José “Pepe” Mujica falleció ayer a los 89 años. Compartimos una entrevista realizada el 20 de julio de 2020, en plena cuarentena, que sintetiza muchas de las ideas que marcaron su vida y su pensamiento político. Expresidente de Uruguay entre 2010 y 2015, Mujica fue uno de los líderes más influyentes de América Latina en el siglo XXI.
Desde su chacra cerca de Montevideo, Mujica habló del impacto del aislamiento, recordando que tanto él como su compañera, Lucía Topolansky, habían soportado años de prisión, lo que les dio herramientas para enfrentar la soledad: “Tenemos oficio para soportar esas cosas y la costumbre de hablar con nosotros mismos […] El hablar con un es un algo que siempre el hombre lleva en sí mismo, pero es una herramienta en desuso, diría.” Para él, el diálogo interior era una práctica olvidada en una sociedad “que vive pendiente de un telefonito” y en la que ya no hay tiempo para el pensamiento profundo. “Nuestro yo interior está compuesto por una corteza de razón y una profunda realidad de emoción”, exclamó.
Con mirada a futuro, anticipó los desafíos sociales que generaría el avance de la inteligencia artificial. Dijo que las máquinas no consumen, y que eso podría provocar crisis en el sistema capitalista, que necesita consumidores para sostenerse. “El trabajo no es solo hacer cosas: es el instrumento de distribución, con muchos defectos, del ingreso conjunto de la sociedad. […] Si la tecnología avanza sin equidad, habrá conflictos“, advirtió.
También alertó sobre una sociedad cada vez más envejecida y los cambios estructurales que eso traerá. Pero, como en casi todos sus discursos, volvió a plantear una crítica de fondo al consumismo: “Tendemos a confundir ser con tener. El capitalismo nos hace creer que la felicidad está en comprar cosas nuevas“. Mujica no hacía apología de la pobreza, sino de la sobriedad: elegir con autonomía y no vivir hipotecado para tener cosas. “Hay gente que paga un alquiler y se hipoteca por un auto. El rancho se le hunde, pero se compró el auto y está desesperado por la moto. Eso no tiene fin, porque en las vacaciones va a ir a Florianópolis y va a soñar con ir a Miami. Sí. Y así sucesivamente, y eso nos parece que es felicidad y progreso.”
Su definición de libertad y felicidad también estuvo presente: “Soy libre cuando hago cosas que me gustan. No cuando hago cosas por necesidad. Si multiplico mis necesidades materiales, sacrifico mi tiempo y pierdo mi libertad. […] No me va a quedar tiempo para cultivar sus afectos”
Consultado sobre qué le diría a los políticos actuales, fue directo: “La acumulación indefinida no tiene sentido como horizonte de vida. La vida deja de ser hermosa cuando se transforma en una rutina de obligaciones”. Para él, la verdadera libertad es poder poner límites, evitar ser arrastrado por la maquinaria del consumo y dedicar tiempo a lo que da sentido. “Yo defiendo ese libre albedrío de que se llama libertad“, dijo en aquella entrevista.
Finalmente, dejó una reflexión sobre el valor de la vida y la importancia de dejar huella: “Ninguna cosa más importante que el milagro de haber nacido. No nos damos cuenta, porque es algo cotidiano. Es un misterio porque la vida se nos va y no se recupera. Venimos de la nada y vamos a la nada.” A su vez, expresó que “cuando nacemos recibimos mucho de eso que se llama civilización, que en el fondo es la solidaridad intergeneracional que viene desde siglos atrás […] Amamos a la vida y la vida se nos va. Hay que dejar algo, un granito de arena, con eso se podría mejorar un poquito la civilización en la que vivimos. A la vida hay que darle causa. Si uno no tiene una causa consciente de para qué vive, el mercado le dará la causa y pasará toda la vida pagando cuotas“, cerró Pepe.
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