Esta semana debió el proyecto de ficha limpia, tras su aprobación en la Cámara de Diputados de la Nación, lograr la otra media sanción por parte del Senado. Todo hacia prever que así iba a suceder, pero como la política es el arte de lo posible, y agregaría también de lo imposible, por ello nunca se sabe hasta que finalmente se vota y acá se votó y la iniciativa fue tirada al tacho de los residuos.
Por tratarse de una ley con competencia electoral, debía contar con una mayoría especial de la mitad más uno de los miembros de la Cámara de Senadores; o sea, debía reunir 38 votos. Hubo 37 por la afirmativa y 36 por la negativa. Ganó la positiva, pero en realidad terminó perdiendo. Triunfó la política sucia.
El escandalo posterior fue en realidad mayor a la votación en sí. El fuego cruzado entre el gobierno, con el propio Milei a la cabeza, y los referentes del PRO con Macri y Silvia Lospennato (autora de la propuesta) en primera fila.
Porque escribir sobre este tema ya con suficiente tratamiento del periodismo nacional. Por lo que me escribieron algunos oyentes de Vía Libre y también lectores de este diario digital. Un remisero decía: para acceder a una licencia que me habilite a conducir un vehículo, del transporte público es cierto, debo tener ficha limpia. Y agregaba con meridiana sinceridad e indignación: “para conducir los destinos del país o sancionar leyes que afectan a casi 50 millones de argentinos no existe ninguna exigencia”.
Otro oyente y lector explicaba: “presenté mi currículum para ingresar a trabajar en una empresa, no solo no debés tener antecedentes penales de ningún tipo, sino tampoco y ni siquiera antecedentes policiales”.
Esto explica con absoluta claridad porqué la gente, el hombre y la mujer de a pie, en realidad la inmensa mayoría de los argentinos, despotrica contra la política y los políticos. No son los medios ni los periodistas los responsables de tamaño distanciamiento, son los propios mal llamados políticos los que se encargan de hacer que la grieta sea cada vez más profunda.
Todos son casta. El gobierno de Javier Milei llegó para terminar con la “maldita” Casta, que tantos privilegios acumuló durante años en beneficio propio y en perjuicio de la inmensa mayoría de la gente. En realidad es bastante cierto, la existencia de las castas (existen más de una y a veces se entrecruzan, pero terminan negociando) explica gran parte de la decadencia argentina.
Lo que sucedió con esta votación, no es ni será la única, es solo un botón que muestra como se opera. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, dijo que los votos estaban, luego su jefe, el presidente Milei dijo que no estaban y por ello quería que los senadores firmaran los que votarían por la sanción de la ley. No era tampoco ninguna seguridad. Un senador radical por Corrientes, ejemplo, presentó un proyecto y luego en el recinto votó en contra de su propia iniciativa. Ya nada sorprende, los argentinos perdimos desde hace mucho tiempo la capacidad de sorprendernos de tantos actos de absoluta deshonestidad.
El cristinismo es más puro. Ellos se abrazaron y festejaron que ficha limpia se había caido y ya no se pueda volver a tratar durante al menos este año. Se mostraron como celebrando la obtención de una copa del mundo y lo único que consiguieron es que un corrupto (cualquiera sea su identidad) pueda presentarse a una elección. Es en más ni menos que festejar la corrupción.
Si hubo o no negociación con el gobierno, se cae la conformación de la comisión investigadora por el escándalo de la cripto libra, a cambio que naufrague el de ficha limpia, es una posibilidad. Ya nada podrá sorprendernos.
Porqué únicamente ficha limpia para un delito. El remisero no debe tener antecedentes penales, ni siquiera policiales. Los políticos pueden presentarse a una elección sin ningún impedimento. Pero entiéndase bien, si se aprobaba ficha limpia, solo se verían impedidos de postularse quien o quienes hubieran cometidos delitos de defraudación en perjuicio de la administración publica. Siendo narcotraficante, pedófilo, violador o estafador, igualmente pudieran ser candidatos. Una aberración por demás absurda.
Afortunadamente no todos los políticos son iguales, al menos hay excepciones. Santa Fe tiene ficha limpia sancionada por ley durante este gobierno de Pullaro, pero vale decirlo también (incluido el peronismo) la oposición también aprobó el proyecto.
Con la reforma de la constitución provincial, ficha limpia pasará a contar con rango constitucional, esto significa que ya ninguna ley podrá dejarla sin efecto, y eso es un paso hacia adelante en procura de oxigenar la política. Seria de desear que el ejemplo de Santa Fe se transmita e imite en todas las demás provincias, y por supuesto, a nivel nacional. Es de esperar que así sea, y solo a partir de ese momento, los políticos podrán comenzar a el camino de reconciliación con el pueblo argentino.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso
