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Lo que dejó la semana: Hasta siempre Papa Francisco

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Fue una semana, como pocas, prácticamente monotemática. Hubo un tema excluyente. La partida del Papa Francisco en las primeras horas de este lunes, luego de haber compartido y presidido la celebración del domingo de pascua en la plaza San Pedro, estuvo en todos los medios del mundo y también en charlas de familia o amigos. Jorge Bergoglio fue un líder mundial y tuvo la capacidad de llegar no solamente a la feligresía católica y cristiana, su impronta fue transversal a toda la humanidad, más allá de la profesión de fe o no de cada uno de nosotros.

Francisco deja numerosas enseñanzas que sería bueno saber internalizar para que estos 12 años de pontificado no hayan sido en vano. Es de esperar que todo su esfuerzo sea una luz que no se apague con su partida. Es cierto, en muchas oportunidades y para los propios argentinos, absorbidos por las grietas interminables, no nos resultó fácil de llegar a entenderlo. Recién ahora que ya no está, se alcanza a valorar mucho de lo que dijo e hizo y hasta asombra el reconocimiento mundial que supo granjearse en estos 12 años de pontificado. Hasta el propio Donald Trump que está en las antípodas de su formación ideológica, fue elogioso para con él y fue también a su despedida final.

Javier Milei no fue la excepción. Criticó al Papa y lo acusó de promover el comunismo y de tener afinidad con comunistas asesinos. Llegó a decir que era el representante del maligno en la tierra. Electo presidente, manifestó su predisposición a entablar una relación constructiva, fue recibido en el vaticano y ahora el mismo Milei dice: “es el argentino más importante de la historia”.

Cristina sumó lo suyo. Cuando aquel 13 de marzo de 2013 se supo que teníamos Papa y que era argentino, ella se encontraba en un acto en Tecnópolis. Con su admirable capacidad para desagradar cuando así lo desea, se refirió a ese acontecimiento diciendo: “me acabo de enterar que hay un Papa latinoamericano”. Era Jorge Bergoglio, con quien ella y Néstor tuvieron una difícil relación mientras fue arzobispo de Buenos Aires. Rápidamente volvió sobres sus propios pasos y tres días después estaba en Roma para la asunción de Francisco.

El Papa tuvo la grandeza necesaria para saber perdonar. Sostuvo siempre que el perdón es un acto divino y humano, no es solo un hecho religioso, sino también un derecho humano que salva el alma. Advirtió sobre los peligros que genera el odio y el rencor, que terminan destruyendo familias y sociedades. “Fuera del perdón no hay esperanza; fuera del perdón no hay paz. El perdón es el oxígeno que purifica el aire contaminado por el odio, es la vía para desactivar la ira y curar tantas enfermedades del corazón que contaminan la sociedad”.

La autoridad moral de Francisco. Muchas veces se dice: “fácil es decirlo, mucho más difícil concretarlo”. El Papa tuvo la gran virtud de dar por tierra con aquel adagio que dice: “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Su autoridad moral fue quizá lo que más pude admirar del Francisco. Me imagino que no debe ser fácil renunciar a todos los privilegios del que goza el representante de Dios en la tierra. Resignó vivir en la fastuosa residencia reservada al sumo pontífice en el Vaticano para ir a vivir a la residencia de Santa Marta. Se trata de un hotel tipo 4 estrellas. La diferencia con quienes allí habitan, la mayoría temporalmente, es que dispuso de dos habitaciones, una de ellas destinada a su despacho diario. Desayunaba, almorzaba y cenaba con el resto de los que allí se hospedan. Esto le permitía, al mismo tiempo, tener un profundo contacto con la realidad al compartir ese tipo de encuentros cotidianos con sus hermanos.

Francisco lo previó todo, hasta como quería que fuera su sepelio, el lugar y modo de su sepulcro, muy alejado de las excentricidades de muchos de sus antecesores. Fue austero hasta para decidir cómo debía ser su descanso eterno.

Fue siempre un sacerdote. El escritor español Javier Cercas, auto declarado agnóstico, autor del libro dedicado al viaje del Papa a Mongolia dice: “en la conversación personal te das cuenta, ante todo, que este hombre era un sacerdote”. “Fue un Papa que reconocía sus propios errores”, enfatiza y está muy bien que así haya sido, es muy difícil sostener la infabilidad de los pontífices, más allá que muchos todavía consideren que deben ser casi divinos”. “Lo que me impactó –sostiene el escritor- fue sobre todo su humildad, la humildad de un hombre sencillo”.

Sensaciones personales. Cuando en la tarde del aquel 13 de marzo, se supo que “habemus Papa” y que era Bergoglio, sentí una gran emoción como católico y argentino. Logré verlo Papa en la plaza de San Pedro. Tuve la ocasión de conocerlo antes, cuando vino para la asunción de Juan Rubén Martínez como Obispo de la Diócesis de Reconquista. Cuando quise entrevistarlo, dijo respetuosamente que no, “hoy el gran entrevistado es el pastor que acaba de asumir”. Luego y cuando desciendía del atrio levantado en las puertas de la catedral, se enredó en la sotana y con un colega evitamos que tropiece y terminara en el piso. Recuerdo su gesto de gratitud hacia nosotros.

Fue emocionante verlo con Mónica, mi esposa y mi hijo Piero en la audiencia de un miércoles de febrero de 2014. Recuerdo que muchos feligreses decían “la plaza volvió a llenarse”, desde que Francisco es Papa. A su paso, le mostramos la bandera argentina y saludó con satisfacción. Siempre pensé, además de orar mucho por él, como siempre lo pidió desde el primer día: “recen por mí”. Pensé cómo seria su ultimo día de pontificado, como sería su despedida y ahora cómo será recordado. No me hubiera gustado que renunciara. No lo hizo y no se entregó hasta muy pocas horas de su partida.

“La muerte no es el final de todo, sino el comienzo de algo” afirmó en forma premonitoria Francisco en el prefacio del libre “Esperando un nuevo comienzo”. La iglesia que deja ese Papa venido del fin del mundo es muy distinta a lo que recibió. En un mundo cada vez más incrédulo y menos fiel, logró sostener el número de católicos, es más, la incrementó. Fue a partir de una iglesia más abierta, cercana y en contacto con su gente. Entiendo que fue muy previsor. La gran mayoría de los cardenales que habrán de elegir a su sucesor fueron designados por Francisco. Deseemos que la iglesia que él abrazó siga adelante. No puede ni debe haber marcha atrás. Amén.

Les deseo una muy buena semana.

Lic. José Carlos Odasso

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