En medio del recalentamiento inflacionario, algunas paritarias anticipadas se cerraron con aumentos salariales por encima del 50% anual, pero existen otras que se trabaron y amagan con un conflicto, como la de la Asociación Bancaria, que lidera Sergio Palazzo, que anunció un paro para el jueves 28 luego de la “propuesta insuficiente” que había recibido el sector.
Pero la paritaria más importante del país, porque alcanza a más de un millón de trabajadores, se acaba de cerrar: la Federación de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS) acordó esta mañana con las cámaras del sector un incremento de su básico de convenio que eleva el piso salarial de $90.000 a $139.000, lo que implica un incremento anual del 59,5%, que se pagará en 7 tramos: 6% en abril, 6% en mayo, 6% en junio, 10% en agosto, 10% en septiembre, 11% en noviembre y 10,5% en de enero 2023.
El acuerdo, firmado por el sindicato que encabeza Armando Cavalieri y la Cámara Argentina de Comercio (CAC), la Confederación de la Mediana Empresa (CAME) y la Unión de Entidades Comerciales (UDECA), contempla revisiones por la evolución y la aceleración de los precios, según se informó.
“Hemos logrado este acuerdo que contempla el impacto de la aceleración de los precios de los primeros meses -dijo Cavalieri-, y contamos con el compromiso de las cámaras de abrir nuevas revisiones para que el salario de los trabajadores no pierda poder adquisitivo frente a la inflación”.
El Sindicato de Alimentación, por su parte, presiona por una innovación que podría complicar al Gobierno, que necesita dar señales tranquilizadoras en el plano salarial: al reclamo de un 60% de aumento (había cerrado el convenio anual en un 52,7%), sumó tres pedidos de revisiones de lo pactado, en septiembre, diciembre y febrero de 2023, cuando lo habitual era uno solo.
Las negociaciones se postergaron para la semana próxima, pero será difícil llegar a un entendimiento. Hay peso pesados de uno y otro lado: en el sindicato negocian Rodolfo Daer, del Sindicato Capital y Buenos Aires, y Héctor Morcillo, de la Federación del sector, mientras que por los empresarios está Daniel Funes de Rioja, titular de la COPAL y de la Unión Industrial Argentina (UIA).
La buena noticia para el Gobierno fue aportada en las últimas horas por la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), el principal sindicato industrial del país: contrariamente a lo que se preveía, el congreso nacional de delegados finalizó un día antes sin ningún pedido de reapertura de paritarias y con un aval al 45% de aumento firmado hace apenas un mes, con revisión salarial en noviembre.
En el cierre del encuentro, realizado en Mar del Plata, tampoco estuvo Máximo Kirchner, como afirmaban algunas versiones, aunque el discurso de apertura fue del gobernador bonaerense Axel Kicillof, en una confirmación del giro hacia el kirchnerismo luego de la asunción de Abel Furlán, de la seccional Campana, como secretario general de los metalúrgicos en reemplazo de Antonio Caló.
El final anticipado del congreso se debió, según fuentes sindicales, a que “se desarrolló normalmente y pudieron debatirse todos los temas”. Uno de ellos fue presentado por los congresales de la seccional La Matanza, que integra el nuevo secretariado nacional a través de su titular, Esteban Cabello, y fue precisamente “la reapertura inmediata” de las paritarias de la UOM, además de la eliminación del Impuesto a las Ganancias, la jubilación de los dirigentes a los 65 años para “dar lugar a las nuevas generaciones” y la elección de autoridades del gremio mediante el voto secreto y directo. Los casi 300 delegados metalúrgicos aplaudieron todos estos puntos, pero no fueron aprobados.
En las deliberaciones estuvo presente Caló, quien sigue a cargo de la poderosa seccional Capital y fue reconocido por Kicillof en su discurso. Furlán, el nuevo líder de la UOM, pese a su cercanía con el kirchnerismo, no deja de ser un metalúrgico de amplia cintura política. Con el aval a la paritaria firmada, dio una señal de previsibilidad importante para la Casa Rosada y el empresariado.
Aun así, en el documento final del congreso de delegados, se dieron muestras de que el sindicato será más combativo que antes: en el texto se advierte que “es fundamental y decisivo ajustar el plan económico”, reclama “una actitud decisiva es potenciar la industria local” y se exige “garantizar la recomposición de los sueldos a través de paritarias que garanticen al menos la reparación del deterioro del salario detonado por la inflación”.
Otra negociación salarial complicada, como sucedió en los últimos años, es la de Sanidad. En la primera reunión por el adelantamiento de las paritarias, que se hizo este miércoles en el Ministerio de Trabajo, la Federación de Trabajadores de la Sanidad, liderada por Carlos West Ocampo y Héctor Daer, reclamó un aumento del 45% en dos tramos (25% en abril y 20% en julio), con revisión en agosto. El sector empresarial, agrupado en la Federación Argentina de Prestadores de Salud (FAPS), advirtió que “ningún incremento será posible sin el correspondiente financiamiento proveniente de las obras sociales provinciales, sindicales, PAMI y las empresas de medicina prepaga”.
Según aclaró la FAPS, que encabeza José Sánchez, “las empresas prestadoras de salud no son formadoras de precios y dependen de los valores de las prestaciones que abona el sector financiador, es decir, las obras sociales y las empresas de medicina prepaga”.