cuál será el futuro de Elías y sus tres hermanos. Para ellos, la vida sigue.
Por el Lic. José Odasso




