La pregunta del título de este editorial tiene casi seis años desde el mismo momento que la empresa concursada ingresó en lo que dio en llamar “stress financiero”, en diciembre de 2019. Con posterioridad a esa declaratoria, en febrero de 2020 solicitó la apertura de su concurso preventivo, que la justicia procedió a su apertura el 6 de marzo de ese mismo año.
Lo que siguió luego de la apertura del concurso fue un laberinto interminable en el terreno jurídico, con decisiones en algunos casos sin mayores antecedentes en materia judicial. A modo de ejemplo, cuando la Corte Suprema de Justicia apeló a la figura del avocamiento para requerir el expediente a cargo del juzgado Civil y Comercial de la Segunda Nominación. Lo mantuvo en su poder durante 8 meses, antes de proceder a devolverlo al juez natural de la causa, Dr. Fabián Lorenzini. Pasaron para ello 8 preciosos meses, cuando el tiempo se convierte en un adversario implacable.
Lorenzini rechazó la propuesta concursal de Vicentin y ordenó el cramdown. La empresa apeló la resolución y la Cámara de alzada hizo lugar, aceptando así la proposición efectuada a los acreedores. En otro hecho excepcional, la Corte hizo lugar a un recurso de inconstitucionalidad y volvió a avocarse a este concurso. El final ya no originó sorpresas. Derivó lo actuado a la Cámara de Apelaciones de Rafaela que ratificó el cramdown y derivó nuevamente todas las actuaciones al juzgado de Lorenzini.
Apertura del proceso de salvataje. El cramdown es una instancia legal que procura evitar lisa y llanamente la quiebra de la concursada. Fueron cinco empresas formalizadas en cuatro propuestas. La semana anterior se resolvió la admisión de las interesadas y el juez estableció como fecha límite para la obtención de las conformidades el 31 de octubre próximo, si bien la misma puede llegar a extenderse si existen razones que así lo aconsejen. Lo importante de saber, la propuesta requiere para ser aceptada contar con el 50% del número de acreedores y las 2/3 partes de capital defaulteado.
El Grupo Grassi picó en punta. Vía Libre Radio entrevistó a Mariano Grassi, Vicepresidente de la empresa. Allí, además de señalar que es un emprendimiento familiar, sostuvo que cuentan con un inversor extranjero de peso para afrontar la inversión necesaria. Aludía al grupo Cargill, que se encargaría del comercio internacional. Reconoció que participaron en la compra de una porción significativa de la deuda internacional de Vicentin y lo más significativo, destacó que “estamos dispuestos a devolver el doble del monto adeudado a los acreedores en un plazo de 10 años”. “Todo lo que pueda hacer para mejorar, con inversión de ser necesario, se va a hacer”, aseveró Mariano Grassi. Hasta allí todo sonó tranquilizador y en alguna medida razonable y convincente.
Acreedores objetaron la propuesta y la definieron de abusiva y discriminatoria. Parece ser que este concurso no tiene paz ni solución a la vista. El cramdown volvió a ser cuestionado, ya que siete acreedores granarios sostienen que la propuesta de Grassi contempla un dividendo inferior al que les correspondería en caso de la liquidación de los bienes de la agro exportadora concursada. El escrito del abogado Mateo Germán Schatt expresa que según los cálculos de los acreedores demandantes en la práctica se les propone una quita real de entre el 93 y el 97%, lo que estaría violando el requisito legal de garantizar dividendos no inferior al de la quiebra.
Un futuro incierto. Como ya lo expresara, el tiempo no espera y se acaba. Durante todo este largo proceso se estuvo operando a fazón para sostener la actividad, pero ya se necesitan inversiones imperiosas para que las instalaciones puedan continuar en actividad. En este contexto, nadie está dispuesto a invertir un peso. Hay otros tres jugadores importantes, entre ellos la Unión Agrícola de Avellaneda que todavía no mostraron sus cartas (ofertas). Lo que nadie puede llegar a desear en su sano juicio es que esto termine de la peor manera; o sea, en una quiebra. Lo sucedido esta semana con Algodonera Avellaneda es una muestra de las dificultades existente, todo pende de un hilo cada vez más delgado. Como sucede en este tipo de entuertos, los que más pierden son los trabajadores, que todos dicen defender, pero la realidad puede ser otra si no aparece un poco de sensatez ante tantos desatinos. Ojalá que no sea tarde y que todo termine de la mejor manera.
Les deseo una muy buena semana.
Lic. José Carlos Odasso