Cada 8 de enero, miles de fieles en Argentina y más allá de sus fronteras renuevan su devoción al Gauchito Gil, una figura que, aunque no reconocida oficialmente por la Iglesia Católica, supo ganarse un lugar muy importante en el corazón de quienes buscan esperanza y milagros.
En uno de los santuarios populares más emblemáticos de Reconquista – ubicado en España y San Lorenzo-, los colores rojo intenso adornan cada rincón: banderas flamean al viento, escaleras repintadas con esmero y ofrendas que van desde botellas de sidra hasta velas encendidas que iluminan la fe de los devotos. La imagen del Gauchito Gil se acompaña frecuentemente de la Virgen de Luján y de otras figuras veneradas por el pueblo.
El santuario mencionado, aunque mantiene su misticismo y tradición, no está exento de problemáticas sociales. Algunos oyentes del programa radial nos comentaron con pesar que ciertos espacios han perdido parte de su brillo debido a la presencia de personas con intenciones ajenas al culto de este Santo Pagano y vinculados al consumo de alcohol y/o estupefacientes. Sin embargo, en días como el 8 de enero, el orden y la limpieza prevalecen, permitiendo que la jornada transcurra con respeto y devoción.
“En Reconquista ya no es la devoción de antes”, expuso el movilero de Vía Libre Silvio Batistuta en su informe, aunque señala que una gran cantidad de automóviles tocaban bocina cuando pasaban hoy por el santuario.
UN RECUERDO QUE SE MANTIENE PRESENTE:
Mercedes, en Corrientes, sigue siendo el epicentro de esta celebración. Cada año, miles de fieles recorren la Ruta 123 para llegar al santuario principal, un espacio que se transforma en un mar rojo de banderas y oraciones. Las historias de milagros y promesas cumplidas se entrelazan con las tradiciones orales que mantienen viva la memoria de Antonio Mamerto Gil Núñez.
El Gauchito Gil, según la leyenda, fue un soldado desertor durante las guerras civiles argentinas, quien, antes de ser ejecutado, pidió que sus verdugos rezaran por su alma para que un milagro sanara al hijo enfermo de uno de ellos. El milagro ocurrió, y desde entonces, su figura se ha convertido en un símbolo de justicia y protección para el pueblo.
La devoción al Gauchito Gil no entiende de fronteras ni clases sociales. Es una manifestación de fe popular que trasciende el tiempo y que, cada 8 de enero, recuerda la fuerza de la creencia en los milagros y la esperanza de un futuro mejor.