Via Libre

Ejemplo de Formato de Fecha

La historia de Eduardo Orlando Pagura: Retrato de su infancia (parte 4)

Arzamendia - Kreni (2)

Compartimos a continuación la cuarta y última nota de la historia de Eduardo Pagura, sus años de la infancia y la juventud, y su larga lucha para superar los problemas que le presentó la vida en su salud. Las superó a todas y hoy disfruta del cariño de sus familiares amigos.
Parte 4
El año continuó sin sobresaltos y cuando llegaba a su fin había que hacerle la despedida al maestro que se iría a sus pagos de vacaciones para volver en febrero. Por supuesto fue una despedida alegre con una fiesta de la que participaron muchos vecinos. Con efusivos abrazos despedimos a Alberto con la promesa que el año siguiente continuaría con su tarea de director y maestro. Pero el destino no quiso que fuera así, porque días antes de fin de año, el Banco Provincia de Santa Fe le aceptó la propuesta de trabajo que había presentado e inmediatamente nos avisó y comunicó al Ministerio para que enviaran a otro maestro o maestra.
En el mes de marzo del año siguiente llegó proveniente de San Justo un talentoso baterista, jugador de futbol y maestro, se trataba de Ricardo Gastón Gamboa. Alto, flaco y de prominente patillas se supo ganar el afecto de los chicos y de los más grandecitos que lo llevaron a jugar al futbol en el Club Atlético Juventud Unida de La Esmeralda convirtiéndose en un ídolo en la zona. Al nuevo maestro le gustaba más el futbol que la educación y era querido por todos porque se encargó de conseguir un edificio nuevo para la escuela y la casa para el director. Casi todos los meses se organizaban torneos de futbol, carreras cuadreras, bailes con orquesta (no nos olvidemos que era baterista de los mejores y ofrecía ese servicio a los mejores conjuntos musicales de la zona).
Era muy riguroso con los errores de ortografía y aprendimos mucho con él en ese sentido, eso sí, casi todos los días nos tocaba redacción y numeración.
Pasó el tiempo y se enamoró de una bella joven, hija del carnicero de la zona Don Juan Chapero, ella era conocida como “Negrita” y se codeaba con la alta alcurnia de Reconquista, fueron muy amigos de Quique Capozzolo y muchas veces llegó al pago, a la pileta de los Chapero, la famosa actriz Graciela Alfano.
Todo iba bien hasta que a fines del año 1967 cuando terminaba el anteúltimo grado de la primaria jugando a la pelota me caí mal y me fracturé el brazo izquierdo a la altura del hombro. Me enyesaron todo el torax y el brazo para que quede inmovilizado, era diciembre y hasta febrero tenía que tener el yeso. Los días húmedos y de mucho calor me agobiaban, no había energía eléctrica en el campo, los mosquitos hacían de las suyas y para colmo de males ¡dolor intenso de muelas!… no sabía qué hacer, hasta que mi mamá me acercó una estampita de Ceferino Namuncurá. A él me encomendé y al segundo día de la novena el dolor milagrosamente se fue y hasta el día de hoy no tuve más dolores de muela. Prometí en aquella oportunidad visitar la tumba del indiecito, y éste año, en marzo de 2024, después de 60 años lo logré, llegué a su tumba cercana a Junín de los Andes. Allí pude agradecerle y llevar para siempre en mis retinas su tumba en forma de cultrún (instrumento musical de la etnia mapuche).
Llegó el año 1968 y yo terminaba mis estudios primarios. Fue el maestro Gamboa y mis primas Florinda Pagura y Gladis Petroli quienes insistieron a mis padres para que yo continuara con los estudios secundarios. Ellas me prepararon para rendir el examen de ingreso a la secundaria en el Instituto Gustavo Martínez Zuviría de la ciudad de Avellaneda.
Era marzo de 1969, aprobé el examen de ingreso con un nueve para asombro de los docentes ya que provenía de una simple escuela de campo.
Un lunes de ese mes de marzo ingresé por el portón del Instituto acompañado por mi padre para comenzar una nueva etapa de mi vida. Se terminaba la infancia y comenzaba la adolescencia, pero eso será motivo de otro escrito.
Como corolario puedo decir que tuve una infancia feliz, signada por cosas que me hicieron ver la vida de otra manera, a la que a pesar de mi discapacidad la podría enfrentar con ganas de progresar y ser alguien en la vida. Esa visión me hizo fuerte ante las adversidades y salir triunfador de todas ellas. En otro relato será el tiempo de contar todo eso.

Tiempo de Reconquista

El tiempo - Tutiempo.net