Hace unos meses, una escuela del barrio Guadalupe, visitó nuestro Club. Los chicos de sexto grado de la escuela 1261, aprendieron a fabricar sus propios bogueros: un simple palo, una línea, una boya y un anzuelo… pero con toda la ilusión del mundo.
Con los pocos recursos que tenían, los maestros organizaron una pesca para estrenarlos. ¡Hasta hicieron los premios con botellas recicladas y medallas de papel!
Al ver el esfuerzo y la dedicación y la forma en que se comportaron, En nombre del Club, decidimos premiar a los ganadores del concurso que organizaron, con la inscripción gratuita al Concurso de Pesca de Costa para Niños.
La emoción entre ellos fue inmensa.
Pero un día antes del concurso, desde la escuela nos avisaron algo que nos partió el corazón: los chicos no tenían medios para venir, y solo uno iba a poder participar.
Ese chico se llama Dylan. Su mamá hizo lo imposible para traerlo y que no llegue tarde. Él esperó pacientemente junto al catamarán, observando la cancha de pesca, soñando con tener suerte.
Y vaya si la tuvo… o mejor dicho, vaya si tuvo fe y pasión.
A las 10:30 logró su primera captura. Luego otra, y otra más… tres en total, sumando 58 cm. Con su propio boguerito, el mismo que había armado en aquella clase, Dylan ganó el primer puesto del concurso en la categoría Niños de 10 a 15 años.
A veces se habla mal de la juventud, pero historias como esta nos recuerdan lo contrario: que cuando hay pasión, esfuerzo y apoyo, los sueños se convierten en logros.
Dylan no solo ganó un premio: le dio valor, sentido y corazón a esta primera edición del Concurso de Pesca de Costa para Niños del Club Caza y Pesca. Gracias, campeón, por recordarnos por qué hacemos lo que hacemos.
