Marcelo empieza su relato: “De joven me negó, pero, los dos ADN dieron el 99% de probabilidades. Marcelo Omar Urbano Lapania me tengo que llamar, pero este hombre sigue sin aparecer.”
Mientras el padre vive en Capital Federal, Urbano reside en el interior cordobés. Las diferencias económicas son considerables. El protagonista desde muy joven ha tenido que rebuscárselas con diferentes “changas”; hoy, es albañil. Las carencias no faltan.
“Lo conocí cuando tenía 21 años, tuve una reunión con él en el año 87. Siempre negó que conoció a mi madre y que yo era el hijo. Quiero saber de dónde vengo porque mis nietos y mis hijos quieren saber por qué no tengo papá y por qué no lo conocen”, sintetiza el entrevistado.
Con respecto a su madre biológica, contó que falleció hace 15 años. Ella le comentó muy al pasar quién era su padre, fue una “historia muy triste” murmura Marcelo y aclara que no le interesa el dinero a pesar que los medios insisten con ello: “He sido un trabajador toda la vida, no me interesa el dinero, sí mi identidad.” No se contenta con su argumento y agrega: “Hablan de tantos millones, pero yo no tengo idea cuánto es esa cantidad de dinero. No sé ni qué se puede comprar con eso.”
El capítulo más desgarrador de la historia son las vivencias de su madre. “Mi madre fue abusada, no era una relación consentida. Ella era empleada doméstica cama adentro, en la casa de los padres de este señor. Tenía 18 años. Él, que iba los fines de semana, una navidad se pasó de copas, entró a la pieza de mi madre y bueno…”, pausa el relato y sigue “Lo que vino después es que los padres de él la echaron de la casa”.
Cierra la historia con la insistencia de su interés por la identidad. Repite: “El daño que ha hecho no se paga con dinero. Durante 60 años me negó, es terrible.”