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Lo que dejó la semana. ¿Cómo estamos hoy?

Por el Lic. José Odasso.
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Muy desafiante consulta, ¿verdad? Es que en un país atravesado por los extremos de la grieta, es muy difícil establecer, aunque más no sea, acuerdos básicos. Los kirchneristas hablan todavía de la década ganada, sin darse cuenta que este presidente se explica en gran medida por el hastío de la gente a la forma de gobernar que los caracterizó. Este gobierno, especialmente en esta última etapa, tampoco brinda mayores seguridades y son más los interrogantes que las certezas. En el medio de tantos disloques, está gran parte de los argentinos que no sabe ya en quien creer y mira todo con lógico desencanto a toda la política.

Lo que fue, un país arrasado.  Argentina no crece desde 2007; es decir, con lo mismo que se produce hay que atender las necesidades de una población que sigue aumentando naturalmente. Lo que sí creció fue la pobreza y la indigencia, que superó el 50%. Más de la población es pobre y una parte de ella es directamente indigente: es decir, no puede siquiera atender las necesidades básicas.

El gobierno anterior se fue en 2023 con una inflación del 220%.  Se sabe, la inflación es el peor de los impuestos, el más distorsivo y que afecta especialmente a las clases sociales más pobres, que no tienen medios para protegerse.

¿Y este gobierno qué?  Se trata de algo nuevo, en varios aspectos prácticamente sin antecedentes. Muchos pretenden asemejarlo al menemismo, en parte es valedera esa apreciación, y en otras tantas no es tan así. La muestra de ello es que hasta el propio padre de la convertibilidad, Domingo Cavallo, viene siendo cada vez más critico de este plan económico.

Es indiscutible que bajar un déficit superior de más del 10% a 0 es todo un éxito. ¿Qué es déficit fiscal? Lo mismo que sucede con una familia y la nación es una familia grande. Déficit es cuando se gasta más de lo que ingresa. Como ocurre en una casa, cuando las cuentas se acumulan, hay que pedir créditos y si luego no se pagan, se está en severos problemas. El estado tiene una salida adicional, la impresión de los billetes, nada es tan fácil, pero ello causa luego la inflación indomable que sufrimos hasta hace poco tiempo atrás.

¿El déficit cero es la solución total?  No, en absoluto. Es un buen punto de partida, pero para nada absoluto. No es la solución total, recordamos que ya Néstor Kirchner decía: “superávit fiscal y superávit comercial, superávits gemelos, con ello nadie te toca”. Lamentablemente Cristina no siguió su lección, y no por casualidad, dejamos de crecer a partir de 2.007.

El superávit comercial es vender al exterior más de lo que compramos y el resultado son divisas puras y constantes que ingresan al país. Son dólares bien verdes. Esta lección parece que no le preocupa a este gobierno y no deja de llamar la atención. Hasta un liberal confeso como el presidente de los Estados Unidos Donald Trump, se embarcó en una guerra comercial por los aranceles que pretende cobrar a las naciones que ingresan su producción en el país del norte, incluido China por supuesto. Milei es la cara opuesta a su propio amigo del norte. Aquí también los extremos son malos, ni todo cerrado, ni todo tan abierto.

El dólar, siempre el dólar.  En más o en menos, todos los gobiernos desde la vuelta de la democracia hasta ahora, debieron estar pendientes y lidiar de lo que sucede con el comportamiento de esta moneda, a excepción de buena parte de los dos mandatos de Carlos Menem.

Lo cierto es que las últimas medidas adoptadas por el gobierno de Milei, permiten decir: “esta película ya la vi”. ¿Qué me hace pensar que ahora será diferente? ¿Con el déficit fiscal cero alcanza? ¿Con tasas de interés desmesuradamente elevadas, que actividad podrá resultar rentable, si se debe acudir a un crédito bancario? El párate productivo ya se nota y esto impacta en la ocupación; o en su defecto, en la desocupación que pasa a estar nuevamente entre las principales preocupaciones de la población. La cadena de pagos tiende a reducirse cada vez más, los cheques rechazados por falta de fondos crecen significativamente y las empresas que solicitan sus concursos preventivos de acreedores también.

¿Es la economía, o la política o son ambas cosas?  Bill Clinton dijo, en realidad la autoría le pertenece a su estratega de campaña James Canville: “It’s the economy, stupid”. Es muy cierto, sin una buena gestión económica, no hay gobierno que gane una elección. Milei lo sabe perfectamente, por eso busca afanosamente que el dólar no se escape y por lógica los precios tampoco. Llegar a octubre parece una eternidad. Ningún gobierno con precios y dólar en alza gana una elección,

La política tiene también su importancia y este gobierno parece no entenderlo.  El poder construye más poder, porque estar en ese lugar permite sumar más poder. Esta gestión hace exactamente lo contrario. Esta semana, el senado rechazó el veto a la emergencia por discapacidad y le pone limites a los Decretos de Necesidad y Urgencia -DNU-, la misma cámara que hace un año y medio le votó la Ley Bases. Este gobierno no solo se pelea con aliados o amigos políticos importantes, sino también entre los propios libertarios, son pocos y encima se pelean y dividen.

El campeonato de la corrupción.  No caben dudas que los Kirchneristas son corruptos; es más, hasta ellos lo admiten y en todo caso pretenden justificar lo que no tiene ninguna explicación. “Roban, pero hacen”, no es una justificación. Lo nuevo, a partir de los audios que aparecen en las puertas de una contienda electoral, mostrarían que estos no son tan buenitos tampoco. Milei y los suyos no logran explicar lo que seguramente no será fácil de explicar y mucho menos de creer. Lo divertido, por no decir absolutamente penoso y lamentable, es que hoy se abrió la carrera por la corrupción, para saber quién es el más corrupto. Final abierto, pero seguro habrá un ganador o ganadora.

Les deseo una muy buena semana.

Lic. José Carlos Odasso

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