¿No incidió el caso Spagnuolo? ¿Ni el caso Espert? ¿Ni el parate económico o la queja persistente de “la plata no alcanza”? ¿Ni la inestabilidad financiera? ¿Ni el fastidio con el estilo confrontativo? ¿Ni la falta de empatía con causas sensibles como el Garrahan,los discapacitados o el presupuesto universitario? ¿Y las campañas no incidieron? Muchos interrogantes que se nos presentan frente a “la ola violeta” del pasado 26 de octubre respecto a cómo es/será la política en la era Milei.
1. Como ya lo advertimos en una columna anterior –“La política en la era exponencial, Clarín, 3 de marzo de 2025- las corrientes de viento de último momento son cada vez más frecuentes y potentes.
Solo para tomar un indicador que consideramos objetivo, tanto el Índice de Confianza del Consumidor como el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) de la Universidad Di Tella detectaron, en las tres semanas previas al comicio, un repunte que se contradecía con descensos pronunciados en los dos meses anteriores. Moraleja: esto no se acaba hasta que se acaba, o, nunca se debe cantar victoria hasta el minuto final.
2. ¿No era que la gente votaba con el bolsillo? Sobre esto siempre se recurre a simplificaciones: a) lo que importa es la percepción sobre el bolsillo, no la planilla de cálculo; y b) inciden más las expectativas que la foto del presente (recuerden el “estamos mal, pero vamos bien”).
De modo que, si algunos votantes quisieron creer que las cosas iban a estar mejor, poco importaban entonces las estadísticas objetivas, inclusive su propia queja sobre el poder adquisitivo de los salarios.
3. ¿No importaron los candidatos? Sí importan, pero si la marca es fuerte y existe deseo de avalar un rumbo, las figuras son más relativas (recuerden “el candidato es el proyecto” enarbolado por el kirchnerismo). LLA ya lo había puesto a prueba en 2023 y ahora se volvió a producir: ilustres desconocidos ganaron de la mano del impulso de la figura del presidente.
4. ¿No importó la corrupción? Este es uno de los debates más interesantes, ya que la gran mayoría daba por supuesto que las denuncias de los casos más resonantes eran verosímiles. Era de esperar que, al estar en estancamiento el consumo masivo -la calle estaba fría- los supuestos delitos tendrían un impacto negativo en el voto.
También se suponía que el voto tradicionalmente peronista tenía una actitud distinta frente a estos sucesos, diferente del electorado no peronista.
En los meses previos, sobre todo los ex sufragantes de Juntos por el Cambio 2023 mostraban su desazón frente a estas noticias. Pues, ahora “miedo al kirchnerismo y a la incertidumbre mata sospecha de corrupción”.
5. ¿No importaron las decisiones presidenciales -y los vetos- en causas sensibles al imaginario mayoritario sobre el rol del Estado y el aspiracional de clase media? Volviendo al ICG de la Di Tella, de los cinco indicadores que lo componen, casi todo el tiempo desde que asumió Milei el aspecto “preocupación por el interés general” -lo que los electores definían como falta de empatía- fue el peor evaluado.
6. ¿Definitivamente no hay espacio para las terceras vías / opciones moderadas? Este tema requeriría escribir un libro, pero lo cierto es que los referentes de Provincias Unidas no se tiraron a la pileta sin saber si había agua. Todos dirigentes avezados, leyeron que existía una demanda de una oposición distinta al kirchnerismo, con otros modales, republicanos y propositivos. Pero no lograron convertirla en capital electoral.
Estas seis observaciones nos llevan a alertar sobre dos contraposiciones. Por un lado, indicadores de opinión pública negativos para el oficialismo no implicaban un comportamiento electoral adverso. Por el otro, un resultado favorable no significa que la gente avala todo lo que el gobierno esté haciendo.
La confusión entre “ola” y aprobación puede inducir a errores estratégicos severos. Ya le sucedió a todos los proyectos políticos desde 1983 a la fecha.
¿Por qué se quemaron todos los papeles? Milei es un fenómeno inédito en la política argentina y, por lo tanto, muchas de las cosas que ocurran en estos cuatro años serán distintas a las tradiciones pasadas, en todos los aspectos. Su llegada al poder implicó que el tablero del sistema político preexistente entrara en cortocircuito permanente, invalidando el manual de los electricistas tradicionales.
Por eso la desorientación de los distintos sectores de la oposición respecto a cómo pararse frente al experimento libertario, qué relato tener, qué tono utilizar, etc. Se podría decir que nadie le encontró la vuelta. De la oferta pre 2023 ganaron los aliados del presidente y distintas vertientes del peronismo tradicional que poseen un largo control sobre sus distritos (Formosa, La Pampa, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán).
El domingo 26 el propio Presidente se mostró sorprendido por los resultados. Incluso el electorado se asombró de lo que había hecho. Todas las tradiciones se están reescribiendo. Y las nuevas tampoco durarán mucho.




