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Llegaron los Carusos Lombardis: Una mirada a la letra chica del presupuesto enviado al Congreso revela que el ajuste fue puesto en pausa hasta el año que viene

Hace dos meses dijimos que este gobierno iba a necesitar Dibus –para atajar penales– y Carusos (Lombardis) –para evitar descensos–. Está claro que aprendió a atajar penales y va a seguir necesitando de un personaje que diga “mirá que te como” durante largo tiempo. Pero faltaba saber si también tenía Carusos. Ahora los tiene. Se los presento. Son Julia Cordero –interventora de la ANAC– y Eugenio Curia –coordinador nacional del Programa para el Combate de Lavado de Activos y Financiación del Terrorismo (dentro de la UIF).
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La primera nos va a salvar de que les bajen de categoría a los aeropuertos argentinos, con lo cual evita que se caiga la política de cielos abiertos. El déficit en el área venía desde la época del calabrés, persistió durante Alberto, y el primer funcionario libertario de la ANAC durmió el sueño de los justos durante siete meses. Por eso hubo que intervenir el organismo. El segundo –que es el que realmente sabe del tema en la UIF porque el mandamás es muy flojito– le permite al Gobierno seguir soñando con volver a los mercados de capitales internacionales y que “el líder mundial libertario” no haga el papelón de militar en la lista gris junto a paraísos terrenales como Haití, Yemen y Siria.

Dice el eslogan de una reconocidísima tarjeta de crédito que “pertenecer tiene sus privilegios”. Pues en este caso actuaron a full los contactos al más alto nivel, más la solidez técnica de los funcionarios mencionados, para evitar malas noticias a un país claramente aliado de los EE.UU. (en donde se cuecen las habas más importantes del mundo), y además porque nadie quiere tomar decisiones enojosas en una administración que concluye en noventa días. Argentina tiene que seguir haciendo muchos deberes todavía, pero los “waivers” obtenidos en ambos casos permiten ganar tiempo para normalizar lo necesario.

Así el Gobierno sigue gozando de buenas noticias, y el Presidente dijo que de ahora en adelante solo habrá de esas y no de las malas. Se calcula que la inflación de octubre va a volver a bajar, se registró una muy leve mejora en el estimador económico mensual, se frenó el goteo de depósitos en dólares, llovió lo suficiente como para mejorar las expectativas sobre la próxima cosecha, se aprobaron nuevos créditos del Banco Mundial (ya estaban los del BID), el Central bate récord histórico de compra de verdes, sigue el baile del carry trade y varios inversores dijeron que es momento de comprar en Argentina. La reactivación no aparece en los supermercados, que sigue planchada. “Felicidad, felicidad, en primavera volverá”, cantaban Los Iracundos.

Este estado de éxtasis oficialista que describimos la semana pasada es la absoluta contracara de lo que les sucede al peronismo/kirchnerismo y al radicalismo. Ambos están quebrados, en el amplio sentido del término. Esto es fruto de que el suelo se abrió bajo sus pies, y corren riesgo de ser tragados por la tierra. La falla geológica viene de hace décadas, solo que se está manifestando en la superficie más que nunca. El bloque de diputados de la UCR directamente se fracturó en tres, no solo en dos, e insólitamente una de las rupturas la promueve el propio presidente del Comité Nacional.

La jefa Cristina se decidió a dar la pelea y a contar los votos, sea como sea. Hace bien. Al menos ahora se sabrá quién tiene cuánto y si se enfrenta a un fantasma o a un monstruo oculto. Si finalmente no tiene 100, pero tiene el 90%, no está mal, pero claro, también denota que el “operativo clamor” no surtió el efecto esperado. Por el camino habrá ganado el argumento de que más democrática que consultar a las bases, no hay. Sin embargo, también debe tomar nota de que esto es el principio del final. Muchos mártires habrá en el camino hasta que aparezca el verdadero héroe. Algunos piensan que Quintela, Kicillof y aliados se equivocan en los tiempos. Puede ser. Pero alguien tiene que empezar a hacer sonar los cuernos si se quieren derribar los muros de Jericó.

El otro gran actor de esta comedia es el ex Emir de Cumelén, que parece ir ganando posiciones con la inclusión a esta administración de exfuncionarios de su gobierno. Digo parece, porque el juego es bastante más complejo de lo que aparenta en la superficie. En primer lugar, varias fuentes confiables –algunas han trascendido incluso en los medios– indican que la nueva funcionaria de energía casi no conoce a Macri, y que este se enteró por los diarios de dicha designación. En segundo lugar, es cierto que estaba en marcha un pedido de colaboración en esa área, en donde el ingeniero tiene más intereses que mejorar la gestión libertaria (tema en el cual el cepo traba que vengan los extranjeros y el RIGI no mueve el amperímetro). En tercer término, habría gente del PRO ocupando lugares en una tercera línea en el Ministerio de Capital Humano, sobre todo en el área laboral.

¿Este es el pago por evitar que se caigan los vetos presidenciales? Sin duda, pero hay tres aristas que cabe tener en cuenta. La primera es que, en la medida en que Macri se compromete más con Milei –y hasta explica sus excesos psicológicos–, se le achican las posibilidades de pegar un volantazo si las cosas no marchasen bien. La segunda es que el creador del PRO fue y vino con jugarretas a su propia tropa –como sucedió en el senado con actualiza-ción jubilatoria– para mostrarle las uñas al “gatito mimoso” respecto de su capacidad de daño (es calabrés, no se olviden). Y tercero, que los juegos de Macri pueden colisionar con los intereses de sus gobernadores, como ya sucede en CABA con el primo Jorge (Frigerio se puso duro en IDEA con los compromisos no cumplidos por el Gobierno). ¿Cuál de los dos fulleros tendrá la razón?

Mientras la agenda de reformas del coloso avanza a toda marcha –estrategia hábil de anuncios permanentes para mostrar que la llama sigue viva–, economistas agudos filooficialistas pusieron la lupa sobre el presupuesto enviado al Congreso. Llamativamente (o no tanto) encontraron que Toto decidió poner en pausa el ajuste durante el año electoral. La necesidad tiene cara de hereje.

Carlos Fara * Consultor político

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